Cosechan un gran éxito de crítica, pero también de público. Los cuatro restaurantes que hoy te recomendamos comparten particularidad gracias a su ubicación en los museos más visitados, pero también a la posibilidad de ver grandes exposiciones antes o después de probar exquisiteces culinarias. De verdad que merecen muchísimo la pena. 

Las Terrazas del Thyssen
D.R.

Por todo la alto: Las Terrazas del Thyssen

El espacio gastronómico del Museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado 8) es uno de los lugares favoritos de verano madrileño. Por su ubicación, pero también porque la carta se inspira en alguna de las obras más admiradas del museo. Los fines de semana, el espacio se convierte en un festivo place to be donde hay conciertos, menú de tapas (los sábados) y brunch con visita al museo cada domingo, aunque también puedes disfrutar de una muy agradable y solicitada Noche en el Museo que incluye visita a las exposiciones seguida de cena en Las Terrazas (viernes y sábados; Las Terrazas solo abren de jueves a domingo).

Aquí podrás empezar disfrutando de unos originalísimos cócteles en una doble carta que bebe de dos inspiraciones diferentes: la de la colección permanente de la pinacoteca y la de la colección Carmen Thyssen. Después, en la variedad está el gusto: empieza, por ejemplo, con jamón ibérico o mojama de atún y continúa con causa limeña, niguiris de boquerón, croquetas de rabo de toro, chuleta de vaca… Un menú pensado para compartir y completar una jornada con mucho arte. 

Restaurante NuBel
D.R.

Decoración con mucho gusto: NuBel Reina Sofía

El Museo Reina Sofía es una de las pinacotecas más visitadas de España. Y en él se esconde otra obra de arte menos convencional que las expuestas: el restaurante NuBel (Argumosa 43). Con su decoración en apariencia excesiva pero repleta de piezas redondeadas que trabajan la armonía interior y exterior, tiene opciones como el brunch, que se celebra todos los días de 9:30 a 14:00 (los sábados y domingos hay sesiones DJ), un horario que te permitirá programar y combinar tu visita al museo con una comida de campanillas.

En la carta, platos tan apetecibles como el madrileño bocata de calamares en versión brioche y con alioli; la hamburguesa (ahumada); la ensaladilla (con langostinos); las bravas (con emulsión de huevo frito); sushimi; zamburiñas; tacos de costillar de cerdo… Un festín de los sentidos que, al menos, merece la pena probar una vez.

Azotea del Círculo
D.R.

El valor de un clásico: Azotea del Círculo

Entre las terrazas de Madrid, la azotea que corona el Círculo de Bellas Artes (Marqués de Casa Riera 2) es de las más singulares, tanto por el edificio en el que se encuentra como por sus vistas. Y por su oferta gastronómica, que incluye desde desayunos hasta cenas, comidas e incluso conciertos (suele cerrar en torno a la una de la madrugada).

Hay que pagar entrada para acceder, pero una vez in situ, merece la pena haberse gastado los 5 € que cuesta el ticket. Podrás tomarte cócteles acompañados, por ejemplo, de guacamole, humus, las tradicionales gildas, ensaladilla rusa, torreznos, ensaladas… Y, ya más contundente, un arroz de setas y gambones con alioli, corvina marinada, chicharrón de pulpo, pollo picantón o solomillo con salsa de pimienta negra. Para un picoteo al atardecer o un menú contundente, la Azotea del Círculo siempre es un must.

Restaurante Nerua
D.R.

Sabores del norte: Nerua Guggenheim

Minimalismo estético y maximalista en propuestas gastro. Esas serían las premisas en las que, conforme a nuestro parecer, se basa Nerua, el restaurante que atrae a los visitantes del museo Guggenheim de Bilbao (Abandoibarra Etorb. 2) pero también a muchos locales. En la carta, productos de la huerta (esos tomates y berenjenas…), así como ostras, quisquillas, gambas, kokotxas en tortilla… La tradición de los fogones vascos compone sugerencias de exquisitas texturas y belleza en el emplatado. Una excelente opción para aquellos a los que les gusta catar el maridaje entre cultura y gastronomía que en Nerua funciona de manera exquisita.