Úrsula Corberó en InStyle abril
Minivestido y medias, de Saint Laurent y ear cuff, de Messika Paris

*Esta entrevista se realizó en marzo de 2020, antes de la declaración de Estado de Alarma por la pandemia por Covid-19. La actriz fue la protagonista de nuestro número de abril (aquí puedes ver la portada y el making of).

Acaba de llegar de Tokio –causa justificada para que durante la sesión de fotos se le escape más de un bostezo–, pasará cuatro días en Madrid y otro avión la pondrá rumbo a Buenos Aires. “Porque, además de trabajar, tengo un novio al que ver, ¿sabes?”, ríe Úrsula Corberó (Sant Pere de Vilamajor, Barcelona, 1989) haciendo alusión a Chino Darín, su pareja desde hace cuatro años. La actriz que Física y química introdujo en los hogares españoles y que la serie La casa de papel ha catapultado a más de 190 países, atesora –itinerancias aparte– una carrera fulgurante que se traduce en casi doce millones de seguidores en Instagram (en el momento en que se hizo esta entrevista) y que tiene a la propia Úrsula desconcertada. Quizás porque que la reconociesen en Japón era lo último que esperaba.

Desde hace un tiempo vives con la maleta a cuestas. ¿Cómo lo llevas?

No sé dónde vivo. No sé qué está pasando con mi vida. Antes casi no me movía porque estaba trabajando en Madrid y en estos dos últimos años no he parado de viajar. Me llena de orgullo y satisfacción, pero por otro lado me estoy empezando a dar cuenta de lo que significa vivir con un jet lag constante y no poder dormir ni en tu casa ni en tu cama todos los días.

Vienes de vivir dos meses en Japón. ¿Qué es lo que más te ha impresionado?

Bueno, más que vivir... rodar. Y residiendo en un hotel. Chino, que ya había estado, me decía: ‘Te vas a volver loca. Te va a volar la cabeza’. Cuando me salió la película (Úrsula interpreta a La Baronesa en el spin-off de G.I. Joe, Snake Eyes) y me dijeron que me iba a Tokio no daba crédito. He estado también en Kyoto, en Osaka, en un montón de sitios. Me ha dado la sensación de que todo funciona al revés, pero mejor. La gente está avanzadísima en todo. Me he sentido como en otro planeta.

¿Y allí te reconocían por La casa de papel?

¡Sí! Es muy fuerte. En ningún momento pensé que en Japón se vería LCDP. Imagínate, además, el choque cultural. La manera que tiene la gente de pedir fotos e interactuar con los actores es diferente a lo que estoy acostumbrada. Son educadísimos y extremadamente vergonzosos.

¿Les hacía gracia que en la serie te llamases como su ciudad?

‘Tokio en Tokio’ era el cachondeo total. Me quedé muerta: ‘No puede ser que la gente me conozca aquí, en Japón’. Me ha cambiado mucho la percepción de lo que ha pasado con la serie. Ahí pensé: ‘Es otra liga’.

¿Pesa lo de no ser anónima en casi ningún rincón del planeta?

Bueno, quiero creer que puedo hacer lo mismo que antes porque, si no, me vuelvo loca. Aunque debo decirte que últimamente salgo menos porque estoy todo el día interactuando con un montón de gente en rodajes, viajando, y cuando llego a Madrid me gusta estar en mi casa y llamar a mis amigos para que vengan a verme. Me cuesta más salir. Es la época, supongo. No pasa nada.

Si te pregunto: “¿Cómo empezó todo?”.

Venga, te hago una ‘bio’. Con seis años decidí que quería ser actriz. Mi madre en ese momento creo que era pescadera, mi padre carpintero y no sabían muy bien qué hacer porque era muy pesada. De hecho, lo sigo siendo, muy insistente y muy cabezona cuando se me pone algo entre ceja y ceja. Les dije que quería ser artista. Mi madre, la pobre, sin saber bien qué hacer encontró una agencia y ahí empezó todo, con trabajos de moda y publicidad.

