Si tenemos en cuenta que hablamos de una de las mujeres más conocidas del país, calificar a Sara Carbonero (Corral de Almaguer, 1984) como un enigma por descifrar puede sonar a hipérbole periodística. Todo está dicho ya sobre aquella joven toledana que consiguió trascender las asépticas paredes del informativo para convertirse en un referente generacional.

Un icono que inspiraba entonces ataviada con un micro, un bloc y un puñado de decenarios en la muñeca, y que lo sigue haciendo ahora a través de su propia marca de ropa. La misma que puso en pausa su carrera para mudarse a Oporto y grabarse en tinta su nostálgica saudade, y que encontró en una ventana de Instagram la mejor forma para hacer volar versos y melodías. Pero hay otra Sara. La guerrera y la superviviente.

La que agradece haber escuchado las señales que le mandaba su cuerpo, obligándose a bajar las revoluciones y cuidarse. La que hizo de la prudencia bandera tras verse deslumbrada por unos focos tan inmisericordes que hoy serían inadmisibles. Hay una Sara que se confiesa nerviosa por volver a ofrecer una entrevista tras años apartada de la primera línea mediática, pero que está dispuesta a disfrutar como nunca de la década que se abre ante ella. “Me quedan muchos sueños por cumplir, muchos conciertos por ver y muchos libros que leer”, confirma. Y muchas reflexiones por compartir. Aquí van unas cuantas.

Tras un tiempo alejada de la esfera pública, ¿cómo encontramos hoy a Sara Carbonero? Estoy bien, mejor que otras muchas veces que estaba más expuesta y de cara al público. Muy centrada en Slowlove, la marca de ropa que tengo junto a mi amiga Isabel Jiménez y que ha crecido muy rápido después de que la adquiriera el grupo Tendam. Y también en escribir, que llevo años diciéndolo, pero ahora sí que está muy cerca un proyecto. Sigo maquinando cosas porque echo en falta los medios, pero me ha sentado bien parar y respirar.

En el manifiesto de tu marca se repite varias veces una palabra: libertad. ¿Se puede ser libre estando tantos años bajo el foco mediático? Te reconozco que una de las espinitas que tengo es sentir que no gozo de una libertad plena, como pueda tener cualquiera. Es una de las partes menos agradables de desempeñar una profesión pública y creo que todos tenemos el derecho fundamental a mantener una parcela de intimidad. De hecho, en las redes lo he intentado hacer así; nunca voy a contar todo porque pienso que nadie debería hacerlo. Con el tiempo he aprendido a frenar y meditar: si yo no puedo cambiar las cosas, la que sí puede cambiar soy yo.

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Xavi Gordo

¿Y esa cierta opacidad que rodea tu figura es una respuesta a lo que has vivido? Con los años he aprendido a relativizarlo todo y no quiero que suene trascendente, pero es cierto que el salto a Telecinco me cambió bastante la vida. Me volví un poco más hermética y desconfiada, mis propios amigos me lo decían. Y no me gusta, pero es inevitable que te cambie la personalidad cuando cada cosa que dices es analizada con lupa. Tenía una presión muy grande, adelgacé muchísimo… nadie está preparado para eso. Por otro lado, siempre he tenido ese punto reservado y no concibo retransmitir todo lo que me ocurre en las redes. Lo haría igual si fuese anónima. 

¿Intuyes que si lo que te pasó a ti en el Mundial se repitiera hoy, con el auge del feminismo, la reacción de la sociedad sería distinta? Sí, las cosas han cambiado. Creo que no se hubiera permitido, o se habría alzado más la voz. Yo era una mujer desempeñando su profesión en Sudáfrica de la mejor manera posible, con errores como todos y muchas horas de directo, pero esa ridiculización y esa burla te pasan factura. Tampoco supe defenderme. Ahora veo a las jóvenes de veintipocos años con unas tablas, una seguridad, un empoderamiento… Me hubiera encantado ser así, pero no tenía las herramientas. Qué bien que ahora esto no pase.

Te leí una cita, ‘Qué sería de nosotras sin nosotras’, que podría aplicarse a la unión mostrada por las futbolistas españolas tras el caso Rubiales. ¿Estás de acuerdo? Te diré que esa frase me la dijo Rossy de Palma en una entrevista y me pareció maravillosa. Las jugadoras de la selección ya venían pidiendo unas mejoras lógicas desde hace años, como tener masajistas o viajar en avión, y me parece muy bien que hayan aprovechado el altavoz del Mundial, y el apoyo masivo del feminismo, para reivindicarlo. No se quejaban por capricho. En cuanto a un presidente de la Federación, creo que tiene que estar a la altura porque representa la marca España y hay gestos y comportamientos inaceptables. 

¿Qué sentiste cuando las viste alzar el trofeo de campeonas? Mucha emoción. Vi el partido con mis hijos y me encantó la pasión con la que lo vivieron. Ellos no hablaban de la final del Mundial femenino, sino de la final del Mundial a secas. También me conmovieron historias como la de Olga Carmona, pero luego se empañó con este caso. No hay derecho a que no nos dejen ser noticia alguna vez por méritos propios. Aun así, me pareció una victoria más allá de lo deportivo, una victoria social.

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Xavi Gordo

¿Cuántas veces ha sonado tu teléfono ofreciéndote volver a la televisión? Suena, suena… Y ojalá no deje de hacerlo, pero han propuesto cosas en las que no me terminaba de ver. Los últimos años he hecho radio musical y me gustaría seguir en el periodismo cultural porque es mi pasión. También me encantaría hacer un programa de entrevistas donde la gente pueda abrirse y sentirse relajada. Como a mí no me gusta que me hagan preguntas muy personales, o ir solo a buscar el titular, sabría crear ese clima.

