Convertida ya para siempre en uno de los nombres más importantes de la historia de la moda, Coco Chanel fallecía a los 87 años en su habitación del Hotel Ritz de París, donde vivía, el 10 de enero de 1971. Se cumplen por tanto 50 años de su desaparición física, y otros tantos de la continuidad de una maison de moda que es hoy uno de los grandes imperios fashion y símbolo del lujo más chic, exquisito y eterno.

Pero Gabrielle Bonheur Chanel, nacida en 1883 en Saumur, en la región del Valle del Loira, y con una durísima infancia marcada por la muerte de su madre y el abandono de su padre (la metió en un orfanato con apenas 10 años), personificó en su momento una de las grandes revoluciones ocurridas jamás en la historia de la moda. Primer gran nombre femenino en un mundo, el de la alta costura, dominado hasta entonces por hombres, y primera diseñadora en emplear a 4.000 trabajadores y tener hasta cinco boutiques en París allá por 1935, todo lo que creó desde cero desafiaba los imperativos femeninos de la época. Rebelde, adelantada, valiente, con su mítico pelo corto a lo garçon y también algo atormentada, vivió una búsqueda constante de la libertad y el empoderamiento femenino, aunque quizás entonces no fuera consciente del todo. De ahí que acabara con el corsé y las largas faldas propios de la Belle Époque, y que los cambiara por prendas de inspiración masculina, con siluetas amplias, cinturas sueltas y realizadas en tejidos resistentes.

Con ella, la moda femenina se apoderó de un estilo sin presiones, con precios más asequibles y que era creada, por primera vez, por una mujer con vida, ¡y qué vida!, y para mujeres reales. Su estilo visionario, exquisito y elegante, y a la vez chic y poderoso, se vio materializado en innovadoras creaciones como el jersey de algodón, los trajes de chaqueta y falda en tweed con cinturas y cuellos sueltos o los pantalones masculinos, todos recreados para ser lucidos por una nueva mujer, valiente y rebelde, como era ella misma. También quiso liberar los movimientos de sus clientas creando el primer bolso para colgar al hombro y los zapatos cómodos y con un increible poder para estilizar.

Además, Chanel, enamorada de las joyas y las perlas, creó las primeras piezas y colecciones de alta bisutería para que casi cualquier mujer pudiera gozar del lujo estético de las joyas a precios asequibles, sin olvidar que convirtió prendas como la camiseta de rayas bicolor o el vestido negro corto en símbolos de elegancia y sofisticación. Y aunque casi desde el primer momento contó con algunas de las admiradoras y clientas más célebres de cada época –en 1931 viajó a Hollywood a petición del famoso productor de cine Samuel Golwyn–, fue ella misma, y hasta el final de sus días, su mejor modelo. Son ya historia de la moda sus fotos vistiendo trajes de tweed, piezas de bisutería doradas y con perlas, alguno de sus maravillosos sombreros –no olvidemos que en su primera boutique, abierta en 1910 en París, vendía estos pequeños accesorios que comenzó diseñando–, y fumándose uno de sus cigarrillos casi hasta su último suspiro. Una mujer apasionante con una vida intensa y rebelde que conectó tanto con la llamada "Segunda Ola Feminista" de principios del S. XX que reclamaba el derecho al voto femenino –muchas mujeres lucían los trajes de siluetas liberadoras y poderosas inspirados por Chanel–, como con una supuesta colaboración con el ejército nazi. Extremos, rebeldía, valentía y mucho talento que a su regreso a París en 1954 tras el "exilio" posterior a la segunda Guerra Mundial, y ya con 71 años, gozó de una segunda época de éxito mundial, aún mayor y marcado por su "oposición" a estilos que volvían a encorsetar a la mujer como el icónico y elegantísimo New Look creado por Christian Dior en 1947 . Gracias, Cocó

 

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El traje bicolor

Su gusto por la sencillez y efectismo del bicolor no solo lo llevó a los zapatos; también se convirtió en una de las señas de identidad en sus prendas de ropa. Y el conjunto de chaqueta y falda de tweed también vio su máximo exponente de la elegancia en la versión bicolor –blanco y negro o azul y negro– potenciada con la presencia de los icónicos cuatro bolsillos con tapeta, convertidos en elementos ornamentales, y los ribetes de la chaquetita de tweed. Este estilo ha sido replicado una y otra vez en las sucesivas colecciones de Chanel, y reinterpretada tanto en los de PAP como en los de Haute Couture demostrando que la sencillez de la combinación de dos colores sigue resultando absolutamente exquisita.