Úrsula Corberó en InStyle abril
Vestido de raso, de Carolina Herrera; tacones de charol, de Saint Laurent y medias, de Calzedonia

¿Lo hubieses tenido más fácil siendo hija de actores?

Por un lado sí y por otro no. Todo tiene sus pros y sus contras, como con el tema de vivir con la maleta a cuestas. Y no queda más remedio. Sinceramente, no me puedo imaginar unos padres mejores de los que tengo, y ellos no son actores. Así que me quedo con eso. Seguramente si lo fueran te diría: ‘¡Pues tampoco los cambio!’.

¿Sabes que tienes el doble de seguidores en Instagram que Penélope Cruz y más que Rosalía?

¿Más que Penélope Cruz? ¿De verdad?

Sí, ella 5,3 millones y tú 11,9...

Perdona, pero casi 12 (ríe). Cuando se publique esto seguro que los tengo.

¿Qué te parece? ¿Una especie de entelequia?

No sé muy bien qué es, pero tengo que decir que me hace una ilusión tremenda. Me encanta tener muchos seguidores. A todos nos gusta, ¿no?

Y sin proponértelo. Porque no cuelgas demasiadas cosas.

Lo que intento es ser siempre lo más ‘yo’ posible. No sé si Instagram es una vara de medir el éxito o no, pero lo que para mí significa es que hay muchas personas interesadas en mi trabajo. Eso como actriz es genial. Si encima a la gente le caigo bien y me quieren seguir, pues mejor que mejor.

Tienes fama de ser muy divertida. ¿Reivindicas el humor por encima de todo?

El humor aplicado a uno mismo, principalmente. Los más importante es no perder ese punto de vista. En este trabajo te sientes muy expuesto –las mujeres más que nadie– y es importante relativizar las cosas. Mi mejor arma, la que más me protege del mal, es poder reírme de mí misma. Lo he heredado de mi familia y es una filosofía de vida que me ha salvado. Intento, aunque a veces sea difícil, no tomarme las cosas demasiado en serio. Cuando me preguntan: ‘Y bueno, ¿no te sientes presionada por tu trabajo?’, pienso: ‘¡Pero si estoy aquí para pasármelo bien!’. Solo tengo esta vida y he venido a disfrutarla y ser feliz. A ver, te digo esto pero tampoco es que yo sea una happy flower que pasa de todo y de todos; soy muy exigente y luego me cuesta mucho ponerlo en práctica. Pero parto de la siguiente base: estoy haciendo un curro que tiene que ver con algo artístico, con una forma creativa de expresarme que me gusta, que me hace ganar mucho dinero y conocer gente increíble. Además, me lo paso genial. Pero no estoy operando a nadie a corazón abierto ni mucho menos salvando vidas. Hay que ser consciente de ello.

Significa que tienes los pies en la tierra.

Ojo, que no quiero quedar como que soy perfecta, porque a mí la perfección no me gusta. La odio. Y también tengo mis rachas y días en los que estoy más rallada.

Úrsula Corberó en InStyle abril
Gabardina y short, de 4 Moncler Simone Rocha y ear cuff, de Messika Paris

Por cierto, da la sensación de que Chino y tú os lo pasáis muy bien juntos. ¿Cuál es vuestro secreto como pareja?

No lo sé muy bien, pero acabamos de hacer ¡cuatro años! Tengo un novio guapísimo y divino de la muerte. Flipo con él... ¡y él conmigo!

¿Cómo lleváis la relación a distancia?