Antes de aceptar una de esas ofertas, ¿tienes en cuenta el desequilibrio que tu regreso pueda suponer en tu vida? Ahora me falta un poquito de rock & roll. Mi cabeza está bien cuando está más ocupada, pero no volvería a hacer algo que me estresara o con un horario que me impidiera estar con mis hijos. Yo puedo elegir, pero la conciliación es un debate importante y hay que cambiar muchas cosas. No sacrificaría mi vida familiar por un proyecto muy ambicioso. Insisto, tengo que tener calma porque mi cuerpo me da avisos. Y a ti, y a todos. 

“Mi lado boho es real. Pero también tengo mucho impulso... soy aventurera. Soy una mujer valiente que se ha reinventado y que se ha sobrepuesto a situaciones de adversidad.”

No sé si quieres añadir algo sobre tu estado de salud. ¿Podemos decir que estás bien y recuperada? Todo lo que he querido contar lo he ido contando. Estoy bien, cuidándome muchísimo porque en la vida hay enfermedades, muchas por desgracia autoinmunes, que se tienen que abarcar de una manera multifuncional. Hay que cuidar la salud física y la mental, que me encanta que haya dejado de ser un tabú y se hable sobre ella. Estoy cada vez más fuerte y encontrándome a mí misma. Voy a cumplir 40 en unos meses y siempre he imaginado esa década muy bonita, con mucha sabiduría y bagaje para la mujer. Espero que, en mi caso, esté protagonizada por la tranquilidad.

Sí que transmites una imagen muy bohemia y calmada pero, ¿cuándo sacas a la Sara más salvaje y cañera? Todo el rato. Como dice una canción de mi amiga Belén López, “somos mil mujeres”, y ese lado boho es real. Cuando me fui a vivir a Oporto me invadió el slow life y me ayudó a frenar. Pero también tengo mucho impulso… soy aventurera, me embarco en casi cualquier cosa. Soy una mujer valiente que se ha reinventado en la vida, que se ha sobrepuesto a situaciones de adversidad. Las mujeres somos guerreras y cuando tenemos que sacar las garras por los nuestros, lo hacemos.

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Xavi Gordo

Eres Brand Ambassador de Falconeri, una firma imprescindible del look otoñal. Va muy en sintonía con tu estilo, como demuestras en este reportaje. ¿Qué no puede faltar en tu armario estos meses? El cashmere de Falconeri, por supuesto, es gustoso, maravilloso. Imprescindible una biker de cuero. Y el denim también me flipa; no sé cuántos vaqueros puedo tener. Y botas: cowboy, campera… El otoño es mi estación preferida; me encanta ver llover por la ventana con mi té y mis libros.

Hablabas sobre una nueva aventura editorial… El proyecto consiste en llevar al papel algo como el blog que tenía antes. Compartir mis pensamientos, cartas que he escrito, ilustraciones, recuperar una especie de cajón desastre. Y es terapéutico para mí. Si publico algo algún día quiero que tenga verdad, y ahí sí que pierdo el miedo a contar más cosas sobre mí, a recordar momentos más o menos agradables.

Has convertido tu perfil de Instagram en un escaparate de tu amor por la lectura. ¿Suscribes esa afirmación de Lorca de que ‘la poesía no quiere adeptos, quiere amantes’? La literatura y la música han sido un bálsamo; me han salvado de mis peores momentos. Instagram es una especie de álbum que me gusta revisar para recordar cómo estaba entonces. Me inspira el drama, el desamor, la tristeza o la saudade de Oporto, una palabra tan importante que incluso la llevo tatuada. Pero mi relación con Instagram va por rachas. La gente tiene que saber que son ventanas: nadie está todo el día ni perfecta ni melancólica ni nada.

¿Le das muchas vueltas antes de subir cualquier contenido a tu cuenta? Sí, ¿para qué voy a decirte que no? Tengo muchísima inseguridad, soy muy perfeccionista y hay veces que lo pienso, lo subo y al día siguiente lo quitaría. También tengo etapas de desaparecer de Instagram, pero si te vas 15 días la gente te busca para ver si está todo bien cuando tú quizás estás mejor que nunca. Nos tenemos que acostumbrar a convivir con las redes, pero me atrevo a decir que sin ellas viviríamos mucho mejor.

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Xavi Gordo

En la cuenta de tu pareja, Nacho Taboada, aparece esta frase: “Todos tenemos dos vidas: la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que tenemos solamente una”. Hay un momento en la vida, ya sea por una enfermedad, una depresión, un problema laboral o sentimental, que te das cuenta de que esto son dos días. A raíz de conocer a auténticos influencers como Elena Huelva o Pau Donés entiendes que la vida es un regalo. Y efectivamente, la empiezas a vivir a tope en cuanto descubres que has empezado la segunda.

Y con tanto amor por la literatura y la música en casa, ¿intuyes ya trazas de artista en alguno de tus hijos o son más de la Kings League? (Ríe) Son de todo. A los dos les gusta el fútbol y me encanta por los valores que inculca el deporte. Pero el mayor tiene una vena creativa grande y le gusta muchísimo la música. Yo también soy muy pesada: cada noche leen un libro, tocan el papel y los llevo a musicales, exposiciones… Hay que inculcar la cultura en casa. Mi mayor reto es que mis hijos se sigan sorprendiendo y emocionando con las cosas pequeñas. 

*Fotografía Xavi Gordo Realización Francesca Rinciari