Hablar de Judit Mascó es hablar de belleza, sí, pero también de coherencia, de luz y de una elegancia que no entiende de tendencias. La modelo catalana lleva décadas siendo un referente, dentro y fuera de las pasarelas, y hoy, a sus 55 años, continúa siendo admirada por mujeres de todas las edades. Lejos de encasillarse en el pasado, ha sabido evolucionar con autenticidad, abrazando los cambios del tiempo con naturalidad y propósito. Porque si algo tiene claro es que el paso de los años no es un problema, sino una celebración.
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“Si la piel está cuidada, las arrugas son un signo con el que celebrar los años vividos”, afirma sin dudar. Esta declaración, tan rotunda como sencilla, resume a la perfección su filosofía. Frente a un panorama en el que la presión estética y la búsqueda de la eterna juventud llevan a muchas mujeres a huir de la arruga como si fuera una enemiga, Mascó se posiciona del lado de la aceptación. Pero no una aceptación pasiva, sino consciente y activa: la que entiende que el cuidado de la piel, del cuerpo y de la mente forman parte de una misma ecuación de bienestar.
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En sus entrevistas para ISDIN, marca con la que colabora desde hace tiempo, Judit desgrana con honestidad los pilares de su rutina, que define como un cuidado 360º: desde la limpieza facial hasta la conexión con la naturaleza, pasando por una alimentación equilibrada, el deporte y, por supuesto, el cuidado emocional. “La belleza es felicidad, bienestar, sentirte bien… y todo eso se refleja en tu piel”, dice. Y no podríamos estar más de acuerdo.
Rutina y constancia: sus verdaderos secretos
No hay fórmulas mágicas, ni productos milagrosos. Lo que hay es rutina, constancia y una manera de vivir que pone el foco en lo esencial. “Estoy en una etapa donde te quedas con lo importante”, confiesa. Y esa misma visión aplica a su rutina facial, que sigue religiosamente mañana y noche. Su enfoque está lejos del maximalismo cosmético. Ella apuesta por lo que funciona, por lo que respeta y potencia su piel sin camuflarla ni transformarla.
Paso 1
Su ritual comienza, como debe ser, con una buena limpieza. “Es el paso más importante porque prepara la piel para todo lo demás”, asegura. Para ello, utiliza el limpiador Essential Cleansing de ISDIN, un básico que elimina impurezas sin agredir la piel.
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Paso 2
Aplica contorno de ojos: uno para el día, con efecto descongestionante e iluminador, y otro para la noche, más nutritivo, que trabaja sobre líneas y arrugas.
Paso 3
El tercer paso de su rutina es el sérum. Por la mañana, apuesta por la vitamina C, concretamente Flavo-C-Forte, que aporta luminosidad y combate los signos de la edad. Por la noche, no duda: su favorito es Retinal Intense, un sérum de retinol que considera “la estrella” de su rutina. “Me ayuda a lucir una piel radiante, tiene una textura muy agradable y suaviza las líneas de expresión”, explica.
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Paso 4
Tras el sérum, llega la hidratación, adaptada también al momento del día. De día, busca ligereza y frescura; de noche, nutrición y calma.
Paso 5
Y para cerrar su rutina de mañana, no falta el paso más importante de todos: la protección solar. “Es un imprescindible si quieres prevenir el envejecimiento”, recuerda. En esto, Judit y los dermatólogos hablan el mismo idioma: sin SPF, no hay rutina efectiva que valga.
Belleza holística y bienestar emocional
Pero lo que más llama la atención de Judit Mascó no es solo su piel, luminosa, fresca, con vida, sino la coherencia que transmite entre lo que dice, lo que hace y lo que proyecta. Su enfoque va más allá de lo estético. “Me gusta hablar de cuidado holístico: alimentación, deporte, actividades al aire libre… todo influye en cómo nos vemos y nos sentimos”, afirma. Y es precisamente esa visión integral la que inspira.
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Sus días están llenos de pequeñas rutinas que la conectan consigo misma: salir a pasear con su perro, cocinar en familia, moverse al aire libre. Actividades que, más allá del beneficio físico, alimentan su salud mental. Porque para ella, cuidarse no es una obligación estética, sino un acto de autoestima. “Cuidarse es salud. Es conocerse, escucharse y quererse”, resume.
En este sentido, Judit es una firme defensora de aceptar el paso del tiempo con dignidad. Lejos de negarlo, lo celebra. No desde la resignación, sino desde la conciencia. “Soy consciente de que el tiempo y la dedicación son un regalo que nos hacemos”, dice. Y en ese regalo entra todo: el tratamiento que aplicas con mimo, el paseo al sol, la crema que eliges con calma, el rato de desconexión con un libro o una conversación.
La inspiración está en lo cotidiano
Lo más inspirador de Judit Mascó es que no busca impresionar. Su discurso no está lleno de palabras técnicas ni de promesas imposibles. Al contrario: habla de hábitos sencillos, de respeto por el cuerpo, de escucharse sin prisas. Y quizás por eso conecta tanto. Porque en un mundo saturado de información, de gurús del bienestar y de tendencias contradictorias, su mensaje suena como un susurro necesario.
Su belleza no responde a fórmulas mágicas ni a exigencias inalcanzables. Es el reflejo de una manera de cuidarse sin artificios, de entender el paso del tiempo con inteligencia y de vivir con una mirada serena. Judit Mascó no impresiona por lo que aparenta, sino por la coherencia con la que se muestra. Y en eso, más que en cualquier rutina, reside su verdadero poder.