chanel-hitos-rayas. La camiseta de rayas
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La camiseta de rayas

Usadas por los pescadores para protegerse del viento y el agua, el jersey de lana a rayas bicolor, un estampado que también llegó al uniforme oficial de la Armada francesa, fue adoptado por Coco como parte de su vestuario habitual a partir de 1913. Y si al principio fue, como casi todo lo que ella hizo, una auténtica revolución –apropiarse de una prenda de origen tan humilde, utilitario y masculino–, poco a poco se fue convirtiendo en pieza clave de intelectuales y artistas como Pablo Picasso, Brigitte Bardot y, claro está, Jean Paul Gaultier, quien también la tomó haciendo de ella su gran icono. Así fue como la versión ligera y cuidada de esta prenda se coló en los armarios femeninos franceses, transformándose en símbolo eterno del chic. Hoy, Chanel sigue incluyéndolas en casi todas sus colecciones, y raro es la mujer que no tiene, al menos, un par de camisetas navy o, dicho a la francesa, marinière, cuyo look más top sigue siendo con vaquero, bailarinas y blazer.

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El traje de "tweed"

La escasez de tejidos en la posguerra de la Primera Guerra Mundial y el gusto por la ropa masculina y deportiva que llevaba su entonces pareja, el Duque de Westminster, además de su afán de liberar a la mujer al menos estéticamente, fueron las claves para que Gabrielle Chanel creara otro de los grandes símbolos de la elegancia atemporal: el traje de tweed (de falda y chaqueta). Hasta ese momento, este tejido de lana escocesa se empleaba solo en la vestimenta masculina, dado su aspecto recio y formal, y Chanel, que lo descubrió en sus frecuentes viajes a Escocia con el Duque, se interesó por conocer las distintas variedades a las que podía acceder creando un look ya mítico de falda a media pierna, y de silueta suelta, y chaqueta sin cuello ni solapas. Eran los años 20 del siglo XX, y la creadora lo lucía combinado con tops de lana a rayas y sus collares de perlas. Hoy, este "dos piezas" se ha reinventado una y mil veces –por la propia maison, y también por otras firmas como Moschino–, se ha convertido en símbolo de empoderamiento femenino –muchas mujeres de la política y la alta dirección lo lucen para reafirmar su poder y elegancia–, e iconos de estilo históricos como Jackie Kennedy, Diana de Gales o Inès de la Fressange lo han lucido en su numerosas versiones.

chanel-hitos-bolso-cadena. El bolso con asa de cadena
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El bolso con asa de cadena

Visto con perspectiva, puede sorprender que el bolso con acolchado matelassé, tan célebre hoy, y copiado, diremos, como el 2.55 de Chanel resultara todo un acto de rebeldía en su momento, febrero del año 1955 (de ahí su nombre). Pero es que hasta entonces no existía el concepto de bolso para colgar al hombro, solo los de mano que, obviamente, limitaban mucho los movimientos de sus portadoras. Chanel decide añadirle al bolso las mismas cadenas metálicas (largas, para poder llevar sencilla o doble y más cortas) que introducía en los bajos de sus chaquetas de tweed para darle peso y caída, por lo que fue un doble escándalo: por un lado, convertir el elemento de belleza algo que estaba destinado hasta entonces a ser práctico sin más. Y por otro lado, ofrecer libertad de movimiento a las mujeres que, al llevar el bolso colgado al hombro, podían incluso meterse las manos en los bolsillos. Lo dicho: un escándalo. Su acogida fue, como cabe pesar, rápida y exitosa entre las mujeres de la época, incluida la propia Coco, que lo lucía orgullosa mientras se fumaba sus cigarros sin problema.

chanel-hitos-cinturon. El cinturón de cadenas
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El cinturón de cadenas

Entre los múltiples usos que le dio a la cadena metálica con la que daba caída y apresto a sus chaquetas de tweed está también su transformación en “joya”. Amante de la sencillez y la sobriedad, Coco Chanel también adoraba el exceso y exotismo de la estética oriental y del oro y los diamantes. De hecho, fue pionera en hacer de la bisutería piezas propias de la costura y la moda de lujo, y las cabezas de león (ella era Leo), las camelias, las perlas y las piedras de colores se combinaban de infinitas formas y detalles y siempre con el mismo resultado: piezas de elegancia exquisita y sofisticada. Y los cinturones de cadena, a veces con tiras de piel que se entrelazaban con los eslabones, exactamente igual que las asas de sus revolucionarios bolsos, también pasaron a formar parte de esas contadas invenciones fashion que pasaron a la historia por simbolizar la elegancia más moderna y, a la vez, atemporal.

