Redescubre la Ribeira Sacra este verano, ¡durmiendo en un palacio!

Hace años pasar el verano en el norte no garantizaba disfrutar del buen tiempo. Sin embargo, con la subida de temperaturas generaliza en todo el mundo, muchas son las personas que han decidido disfrutar de Galicia durante sus vacaciones. Además, no hay que olvidar que una ventaja extra que ofrece esta comunidad es que hay mucho más que hacer en ella, aparte de ir a la playa.

Si te has planteado que el término slow es el que imperará durante tu verano, la Ribeira Sacra será el punto a marcar en el mapa. Conocida por ser una de las regiones vitivinícolas por excelencia y, por lo tanto, un destino obligatorio para los amantes del vino, este tesoro gallego se presenta como la opción perfecta para una escapada veraniega de desconexión, donde podrás descubrir Áurea Palacio de Sober, perteneciente a la marca Áurea hoteles.

Ubicado al sur de la provincia de Lugo, a 10 kilómetros de Monforte de Lemos y a menos de 40 kilómetros de Ourense, este hotel es una apuesta para disfrutar de la naturaleza y darte un respiro en el corazón verde de Galicia. Al llegar te sorprenderá la cantidad árboles y viñedos que rodean este alojamiento único donde el tiempo parece haberse detenido. Y en cierto modo es así, ya que algunos de sus muros se mantienen intactos desde el siglo VII, cuando el edificio hacía las veces de palacio.

Un palacio convertido en hotel

Este enclave lleva catorce siglos siendo un refugio privilegiado. Murallas, torreones, arcos y columnas componen un pazo típico, que mandó construir el Conde de Lemos. De su arquitectura original aún se conserva su capilla original, los techos con traviesas de madera, ventanales panorámicos y muebles de inspiración palaciega que se complementan con espectaculares vistas a la naturaleza. 

Recorriendo las distintas salas podrás imaginar la época dorada en la que la habitaron los nobles gallegos, que hicieron de la piedra y los arcos sus señas de identidad. Hoy Áurea Palacio de Sober es un emblema cultural que respira historia y un carácter singular; un lugar perfecto para tomarte un descanso y desconectar de la rutina.

Bienestar en estado puro

Olvídate de las interminables colas, las aglomeraciones, las listas de espera y los horarios encorsetados, ya que al llegar allí no te apetecerá mirar el reloj, y menos el móvil. Estarás la mar de distraída y relajada subida en un catamarán navegando entre los cañones de los ríos, haciendo una ruta de senderismo rodeada de robles milenarios o disfrutando de una tarde de sol y piscina. 

Alrededor del hotel también te proponemos un paseo por los más de 20.000 metros cuadrados de jardines. Allí podrás admirar la inmensidad de las fragas gallegas, lugares mágicos con una vegetación viva que han inspirado numerosas leyendas.

¿Necesitas más relax en tu jornada? Las instalaciones de Áurea Palacio de Sober también incluyen un original spa totalmente acristalado. La zona de aguas está perfectamente orientada para descansar mientras contemplas los jardines, por lo que la relajación de cuerpo y mente está totalmente asegurada.

En ella encontrarás piscina interior con camas de agua, diversos chorros y bañera de hidromasaje; así como ducha de contrastes, sauna finlandesa y baño turco. Y para terminar la sesión de wellness, nada como descansar en las tumbonas calefactables, con las mejores vistas que ofrecen sus ventanales panorámicos.

Te adelantamos que durante tu estancia también tendrás que buscar un huequito para visitar la terraza del palacio. En ella podrás contemplar la puesta de sol mientras percibes la suave brisa y los sonidos del bosque. Estamos seguros de que este mix, acompañado del privilegiado frescor de las noches gallegas, te garantizará el mejor descanso nocturno.

Por último, tendrás tiempo de deleitarte con la gastronomía gallega, que no puede faltar en este plan de viaje. Dentro del hotel se encuentra el restaurante Dona Branca, donde podrás degustar productos frescos de temporada y saborear los matices de mar y montaña en unas recetas diseñadas para el disfrute del paladar, con el perfecto maridaje de los vinos locales. ¿Qué más se le puede pedir a una escapada veraniega?