En su día declaró que protagonizar la serie Alma la “perturbó”. Pero lejos de amilanarse, Mireia Oriol (Argentina 1996), aceptó como un regalo y un reto el papel protagonista de Soy Nevenka, película de Movistar Plus+, que se estrena en cines el 27 de septiembre y se basa en un caso muy mediático: el de la denuncia por acoso interpuesta en el año 2000 por la concejala de Hacienda de Ponferrada contra el alcalde de dicha localidad.
En tremenda película te has metido. Es una historia que he cogido con mucho respeto. Al principio sentí bastante presión por querer representar bien a una mujer a la que admiro y que ya es historia de España y del feminismo. Necesitaba estar a la altura. Pero ha sido un proceso muy sanador, y eso que creí que iba a acabar fatal y necesitar tres pases de terapia. Gracias a Icíar (Bollaín, directora de la película) y a Urko (Olaizábal, el actor que interpreta al alcalde) me he sentido superempoderada.
¿Llegaste a conocer a la Nevenka real? Justo antes de rodar. Me fui a Dublín, donde vive con su familia. Al principio Icíar me decía que quería que construyese yo el personaje, que no llegara viciada intentando imitar, pero le repuse que necesitaba entender la energía que transmite una persona tras haber pasado por semejante trauma. Para mí era importante comprender su capacidad de lucha y supervivencia. Nevenka me habló todo el rato del poder de la verdad, de que por mucho que los demás no te crean, al final te escucharán y se hará justicia. En su caso, tuvo que tener una enorme confianza en sí misma para seguir adelante.
Denunciar no era lo normal en aquellos años. Hay gente que me ha dicho que recuerda lo que pasó como una trifulca amorosa donde ella era la trepa, la que había entrado en el ayuntamiento intentando conseguir un mejor puesto. Y que las noticias pintaban a Nevenka como una buscona.
Menos mal que hemos evolucionado. Lo que ha cambiado, al menos en mi caso, es la escucha y ayuda entre mujeres. Todas mis amigas han vivido situaciones complicadas, pero siempre surgen reuniones de mujeres que compartimos, hablamos y si una tiene que ir a terapia se le hacen recomendaciones, se le aconseja leer este o aquel libro... Hay un apoyo incondicional y no se pone en duda lo que contamos. Aun así, falta avanzar un montón.
El año pasado contabas que estabas buscando la estabilidad. ¿Prueba superada? No sé qué decir, porque yo creo que en mi profesión eso es un imposible. Me hallaba en un momento de buscar el equilibrio, de no pasarme el rato metida en este mundo porque, a veces, estar siempre rodeada de gente de la profesión no es sano: todas tus inseguridades y tus ansiedades se retroalimentan. Son cosas que, por mucho que vayas a terapia, las gestiones y las hables siguen ahí. Para mí eso fue demasiado. Quería hallar un espacio donde llevar una vida normal y aprender a relativizar. Y lo he encontrado. ¿Pero estabilidad? No sé lo que es eso.
¿Te reafirmas en aquello de que tu vida es poco interesante? Entiendo que haya quien no lo vea así, pero a lo que me refiero es a que mi vida personal no es tan importante. Tengo mis dudas, ansiedades y cosas que creo que comparte mi generación. Pienso mucho en cómo se percibe socialmente el éxito; por ejemplo, el éxito social. Creía que eso era el culmen, pero me he dado cuenta de que no. Consigues cosas que imaginas te van a dar satisfacción y luego te das cuenta de que no es así. Llegas a tu meta e igual te sientes superinfeliz debido a esa autoexigencia loca que te lleva a no conformarte nunca. Sí es verdad que el éxito luce un montón visto desde fuera, pero por dentro todos tenemos lo nuestro.
Comentabas que la belleza está cambiando, pero la estética imperante sigue siendo muy canónica. Los trastornos de conducta alimentaria o la dismorfia están más disparados que nunca, cierto. En esto, el tema de las redes no ayuda. Es algo muy trillado, pero tú puedes ponerte un filtro que te cambie la cara y relacionarte así con otros. Todo ello genera un espacio entre lo que quieres y lo que te gustaría ser cada vez más grande, más loco y, lo peor, en edades de formación donde te encuentras superconfusa. Llevo desarrollando un proyecto audiovisual sobre este tema desde hace años y es algo que me inquieta mucho. Yo soy una persona supernormativa, superdelgada, a la que a veces cogen por ser guapa. Pero en el fondo me sigo sintiendo muy insegura, con una gran presión sobre mi cuerpo. De hecho, tengo conflicto con mi delgadez a la hora de interpretar ciertos personajes, por verme en la televisión tan flaca. La perfección que todos buscamos es irreal, una locura. Siendo esclavo de tu físico es imposible ser feliz, pero a ver cómo le dices tú a alguien que deje de preocuparse por su físico.
Cuéntanos más sobre ese proyecto que te traes entre manos. Se basa en mi experiencia como modelo y en la de otras chicas con las que he hablado. He intentado confeccionar un relato sobre la necesidad de complacer, de construir una historia a través de la mirada de los demás en un entorno salvaje cuando tienes 18 o 19 años. Nada te prepara para ello. En mi caso desarrollé un trastorno de alimentación que por suerte no duró mucho, porque tuve la capacidad de darme cuenta de lo que ocurría y mi entorno me apoyó. El problema ahora es que levantar una película es un proceso intenso, largo y con altibajos. Muchas veces he dicho que lo dejo, pero en el fondo no puedo porque se trata de algo que me mueve por dentro. Creo que es una historia que nos ha pasado a muchas, que no se ha explicado de esta manera y que sé que puede ayudar.
¿Te has mudado ya a Madrid? Vivo en Barcelona. En Madrid estuve dos años y sigue siendo un sitio familiar, pero necesito más tranquilidad, un espacio donde no se hable de la profesión. Ahora mismo estoy full montañera: me encanta irme a la montaña a hacer rutas, porque mi pareja es superdeportista. Hay mucho de meditación en ello, en encontrarte en medio de la ruta y ver que aún te queda un montón. Es entonces cuando intentas buscar la calma y no desesperarte. Confieso que estoy un poco enganchada a ese proceso.
fotografía Danniel rojas
- Realización: Piluca valverde
- Maquillaje: Miguel A. Tragacete (The Crew Art) para Chanel.
- Peluquería: Fernando Torrent (Another Agency) para Keune.
- Asistente de realización: Amaia Artazcoz.
- Asistente de fotografía: Javi Blanco.
- Manicura: Nubia Janeth Soacha.