Karl Lagerfeld (Hamburgo, 1933–París, 2019) le habría entrado la risa al saberse protagonista de la próxima exposición de moda orquestada por el MET. O quizá hubiera arqueado las cejas dada su alergia a los homenajes y su rechazo frontal a convertir sus diseños en objeto de exhibición. “Hacemos vestidos para que las mujeres sean felices y se sientan hermosas. Eso no es arte”, llegó a afirmar convencido de que los museos petrifican la moda.
Pero si existe un diseñador merecedor de una retrospectiva tan grandilocuente como su obra, ese es el káiser. Karl Lagerfeld: A Line of Beauty (Karl Lagerfeld: una línea de belleza), que podrá visitarse desde el 5 de mayo hasta el 16 de julio, pondrá de relieve su talento como dibujante enfrentando sus bocetos a las creaciones que realizó durante toda una vida dedicada a la moda. Más de seis décadas en las que dejó su impronta en firmas como Chanel o Fendi, convirtiéndose en uno de los mejores representantes de una generación de modistos en vías de extinción.
“Karl tenía un carisma inmenso. Era enigmático y sentía una pasión y curiosidad genuinas por todo lo que hacía. Siempre se esforzaba por ser el primero en probar cosas nuevas superando las expectativas”, recuerda para InStyle Caroline Lebar. La que fuera su mano derecha, además de Vicepresidenta de Imagen y Comunicación de la firma homónima que el creador lanzó en 1984, asegura que en los más de treinta años que trabajó junto a él jamás llegó a normalizar lo que suponía compartir rutina con un genio.
“Me despertaba pensando en lo afortunada que era y hoy estoy feliz de que el mundo pueda descubrir el portento que se escondía tras esas gafas de sol”, añade Lebar, quien también forma parte del equipo de asesores de la próxima película en la que Jared Leto dará vida al alemán.
Sus palabras sintetizan el sentir de una industria que destaca su ingenio y una capacidad de trabajo heredada de su madre. “Odio las vacaciones, eso es para los que hacen lo mismo en el mismo lugar todos los días”, llegó a asegurar. Fogueado en los talleres de Balmain después de ganar el premio Woolmark con 21 años y compartiendo podio con Yves Saint Laurent (con el que acabaría enemistado por culpa de un conquistador profesional llamado Jacques de Bascher), Lagerfeld hizo de esa obsesión por el trabajo su trampolín al éxito.
Convencido de que siempre podía hacerlo más rápido y mejor, llegó a firmar hasta veinte colecciones al año –algunas de forma anónima– mientras ejercía como director creativo para Chloé o Fendi, etiqueta para la que desempeñó el cargo de forma vitalicia.
Su consagración definitiva llegaría de la mano de Chanel: su aterrizaje en la maison la convirtió en el máximo exponente del lujo francés. Estrenándose en 1983, el mismo año en el que Gabrielle Chanel hubiera cumplido un siglo de vida, el alemán demostró que las perlas, las camelias o el tweed introducidos por su predecesora podían ser rabiosamente modernos.
Una fórmula, la de sumergirse en los archivos de la casa y resucitarlos, de la que fue maestro y pionero, y que junto a su capacidad para dotar a los desfiles de una espectacularidad inusitada –lo mismo convertía el Grand Palais en un glaciar que en un carrusel– le valieron el apodo de káiser. Un emperador con carta blanca para subir a la pasarela piercings, vaqueros o zapatillas deportivas de alta costura. Porque, aunque él mismo afirmara aquello de “los pantalones de chándal son un signo de derrota”, Lagerfeld también conocía la importancia de enmendarse a sí mismo.
Una de las cosas que más me impresiona es la cantidad de frases ingeniosas que pronunció”, explica a esta revista Marie Ottavi, periodista francesa autora de Karl, su biografía más reciente publicada en España por la editorial Superflua.
Más allá de la verborrea de la que solía hacer gala en sus entrevistas y que le llevaron a copar titulares con ocurrencias como “no me acuesto con nadie y menos con quien amo”, Lagerfeld fue un intelectual con una apabullante biblioteca y gran conocedor de la historia del siglo XVIII. “Jamás se entregó a placeres como el alcohol, las relaciones apasionadas o simplemente a no hacer nada”, añade Ottavi, subrayando su carácter austero.
Maquillaje: Gato (Kasteel Artist Management).
Peluquería: Jesús de Paula para Kérastase y Ghd.
Asistente de realización: Valle Vilches.
Asistentes de fotografía: Sara Nieto y Héctor Fraile
Modelo: Jeisa Chiminazzo (Uno Models)