Si hay un nombre que sigue resonando en la industria tres décadas después, ese sin duda es el de Naomi Campbell. Formó parte del selecto grupo de supermodelos que arrasaron en los años 90, al que también pertenecieron Cindy Crawford o Linda Evangelista, desafiando los moldes de la industria y convirtiéndose en uno de los referentes más seguidos.
Su imagen siempre se ha caracterizado por ser potente y elegante, conociendo a la perfección que es lo que le sienta bien y cómo puede sacarse el máximo partido. Después de estar en las mejores pasarelas del mundo y haber trabajado con todo tipo de profesionales, el mundo del maquillaje ya es una parte intrínseca de su vida. No lo ve como una máscara, sino como una herramienta con la que potenciar sus rasgos naturales.
Una piel saludable es la mejor prebase
Hay dos cosas que destacan de la imagen de Naomi. Por un lado, se interminable melena negra y, por otro, su piel de ensueño. Esto no solo es cuestión de genética, sino que tiene una rutina de cuidados muy estudiada. “Siempre empiezo con una crema limpiadora y un poco de jabón líquido. También uso vitamina C y aceite de rosa en el rostro”, afirmaba en una entrevista.
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En su caso, siempre prescinde de bases demasiado cubrientes o que no se adapten a tu tono de piel, demostrando que no hay nada mejor que una piel bien tratada. “Para mí, la hidratación es lo más importante. Me gusta que mi piel se vea grasa y brillante. Me hidrato constantemente: mascarillas, mascarillas faciales, mascarillas cremosas, mascarillas de papel”, añadía.
Este enfoque desafía la tendencia de matificarlo todo que tanta popularidad había ganado hace unos años, dejando que la piel respire y brille. “No me gusta que la base parezca una máscara. Nunca me aplico base en la frente, porque quiero parecer como si no llevara nada”, decía. “Cuando no estoy trabajando, intento no maquillarme en absoluto. Me gusta tener simplemente la piel limpia”, remataba.
Colorete, sí. Pero con inteligencia
Uno de nuestros productos favoritos, que nunca puede faltar en el neceser, es el colorete. Tiene la capacidad de aportar vitalidad y un efecto “buena cara” al instante, sin necesidades de complicaciones o rutinas interminables. En el caso de la modelo, también lo considera un básico, aunque resalta la importancia de una buena aplicación.
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“No me gusta aplicar el rubor en la parte baja de las mejillas. Creo que parece de payaso, y resta protagonismo a la estructura ósea… Es bueno resaltar cada hueso, creo”, comentaba. Para conseguir ese efecto lifting, lo mejor es aplicarlo en la zona alta del pómulo y extenderlo bien hacia la sien, especialmente si es en formato crema. Esto se puede completar con iluminador en puntos clave y de contornos sutiles que se difuminen con precisión y ayudan a esculpir el rostro.
Ojos y labios que hablan por sí solos
Naomi ve el maquillaje como una forma de expresión, y eso se nota. Cada detalle está bien escogido, siempre acorde a su tonalidad de piel y sus facciones, aunque no siempre ha sido así. “Estando detrás del escenario en desfiles, había estilistas que no tenían experiencia con modelos negras… Siempre llevaba mis propios productos: mis tonos de maquillaje, productos para el cabello, todo, solo para asegurarme de tener lo que necesitaba”, confesaba.
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En cuanto a los labios, no suele optar por tonalidades demasiado llamativas, sino colores nude o rosados que le aporten suavidad y complementen, no roben protagonismo. La perfección es algo que tiene muy en cuenta en este terreno, y tal y como confesaba en la entrevista, siempre advertía: “Revísate el pintalabios antes de venir a hablar conmigo”.
En los ojos, tiene menos limitaciones. “Si quiero hacerlo, lo hago. Es como si quiero ponerme pestañas, me las pongo”, explicaba. Por ello, suele potenciar mucho su mirada con delineados marcados y sombras cálidas, rematando con un poco de brillo (siempre de manera muy sutil).
Cómo maquillarse bien a partir de los 50
La supermodelo ya ha pasado los 50, demostrando que la edad es solo un número. En esta etapa no hay por qué evitar el maquillaje, simplemente hay que adaptarlo a nuestras nuevas necesidades. Hay que considerar una mayor hidratación de la piel, ya que con los años se va resecando, aso como buscar texturas cremosas que no marquen las líneas de expresión.
En cuanto a los correctores, estos deben ser ligeros pero pigmentados, aplicados solo donde hace falta, y siempre bien difuminados. Otro truco es usar menos cantidad, pero con una mayor precisión. No tenemos que cubrir todo el rostro, tal y como ha indicado Naomi, sino que hay que resaltar esos puntos fuertes con las técnicas adecuadas. El mensaje es claro: el maquillaje debe acompañar, no esconder.