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El "petite robe noire"

Más conocido como el LBD (Little Black Dress), la sencillez y austeridad del vestido corto de color negro, iniciada por Chanel en 1926, fue elevada a categoría de lujo y excelencia con el paso de los años. Cuando Coco lo presentó en público, esta prenda creada con el objetivo de que fuera accesible para todos los bolsillos, se inspiraba en la silueta típica de"Los Felices Años 20": cintura baja y patrón amplio y suelto. Fue tal su éxito que la prensa lo bautizó como el “Chanel Ford”, en alusión a la marca de coches americana, popularizada entre las clases medias de gran parte de EE.UU. y Europa. Todas las mujeres querían vestir un LBD, a pesar de que hasta el entonces el negro había sido casi en exclusiva el color del luto de los millones de viudas de la pandemia de la “Gripe Española (1918) y la I Guerra Mundial, además del servicio doméstico de la época.

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El "look" masculino

Tanto los denominados yatching pants, ligeros y en colores claros propios de la vestimenta estival y cerca del mar de los hombres como los pantalones sastre en tweed fueron dos de las piezas que Chanel tomó del armario masculino para adaptarlos muy ligeramente al femenino. Los combinaba con chaquetas a juego, también en tweed y lucidas sobre jerseys de punto ligero. Así, iconos del glamour andrógino de la época como Marlene Dietrich o Katharine Hepburn los adoptaron enseguida como piezas estrellas de sus estilismos y, a su vez, se fueron convirtiendo en algo más que una cuestión estética: en todo un acto político con el que las mujeres que los lucían dejaban claro su derecho a vestir “como ellos”, y a disfrutar de la comodidad y versatilidad de prendas como éstas. A día de hoy, el pantalón ancho y de tiro alto sigue siendo una constante en las colecciones de la maison, con versiones que incluyen incluso la piel.

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El vestido de noche blanco

Fruto de su amor por la estética oriental, y sus tejidos lujosos y satinados, y por la simplicidad de los looks de noche, Coco Chanel también popularizó los vestidos de color blanco para las ocasiones especiales. Lo que hoy nos nos sorprende ya tanto –el total white sigue siendo tan protagonista de noche como el total black–, en los años en los que la creadora trabaja supuso también una gran novedad. De hecho, ella lució este tipo de vestidos casi hasta su muerte y en alguna de las celebraciones nocturnas más famosas de la época, a menudo con detalles en color negro y combinados con sus inseparables perlas y sombreros.

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Los zapatos bicolor

Hoy estamos más que familiarizadas a este tipo de calzado, pero en el momento en el que la diseñadora francesa lo lanzó, año 1957, resultó ser una auténtica joya replicada hasta la saciedad. Primero, por su combinación de colores –negro en la puntera, beige el resto– capaz de, estéticamente, acortar el pie y alargar la pierna con un efectismo asombroso. Además, este zapato tenía un tacón que hoy sería definido como “sensato”, y su comodidad y versatilidad cumplieron, de nuevo, con todas las expectativas de miles de mujeres de Europa y EE.UU. En la actualidad, esta combinación cromática sigue protagonizando, con nuevos colores y texturas, calzado de todo tipo de la maison, y, por supuesto, de otras muchas firmas inspiradas en ella.

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Los collares de perlas sintéticas

Si bien fue el diseñador Paul Poiret el primero en emplear la bisutería en colecciones de una maison, el mérito de hacerlas un éxito generalizado fue de Coco Chanel. Ella fue pionera en la introducción en la moda de piezas que combinaban perlas y piedras sintéticas con diamantes y perlas reales, y fue así como sus sautoirs de perlas, o collares combinados, se convirtieron en la quintaesencia de la elegancia y el lujo exquisito. Además, las perlas fueron introduciéndose poco a poco en numerosos detalles de las prendas y accesorios de la maison –un ejemplo maravilloso son los tacones stilettos con perlas de adorno o los cinturones que sustituyen los eslabones metálicos por perlas sintéticas–. Aunque quizás el mayor hito logrado por Chanel con respecto a las perlas sea incluirlas en looks casual y rompiendo, así, con el estilo clásico, formal y conservador con el que hasta entonces se las identificaba.