Valencia está de moda. La capital del Turia siempre ha sido un destino top, principalmente entre el viajero patrio, pero desde hace un tiempo se ha convertido en objetivo número uno de quienes nos hacen una visita desde el continente americano. Hay varias razones para explicar este interés y con todas empatizamos:
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-El buen clima. Olas de calor aparte, que esas las sufrimos todos, las máximas veraniegas superan por poco los 30 grados. Ningún sofocón que no pueda solucionar el tener la playa prácticamente en la puerta.
-El carácter valenciano. Afables, acogedores, solidarios… Lógico que quien va una vez quiera repetir.
-Arquitectura y paisajes. Aparte de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, tenemos varios ejemplos de edificios singulares con muchísimo encanto. Por ejemplo, el Mercado de Colón (modernismo), el Ayuntamiento, la Antigua Prisión Modelo (inspirada en otra de Filadelfia, por cierto), la Iglesia Jesuitas, la Casa de los Dragones (llamada así precisamente por los dragones y lagartos de su fachada) o esa increíble obra brutalista que obedece a nombre de Espai Verd. En cuanto a paisajes, La Albufera es imbatible con excursiones ad hoc en barca que se ofertan para ver anochecer. Además, el punto neurálgico de esa zona protegida es el pueblo de El Perelló, un lugar imprescindible para tomar excelentes paellas.
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-Buen comer. Ya que nos metemos en fogones, la gastronomía supone otro de los atractivos de Valencia y de la Comunidad. Paella, fideuá y horchata aparte, nos encontramos con arroz al horno (sí, el plato que lleva morcilla, garbanzos, costillas de cerdo e incluso patatas), el all i pebre (un guiso de pescado) o la coca salada. Y no olvidemos que en el centro de la ciudad nos topamos con el restaurante La Salita, de la chef Begoña Rodrigo, cocina elegante y preciosista en un edificio increíble (C/ de Pere III el Gran, 11, L'Eixample).
-Ocio. El ocio nocturno se sobreentiende; es importante y voluminoso. Pero en Valencia se pueden hacer muchas actividades diurnas. Como ya hemos dicho, La Albufera es un sitio espectacular para pasar el día, pero en el río Turia también se organizan experiencias para solaz de crítica y público. Además, Valencia vibra a diario con propuestas culturales que la convierten en una ciudad donde siempre hay algo que hacer. Y no olvides los mercadillos: cada día de la semana hay uno (o varios).
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-Oferta hotelera. Amplia y variada, vamos a apuntar alto. Tanto como las 16 plantas con las que cuenta el hotel Sercotel Sorolla Palace (sercotelhoteles.com), frente al Palacio de Congresos de Valencia. Dicho de este modo podrías pensar que está bien para quienes acudan a la ciudad por motivos de trabajo… y ya. No es así. Vale que se trata de un hotel que no está en el centro, pero tiene una parada de metro a muy poca distancia. Esto implica que no solo te plantarás en las partes más concurridas en cuestión de minutos sino que también podrás disfrutar de la tranquilidad que proporciona el encontrarte algo más alejada. Aquí el ‘bullicio’ es tranquilo, hasta el punto de que, a pesar de contar con 271 habitaciones, apenas te enteras de que hay más huéspedes salvo en el desayuno (muy completo, por cierto).
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El hotel tiene piscina al aire libre –y un jacuzzi aledaño– que se cubre con una cúpula en invierno. Junto a ella, una barra sirve cócteles (esta sí, abre solo en verano). También dispone de una amplia cafetería interior ideal para tomarte un snack y relajarte. O quedar con alguien para comer. Asimismo, el gimnasio es muy completo, con gran variedad de máquinas en perfecto estado de revista.
¿Las habitaciones? Muy amplias y cómodas, porque de lo que puede presumir el Sercotel Sorolla Palace es de amplitud. Si vas a quedarte varios días te recomendamos la Junior Suite, que es como un apartamento, con todo el espacio necesario para que la larga estancia se te haga corta.
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Ah, y si quieres sumergirte en el Valencia Way of life, pregunta en recepción sobre experiencias y actividades porque te atenderán encantados. Seguramente te propondrán asistir a una clase de paella con visita al Mercado Central (otro edificio curioso), recorridos en bicicleta, paseo en barco por La Albufera, senderismo en Cala del Moraig, entradas para el Oceanográfico, fiesta en catamarán… La oferta es enorme y muy disfrutona.