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Si prestas atención, casi todo en la vida puede resumirse en dos tipos de personas: las que les gusta la pizza con piña y las que la detestan, quienes conocen a Montoya y quienes no (aunque lo critican), o, dicho de otro modo, las que participan del hype y esas que prefieren permanecer al margen con cara de asco (siempre en modo voyeur).

Piensa bien en qué lado de la balanza estás, sobre todo cuando se trata de tendencias, de esas que parecen poseer a gran parte de la sociedad hasta el punto de volverla obsesiva. ¿Tienes alguna amiga carne de la viralidad mediática? ¿No? Pues entonces, eres tú, y me atrevo a afirmar que te has dejado contagiar por la fiebre de los Labubus.

Labubu
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Hablamos de esos muñecos tiernos y espeluznantes, con dientes torcidos y porte travieso. Labubu es el peluche que ha logrado colarse en el ‘front row’ de algunos de los desfiles de las semanas de la moda, del mismo modo que lo ha hecho en el vestidor de Rihanna, Dua Lipa, Emma Roberts o Lisa y Rosé, de Blackpink; encontrando en TikTok un caldo de cultivo perfecto para aumentar su viralidad. En la red social encontramos ropita hecha a medida, accesorios y todo tipo de elementos adicionales para mimar a estos seres.

¿De dónde vienen los Labubus?

Labubu es una creación del artista hongkonés Kasing Lung, que lo concibió en 2015 como parte de la serie 'The Monsters', inspirada en las historias de los elfos de la mitología nórdica que escuchó durante su infancia en los Países Bajos. Su estética, mezcla de duende, peluche y dibujo animado ochentero, fue cautivando poco a poco a los amantes del arte pop y los juguetes de diseño.

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Pero su gran salto vino cuando Pop Mart, la gigante china de figuras coleccionables, se fijó en él. Juntos lanzaron a Labubu en versión blind box (cajas sorpresa) en 2019. Desde entonces, la marca ha transformado a este personaje en una estrella de culto, lanzando ediciones especiales, colaboraciones con marcas como Coca-Cola o la serie One Piece, y diseñando cápsulas temáticas para cada estación del año. 

Si bien es cierto que Labubu llevaba años en circulación entre coleccionistas asiáticos, su expansión global no se consolidó hasta principios de 2024. ¿El motivo? La cantante Lisa —Mook en ‘The White Lotus’—, mostró su propia colección, que va desde modelos gigantes hasta pequeños llaveros que cuelga de sus bolsos de lujo, a través de sus redes sociales. Esto fue suficiente para desatar la fiebre.

Labubu
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A partir de ahí, TikTok hizo el resto. Los vídeos bajo el hashtag #Labubu suman más de 500 millones de visualizaciones y muestran desde unboxings hasta tutoriales para personalizarlos o ideas para integrarlos en looks diarios. El personaje pasó de las vitrinas de Pop Mart a convertirse en el complemento estrella de bolsos de Hermès, Prada y Dior. Su aspecto, a medio camino entre lo adorable y lo inquietante, encaja perfectamente con la estética irónica y maximalista que domina actualmente el street style.

Los números de Labubu

El furor también se ha notado en las cifras. Según datos oficiales, Pop Mart duplicó sus ingresos en 2024, alcanzando los 13.040 millones de yuanes (unos 1.800 millones de dólares), y la línea “The Monsters”, de la que Labubu es protagonista, generó más de 400 millones de dólares, creciendo un 726% respecto al año anterior. Y eso sin contar el mercado de reventa.

En España, según un informe de Milanuncios, la demanda de Labubus creció un 856% entre octubre y noviembre de 2024. Los precios van desde 30 € para modelos básicos hasta más de 100 € por ediciones limitadas o descatalogadas. Algunas figuras raras pueden alcanzar cifras de tres ceros en plataformas de reventa. Y a pesar de tratarse de un juguete, no es un producto para niños: su público objetivo son adultos jóvenes con poder adquisitivo y gusto por lo coleccionable.

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Los motivos de la fiebre

Parte del hechizo (y del negocio) está en que nunca sabes qué versión de Labubu te va a tocar. El misterio de la caja sorpresa convierte cada compra en una montaña rusa emocional. ¿Te tocará el que querías o uno con cara de lunes? Lo importante no es tanto el muñeco como el momento del unboxing, retransmitido en directo cada detalle. Y si decepciona, no pasa nada, siempre puedes grabar tu drama y convertirlo en contenido viral. 

Después están las pop-ups que montan en tiendas de la talla de Harrods. Largas colas, nervios, ediciones limitadas y, a las pocas horas, el inevitable cartel de 'sold out' colgado como si fuera una sentencia. Nada genera más necesidad, que algo que no puedes conseguir. Ya sabes cómo funciona la ley de la oferta y la demanda.

Labubu
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Por último, tenemos que hablar de ese halo nostálgico que tanto gusta a la Generación Z. La promesa de recuperar, aunque sea durante tres minutos, algo parecido a la infancia. Labubu no es solo un muñeco raro, es una cápsula emocional, el recuerdo empaquetado de cuando todo parecía más fácil y los monstruos estaban en los cuentos, no en la bandeja de entrada. Por un momento, la vida se reduce a lo esencial: abrir, grabar, compartir y volver a empezar.