Chanel Alta Costura 2025-26
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El Salón d’Honneur del Grand Palais acogió el capítulo final de Chanel antes de la llegada de Matthieu Blazy en septiembre. Una colección de alta costura todavía impregnada de los códigos de Karl Lagerfeld y su sucesora, Virginie Viard, quien, como buena alumna, se mantuvo fiel a la estética del tweed y las camelias. Un salón alfombrado en beige monocorde, sofás interminables, espejos y pesadas cortinas, que recordaban al 31 rue Cambon. Allí, en esa intimidad casi doméstica, pudimos ver los 46 looks donde convivieron el chiffon, la seda, los bordados y las plumas, dando lugar a siluetas voluminosas y etéreas.  

La naturaleza como telón y trama

El trigo fue el hilo conductor. Apareció bordado, estampado o trenzado en puños, bajos y tocados, recordando la costumbre de Coco Chanel de guardar espigas secas en su apartamento como talismán. La novia cerró el desfile con un ramo de espigas doradas —único accesorio junto a las botas altas— y confirmó la voluntad de abrazar la sencillez como forma de lujo. La decisión de suprimir bolsos subrayó esa misma idea: nada debía distraer del oficio del atelier.

Aunque la base cromática se construyó en crema, marfil, topo y ébano, la colección evitó la monotonía gracias a brochazos de plata, amarillo pálido, negro profundo y granate. Un vestido lencero en satén azul-plata con bomber de seda amarilla ribeteada en plumas se alzó como punto álgido, demostrando que la maison domina el contraste cuando lo utiliza con cuentagotas. El tweed incluyó hilos metálicos y micro-lúrex, insinuando nocturnidad sin depender del negro, mientras los bordados de cristal y canutillo aportaron brillos controlados que reverberaban a cada paso.

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La silueta se alargó y se suavizó. Tres túnicas de tweed inauguraron el show, escoltadas por capas de flecos que añadían ritmo. Hubo abrigos de mohair casi monásticos, faldas lápiz de satén baby blue y un traje chaleco-pantalón de lentejuelas y botones joya, corte flare, que tradujo el tweed diurno a un código de cóctel. La estructura se apoyó siempre en la ligereza del chiffon y del tul, responsables de un movimiento ondulante que los observadores describieron como “hidráulico”. Botas altas —en piel lisa o acharolada— articularon todas las salidas y, de paso, conectaron con el fetichismo práctico que Blazy exploró en Bottega Veneta.

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Técnica por encima de espectáculo

Más que perseguir tendencias, el equipo afinó el oficio en forma de plumas aplicadas a modo de lunares, plisados que sostenían la tela sin dominarla, y bordados microscópicos que dibujaban constelaciones sobre hombros y canesús. La dualidad blanco-negro —piedra angular de la casa— apareció en chalecos, capas y trajes de falda, reafirmando la vocación atemporal de Chanel.

Chanel Alta Costura 2025-26
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La colección funcionó como puente entre tres momentos: la estética pragmática de Mademoiselle, el dramatismo gráfico de Lagerfeld y la suavidad romántica de Viard. Sin una voz visible, el discurso resultó coral, casi académico, donde la lección consistía en repasar las lecciones aprendidas antes de entregar el cuaderno al profesor entrante. Blazy recibirá así un lienzo en blanco, pero también un recordatorio tácito de las reglas del juego: tweed, confort, feminidad y un diálogo constante entre tradición y ahora.

Los habituales del front row 

El carácter de recapitulación se subrayó en la primera fila, donde Carlota Casiraghi, Penélope Cruz, Keira Knightley, Lorde o Kirsten Dunst, respaldaron con su presencia la continuidad de la marca. En una temporada marcada por relevos (Gucci, Balenciaga y Dior también estrenarán dirección creativa), Chanel optó por reafirmar sus cimientos frente a la volatilidad del mercado. Las espigas, símbolo de prosperidad, resultaron más elocuentes que cualquier discurso corporativo: hay futuro porque hay raíces.

Carlota Casiraghi en el desfile de Chanel de Alta Costura
Gtres

Con la industria del lujo en pleno reajuste, Chanel necesitaba demostrar solidez sin caer en la monotonía. Lo consiguió mirando atrás para coger impulso hacia delante. Cuando Matthieu Blazy debute, encontrará un terreno fértil con códigos inalterados, un equipo en plena forma y un público que ya ha aceptado la transición. Mientras tanto, este desfile quedará como ejemplo de cómo cerrar un ciclo sin nostalgia, porque la couture puede ser espectáculo, sí, pero también puede ser un ejercicio de memoria colectiva al servicio de la moda que viene.