El término Halloween se deriva de la contracción All Hallow’s Eve (víspera de todos los santos) y sus raíces se remontan a más de tres mil años de antigüedad, tiempo que se calcula lleva existiendo una tradición celta conocida como Samhain y que vendría a ser la madre de todas las noches de brujas. En realidad, esta última es una festividad pagana que todavía se sigue celebrando en las naciones de raíces celtas (Galicia incluida) y que marcaba el final del verano y el comienzo de un tiempo donde había mucha menos luz. Eso a grosso modo, porque tanto el Samhein como este tataratataranieto llamado Halloween creen que hay una noche al año en la que las almas de los que ya no están visitan los hogares de sus familiares. Y en es espectáculo, el fuego tiene un protagonismo especial, dado que se encendían hogueras con el fin de que los espíritus malignos no osaran acercarse allá donde no eran bienvenidos. Lógicamente, lo de los espíritus evolucionó con el tiempo y ahí el término empezó a abarcar desde las pantarujas hasta los demonios pasando por las brujas y los magos. El Día de Todos los Santos, como recoge la tradición católica, data del siglo VII d.C y fue instaurado por el Papa Bonifacio IV en un mes, mayo, que poco tenía que ver con la fiesta de fin de verano. Quizás el hombre lo que no quería era mezclar churras con merinas pero así, como spoiler, te diremos que poco le duró el propósito.
No hace falta que te contemos que Halloween, tal y como lo conocemos (o mejor, sus tradiciones) se identifica mucho con la cultura estadounidense. Sin embargo, la fiesta no llegó a América hasta mediados del siglo XIX y fue en los años 20 cuando empezó a celebrarse con fanfarrias y desfiles. De ahí a volvernos locos con disfraces etc quedaban solo unas décadas. No obstante, hoy en día, el Samhein o Samaín gana cada vez más adeptos e incluso hay druidas que conducen curiosas ceremonias. Aunque para curiosas, tradiciones como la de coger manzanas (símbolo de prosperidad), sumergirlas en un cubo con agua e intentar agarrarlas con la boca; iluminar calaveras, no solo calabazas; cerrar las casas para que únicamente entren las hadas (cómo discernir entre lo que es un hada y lo que no figura en el manual de primero de Samaín) y tener en cuenta que ese día se puede dejar la mesa sin recoger tras cenar por si a los muertos les da la gusa. No limpiar es bien. Eso sí, si tú quieres celebrarlo así en plan fiestón y sumar cosas divertidas y espeluznantes al menú, te dejamos varias ideas que lo mismo te hacen un apaño. Sigue leyendo.