helena rodero entrevista
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Cuando leí esta advertencia de Helena Rodero, sentí un escalofrío: ¿cómo era posible que tres gestos tan cotidianos pudieran sabotear mi melena día tras día? Durante años creí que la clave residía en la última mascarilla viral o en alternar champús profesionales; nunca imaginé que el verdadero enemigo estaba en el propio gesto, en el roce del agua, en el tirón al peinar o en el calor mal dosificado de un secador.

Con cada mechón seco en el suelo y con cada punta abierta que descubría, me preguntaba: ¿hasta qué punto mis hábitos estaban erosionando esa fibra tan delicada? El cabello posee su propia anatomía y leyes físicas: una cutícula que actúa como escudo, una médula de queratina que aporta estructura y un manto de sebo natural que lo protege.

Cuando estos tres pilares se ven comprometidos —por agua en exceso, por energía mecánica o por calor descontrolado— el resultado es un pelo opaco, quebradizo y, lo peor de todo, que tarda años en recuperar su esplendor. 

Me sumergí en ‘Todo sobre tu pelo y tu piel’ (Editorial Somos B) de Helena Rodero, farmacéutica y especialista en cabello, y entendí que no necesito fórmulas secretas ni rituales interminables, basta con corregir tres gestos fundamentales que, paradójicamente, son los que consideramos inofensivos.

Porque el cuidado capilar no empieza al aplicar un tratamiento de noche, sino en el momento en que abrimos el grifo, cuando deslizamos las púas del cepillo o cuando ajustamos la potencia del secador. A partir de ese día, decidí revisar mi protocolo y el cambio ha sido tan radical que mi melena por fin refleja salud, flexibilidad y un brillo natural que creía perdido.

Lavado: la trampa de la fatiga hígral

Durante mucho tiempo asumí que cuanto más tiempo dedicara al lavado, más pura quedaría mi melena. Sin embargo, Helena Rodero aclara que “el agua daña el cabello porque lo debilita; es lo que se conoce como fatiga hígral”.

Este fenómeno implica que la fibra capilar sufre un constante hinchamiento y deshinchamiento al entrar y salir de contacto con el agua, lo que distiende las escamas de la cutícula y las levanta como las tejas de un tejado viejo. Con el tiempo, esas tejas se desprenden y dejan la queratina interna al descubierto, donde el roce habitual —del aire, de la toalla, del cepillo— termina rompiendo la hebra con facilidad.

La solución no es huir del agua, sino optimizar cada segundo bajo el chorro. Aplica el champú únicamente en la raíz y utiliza las yemas de los dedos para masajear con movimientos suaves, siempre en una misma dirección y sin presionar con las uñas. Deja que la espuma residual limpie el largo mientras aclaras con un chorro moderado —ni demasiado fuerte ni demasiado suave— y en menos de un minuto retira todo el producto. Así evitas el desgaste innecesario de la fibra y mantienes la cutícula alineada, lista para recibir tratamientos posteriores sin pérdida de nutrientes.

Desenredar: suavidad antes que fuerza

Si el lavado mal gestionado despoja al cabello de su protección natural, un desenredado agresivo provoca microfracturas que acaban en roturas visibles y bolitas blancas en la hebra —la llamada triconodosis—.

Durante años, mi instinto fue cepillar rápido para acabar antes, pero Helena Rodero recomienda precisamente lo contrario: “Antes de pasar el cepillo, separa los nudos con los dedos.” Este gesto sencillísimo permite aliviar la tensión en los puntos más críticos y prevenir que los tirones mecánicos causen daños irreversibles.

Una vez localizados y aflojados los nudos, conviene elegir un cepillo diseñado para deslizarse suavemente: Rodero elogia el Fingerbrush Combo de Olivia Garden, que combina púas flexibles y firmes para eliminar enredos sin partir la fibra. La técnica ideal es peinar de abajo arriba: empieza por las puntas, donde el cabello es más frágil, y ve avanzando hacia la raíz según la hebra se vaya soltando.

Y cuando el pelo esté completamente seco, aconseja repetir con un cepillo de cerdas de jabalí: sus aceites naturales distribuyen el sebo del cuero cabelludo a lo largo de toda la hebra y minimizan la electricidad estática, otro enemigo silencioso que levanta la cutícula y provoca encrespamiento.

Cepillo Fingerbrush Combo, Olivia Garden
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Cepillo ligero y fácil de manejar, diseñado para un peinado ergonómico y relajado. Precio: 22 euros.

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Secado: entre mitos y certezas

Rodero desmonta el mito de que el secado al aire es siempre más saludable: “Dejar el cabello mojado es bastante desaconsejable, ya que la fatiga hígral hace que se debilite cada vez más.” En comparación, un secador bien utilizado, con medidas de protección, inflige menos daño al sellar la cutícula rápidamente y restablecer la configuración natural de la hebra.

La clave está en el control de dos variables: temperatura y distancia. Su recomendación es que no excedas los 50 °C bajo ningún concepto y mantén el difusor o la boquilla al menos a quince centímetros de la superficie del pelo. En cabellos lisos, puedes trabajar a potencia media-alta, secando por secciones y siempre en dirección de la cutícula —de la raíz a las puntas— para reducir el encrespamiento. En cabello rizado, opta por un difusor a potencia media, inclina la cabeza hacia abajo para ganar volumen y evita moverlo continuamente; así respetas la forma del rizo y controlas mejor el frizz.

Protocolo ideal paso a paso

Para hacérnoslo todavía más fácil, Rodero comparte un paso a paso para cuidar la melena: 

  1. Pre-peinado en seco: Cepilla con cerdas de jabalí para soltar enredos superficiales y distribuir el sebo.
     
  2. Lavado exprés: Aplica champú solo en la raíz, masajea con las yemas en movimientos unidireccionales y aclara en menos de un minuto.
     
  3. Escurrido sin estrujar: Usa una toalla de microfibra o un gorro absorbente, max. 5–10 minutos, sin retorcer ni estirar.
     
  4. Acondicionador sin aclarado (solo en medios y puntas): imprescindible en melenas muy porosas o rizadas.
     
  5. Desenredado húmedo: Suelta nudos con los dedos y luego cepilla de puntas a raíz con un cepillo desenredante profesional.
     
  6. Protección térmica: Aplica un spray ligero antes del secado y distribúyelo con un peine de dientes anchos.
     
  7. Secado inteligente: Liso, potencia media-alta y secciones de abajo arriba; rizado, difusor a potencia media y mínima manipulación.
     
  8. Mantenimiento: Cambia el cepillo cada 6–12 meses, duerme sobre funda de satén y evita recogidos tirantes.