Cuando ellas dominaban el mundo, la princesa Leonor todavía gateaba, el iPhone no había visto la luz, Barack Obama era un senador semidesconocido y Penélope Cruzconseguía su primera nominación al Oscar por Volver. 16 años después quizá no conserven la misma ubicuidad, pero cuentan con la llave para copar titulares a su merced y mantienen intacto el halo de leyendas ganado a pulso durante aquellos días, cimentando el camino que transitarían después las estrellas de la generación digital. Tal era la atención mediática y el interés social que despertaba la amistad de Britney Spears y Paris Hilton que la prensa no dudó en calificar al trío que forjaron con Lindsay Lohan –aunque esta última no era una amiga cercana– como la “Santísima Trinidad”. Más allá de las interminables noches de fiesta documentadas por los paparazzi, su vínculo llegó hasta el punto de que Hilton fue la encargada de entregar el premio al mejor video pop del año a Spears en los MTV Video Music Awards de 2008. Una amistad fundacional de los dos mil que, a pesar de los diferentes altibajos que han vivido sus protagonistas en los últimos años, ha marcado dos vidas ciertamente paralelas y continúa tan vigente como su estatus de mitos de la cultura pop.

La prueba más reciente la tenemos en las lágrimas de Paris en la boda de su amiga este verano. Según ha confesado la propia Hilton a InStyle en la entrevista que protagoniza nuestro número de octubre, la empresaria e influencer se emocionó viendo a su amiga caminando hacia el altar en su boda del pasado junio con el entrenador personal Sam Asghari. “Fue increíble estar allí con tantas amigas y mujeres icónicas, con gente que la quiere tanto”, asegura. Para el recuerdo, una de las imágenes más virales del año: Hilton y Britney posan acompañadas de otras estrellas como Madonna, Donatella Versace, Drew Barrymore y Selena Gomez en una imagen que suma más de tres millones de ‘Me gusta’. Tal es la importancia que el enlace de su amiga tenía para Paris que la dj rechazó incluso la propuesta de pinchar en una fiesta promovida por el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para asistir a la boda. Ella no se arrepiente de la decisión: “De ninguna de las maneras me iba a perder el día especial de Britney”.

No siempre fue así. Tras saborear la fama desde la adolescencia y reinar en sus respectivas industrias a principios de siglo, ambas vivieron de manera simultánea el lado más crudo de la fama. Víctimas del auge imparable de una prensa amarillista carente de escrúpulos, las fiestas en los locales más exclusivos de Beverly Hills dieron paso poco después a episodios menos edificantes como la fugaz condena de cárcel en el caso de Hilton o los diferentes ingresos en centros de rehabilitación de Spears. Su amistad se resintió y los tabloides contribuyeron a ello. “En los 2000 a los medios les encantaba enfrentar a las mujeres entre ellas. Cada periódico causaba más drama del que ya existía, diciendo que tal y tal se odiaban o que estaban peleadas. En la escena de Los Ángeles todo era muy público y lo vivíamos como si fuera un drama de instituto. Éramos muy jóvenes e inmaduras”, reflexionaba Hilton en su podcast This is Paris.

Los paralelismos también aparecen en el lado más traumático de su vida. Al mismo tiempo que la dj denunciaba en un documental los años de abusos que sufrió durante su adolescencia en un internado estadounidense y se erigía en activista, Britney Spears conseguía liberarse de su tutela paterna reclamada de manera unánime y global. El grito que exigía su independencia fue tal que la intérprete de hits como Toxic lograba entrar en la lista de los 100 personajes más influyentes de 2021 para Time. ¿A quién encargaron loar sus hitos y hazañas en la prestigiosa revista? A Paris, claro. “Cuando yo pienso en Britney Spears veo el alma más dulce. Una madre. Una amiga. Una luchadora. Una joven que creció en la cultura sensacionalista de la década de 2000, cuando la máquina de los paparazzi era admitida, implacable y cruel. Sí, hemos visto a Britney batir récords y entregar al mundo éxito tras éxito. Pero tras los escenarios, sobrevivió a más de una década de trauma y abusos en su tutela”, escribía.

Ambas convirtieron el dolor en propósito y han conseguido rehacer sus vidas tanto en el aspecto profesional como en el personal. En lo concerniente al primero, Spears prepara su nuevo disco y vuelve a liderar ahora las listas, diez años después de su último éxito, gracias a Hold Me Closer, su reciente colaboración con Elton John. Hilton, por su parte, despliega una carrera polifacética con podcasts, programas de televisión, líneas de moda, fragancias, una compañía de medios y presume de una influencia cada vez mayor en las pasarelas con tendencias como el Y2K o el Barbiecore. Respecto al apartado sentimental, mientras que Britney subió al altar este mes de junio, Paris dio el ‘sí, quiero’ el pasado noviembre al empresario Carter Reum y anticipa con entusiasmo su deseo de ser madre por primera vez. Casi tres lustros después de que se forjara la sororidad más mediática de nuestro tiempo, el apego de las dos estrellas sigue tan robusto –y fascinante– como en sus comienzos. Su redención actual es la de toda una época. Larga vida a las reinas.