Hay cabellos que resultan inconfundibles. Especialmente los de aquellas personas que han hecho de su melena —ya sea por el corte, la forma de llevarla o el color— un verdadero sello de identidad. Podría decirse que sus cabelleras tienen tanto protagonismo como su personalidad o su trayectoria profesional.
Se trata, por tanto, de un personaje más que alimenta cada una de sus interpretaciones o apariciones en público. Por ejemplo, el icónico bob con flequillo de Anna Wintour, que es prácticamente una marca registrada; Diana Ross, que convirtió su cabello afro en un símbolo de orgullo, poder y glamour; o Tilda Swinton que ha hecho de su cabello corto y platino una característica absolutamente inconfundible de su imagen.
En España, también encontramos mujeres que, bien de forma intencionada o bien por azar, han convertido su cabello en su firma personal, especialmente cuando hablamos de canas. En este contexto, Ángela Molina se ha posicionado como el referente por antonomasia con su melena larga y con canas visibles. Pero, también otras actrices de toda la vida como Lola Herrera. De esas personas en las que detrás de cada mechón, hay una historia llena de sabiduría.
Lola Herrera, uno de los cortes y peinados más admirados e imitados de España
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Hay actrices que no solo enamoran por sus interpretaciones, sino por todo lo que hacen, dicen o visten fuera de la gran pantalla o de los escenarios del teatro. Y este ha sido el caso de Lola Herrera, quien siempre ha sido una de esas mujeres que servía como referencia para muchas otras mujeres, en todos los sentidos. Uno de ellos, el que más sobresalía, como referente de estilo, especialmente en lo que a cabello se refiere.
Si las mechas de Lydia Lozano eran las que más se pedían durante un tiempo en los salones de belleza, el corte corto más solicitado era el de Lola Herrera, hecho del que ella misma ha sido consciente: “Me he encontrado a muchísima gente que hacía lo mismo. Sé que en las peluquerías hubo una época en la que las señoras usaban mi imagen como referencia”, contaba Herrera a Vanity Fair España hace unos años.
Sobre su cabello, la actriz cuenta mil y una anécdotas que siempre recuerda con cariño. La que más rememora con todavía sorpresa fue cuando estuvo en Nueva York con su hija, la cantante y actriz Natalia Dicenta, para ver una obra de teatro que podía protagonizar ella, aunque finalmente interpretó Rosa María Sardá.
“Estábamos cenando en Sardi´s, un sitio que me había recomendado un amigo periodista, Jorge Fiestas, un restaurante maravilloso que tiene las paredes cubiertas de caricaturas de actores y actrices de todos los tiempos. Yo llevaba por entonces el pelo a rayas, con mechas muy grandes, peinado hacia atrás y engominado, que era lo más cómodo para hacer un viaje”, explicaba la actriz a Vanity Fair España.
Tras añadir el necesario contexto, Herrera revelaba el momento clave de la historia: “Vino un señor a nuestra mesa y me preguntó quién era mi peluquero; su señora estaba fascinada con mi cabeza y quería saberlo para ir también. Tenías que verla a ella, con un estilazo tremendo… Natalia le dijo que éramos españolas y que era un sitio en Madrid”.
Y, aunque la actriz de Las chicas de oro no terminaba de dar crédito con esta situación, lejos de molestarle, lo acabó tomando como un halago ya que su peinado se había convertido en objeto de admiración. “Que llame la atención en Nueva York mi pelo es muy fuerte, ¿no?”, exclamaba todavía sorprendida años después.
Muchos cambios, pero siempre ella
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La actriz, que a sus 90 años ha dejado atrás su característico corte de pelo pixie y luce una espectacular melena gris llena de personalidad, sabe que los cambios son necesarios cada cierto tiempo. “Hay que reinventarse constantemente. Son muchos años en la profesión y si no cambias es muy difícil seguir en esto”.
Para ella, el motivo principal es que se cansa de mí misma, tal como contaba a la revista española en una entrevista. “Creo que en la vida hay que ir evolucionando en todos los aspectos, desde tu aspecto a tus gustos”, sostenía la actriz.
Y, pese a defender los cambios de imagen como una forma creativa de explorarse a una misma, también subraya la importancia de la autenticidad: “Me parece súper importante no dejarse condicionar por lo que se lleva en un momento dado y crearse un patrón, el que te apetezca, sobre el que ir trabajando”.
Desde hace años, la textura natural de su cabello y el blanco impoluto de sus canas se han consolidado como una declaración de estilo, que la ha posicionado no solo como un icono de elegancia y autenticidad en el mundo de la interpretación, sino también como una inspiración para muchas mujeres de más de 50 y 60 años que reivindican su belleza a través de las canas.