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A medida que vamos cumpliendo años, nuestro rostro cambia, la piel pierde firmeza, el tono ya no es tan uniforme y las líneas de expresión aparecen. Sin embargo, esto no significa que no podamos utilizar el maquillaje a nuestro favor, siempre que apostemos por los productos y técnicas adecuadas. Es más, puede convertirse en todo un aliado para conseguir un acabado luminoso y fresco.

El objetivo es claro: tenemos que potenciar nuestros puntos fuertes y no enmascarar o disimular. Las texturas ligeras, acabados naturales y colores que aporten calidez y vitalidad son los aliados clave que no pueden faltar en tu neceser, desde bases con tratamiento antiedad, hasta correctores que iluminan sin marcar arrugas o labiales que hidratan y no se cuartean. Una experta en maquillaje nos ha dejado sus trucos favoritos, fáciles de copiar y muy efectivos.

Preparar bien la piel, el paso que marca la diferencia

Esto es algo que puede parecer prescindible, pero la realidad es que es lo que marca por completo la diferencia en el resultado. “Cuando me maquillo me preocupo de que la piel siempre quede muy natural, que no marque las arrugas, que se vea una piel muy hidratada”; explica la experta en maquillaje Susana Marín.

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A los 50, conseguir esa jugosidad en la piel es fundamental, mejorando la textura y creando una base más uniforme. Podemos utilizar desde un buen sérum antioxidante, hasta una crema formulada con ingredientes activos como ácido hialurónico, péptidos o niacinamida. Siempre tenemos que completar con un buen protector solar, o si escoger alguna base o tinte que ya tenga factor de protección, mejor que mejor.

También podemos incluir una prebase específica para piel madura, si lo que buscamos es que quede dure más tiempo el look intacto. Estas suelen contener siliconas ligeras o ingredientes alisadores ayudan a disimular poros, arrugas y pequeñas imperfecciones, consiguiendo ese efecto filtro.

Iluminar sin exagerar: menos es más

Loos signos de fatiga es otra de las consecuencias de cumplir años y aquí el corrector se vuelve un aliado imprescindible. Lo que nos recomienda la experta es escoger uno hidratante, con textura ligera, que no se cuartee ni se acumule en las arrugas. Los tonos melocotón o beige cálido funcionan muy bien para contrarrestar ojeras azuladas o grisáceas, combinado con uno más claro para iluminar de forma estratégica. “Doy luz a la parte interna del ojo, yo aplico un poco en la zona hundida de mi ojera para dar eliminar la mirada cansada”, afirma la experta.

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Lo podemos difuminar tanto con una brocha pequeña, en el lagrimal, el contorno de los labios o los surcos nasogenianos, así como con el propio calor de nuestros dedos, permitiendo que se funda con la piel. También puedes usar un iluminador sutil (sin partículas metálicas) en la parte alta del pómulo, el arco de la ceja o el tabique nasal para rejuvenecer el rostro con luz natural. “Mi toque final es aplicar un poco de luz a la mejilla, con tonos casi neones claritos de esos que cuando los ves asustan, es un toque muy sutil pero muy efectivo”, añade.

Ojos: definición suave y sombras favorecedoras

La mirada es el espejo del alma (o eso dicen), por lo que tenemos que trabajarlos bien, siempre teniendo en cuenta nuestras características. En el caso de Susana, siempre aplica esta técnica: “Doy más intensidad a la línea superior del ojo, pero por la parte interna, puedes hacerlo sólo de la mitad del ojo hacia el exterior, me gusta alargar la línea para alargar el ojo, las pestañas se ven más intensas y con más cantidad”, confiesa.

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En general debemos de evitar los colores muy oscuros o metalizados, que tienden a endurecer la expresión o marcar arrugas, apostando por tonos neutros y cálidos como el beige, topo, rosados suaves o marrones. “Con un lápiz de ojos neutro (nude) maquillo la línea inferior, abre la mirada y la ilumina”, continua Susana. A esto le añade una buena máscara de pestañas y lista para brillar.

En cuanto a las cejas, también hay que prestarles atención, especialmente cuando pasamos los 50 y pueden verse más escasas o perder definición. Para ello las podemos rellenar ligeramente con un lápiz o sombra específica del tono adecuado, siempre respetando la estructura del rostro y sin sobrecargar.

Consigue unos labios definidos

En cuanto a los labios, también hay ciertos matices que debemos de tener en cuenta a la hora de maquillarnos. A cierta edad nuestra boca puede perder definición, viéndose más agrietada o reseca, algo que no asegura que el labial quede bien (pero que tiene solución). Lo mejor es mejor evitar tonos muy oscuros o mates, que endurecen la expresión y pueden hacer que los labios se vean más finos.

Los labiales satinados o bálsamos con color son perfectos para esta etapa: aportan color, hidratación y volumen visual. Un perfilador del mismo tono puede ayudar a evitar que el color se desplace por las líneas de expresión. Y, en cuanto a la técnica, “doy definición a la boca delineando sólo la parte centrar de los labios y difuminando hacia el exterior y hacia el interior, la idea es crear una sombra muy natural, lo hago con un lápiz un poco más oscuro de mi tono natural de labio”, remata la maquilladora.

Con todo ello, vemos que no se trata de esconder lo que no nos gusta, sino de potenciar lo que sí. Son pequeños tips que nos deja la experta y que podemos empezar a aplicar en cualquier makeup que tengamos, creando looks frescos, naturales y favorecedores que rejuvenecen al instante.