Hay épocas para todo. Momentos en los que cada uno está focalizado en lo suyo y se agradece llegar a casa y no tener la necesidad de ‘dar’ al otro, porque nuestro trabajo es muy exigente y muy cansado, sobre todo mentalmente hablando. Pero no te voy a engañar: hay otros días en los que le echo muchísimo de menos y lo paso mal. Además, la distancia lo hace todo mucho más difícil. Cuando no estás en un buen momento, y al no poder haber contacto físico, no sabes cómo vas a reaccionar. Pero me encanta que él tenga su trabajo, que sea una persona independiente, con sus proyectos, y que los dos estemos viviendo una buena racha profesional. Es muy guay. Y encima nos ayudamos pasándonos los textos y demás.

¿Alguna vez te han dicho lo de si ‘te buscas novios tan guapos para dar envidia’?

¡Ay, no! No me lo habían dicho nunca, pero es que no me merezco menos, debo decirte (risas).

Hay gente que se siente culpable por zamparse una hamburguesa porque -dicen- serían incapaces de comerse un animal. ¿A ti te pasa?

Engullo la hamburguesa siendo consciente de que me como un animal. Intento, eso sí, averiguar la procedencia de la carne. Con eso estoy muy concienciada. No compro nada envasado. Voy a una carnicería que conozco desde hace tiempo, que sé de dónde traen la carne y la he visto con mis propios ojos. Pero no es excusa. Y la gente vegetariana me parece muy valiente, porque renuncia a algo por un mundo mejor. Es un gesto muy generoso. Yo tengo la intención de llegar a serlo y, de hecho, ya no consumo la misma carne que cuando tenía veinte años. Por ejemplo, aquí hay un poquito (señala el sandwich que se está comiendo durante esta entrevista) y me está dando ‘cosa’. Pero no te voy a engañar: después de los dos meses en Japón he vuelto y me he puesto hasta arriba de jamón ibérico. Mi intención es hacerlo poco a poco. Está bien que estemos concienciados, pero hay que entender que cada persona tiene su ritmo y adapta las cosas a su manera. Creo que es aplicable al ecologismo, al feminismo, a cualquier movimiento.

Hablando de estos nuevos “ismos”, ¿con cuál te gusta mojarte?

No me gusta ir de abanderada de ninguno. Como personaje público me está pasando algo extraño, y es que el movimiento feminista me está generando justo todo lo contrario de lo que debería. No puede ser que tenga miedo a decir según qué cosas por ser juzgada después. Porque yo también soy mujer y todas tenemos derecho a equivocarnos y a tener nuestra forma de pensar y nuestros ideales. Por ejemplo, me han preguntado muchas veces últimamente: ‘¿Qué significa para ti ser mujer a día de hoy?’. ‘¿A día de hoy?’ Es una pregunta muy fuerte porque yo siempre he sido mujer. Y para mí es un orgullo. Me considero feminista por las cosas que he hecho por mí misma y por el respeto que siento hacia las demás mujeres. Es importante poder dejarse llevar y que dentro de estos ‘ismos’ de los que hablas exista empatía a la hora de comunicarnos.

Y la política, ¿te interesa?

A veces. Otras veces me cansa, porque me cuesta entender según qué cosas y me desespero. Como todos, supongo. Pero prefiero no mojarme mucho. Esa es la verdad.

Tras tu tienda de accesorios en plena milla de oro madrileña, y que decidiste cerrar, ¿se te quitaron las ganas de más aventuras empresariales?

De momento se me ha pasado la fiebre empresaria, sí.

Pero estás ganando mucho dinero, como comentabas. ¿Te apetece invertir en otras cosas?

Si son interesantes, sí. Y si entran en mis ideales y mis principios, aunque no tengan que ver con mi trabajo. Quizás en algunas propiedades –hay cosas de por medio...–, pero ahora mismo no tengo tiempo de pensar qué hago con el dinero. Cuando pase esta locura ya lo veré.

Si tuvieses tiempo para hacer un cursillo, ¿de qué sería?

Estudiaría cocina, diseño de moda o fotografía, que también me gusta mucho.

¿Crees en el horóscopo? Ha vuelto a ponerse de moda.

¡Mazo! Desde hace muchos años. Soy Leo con ascendente Leo. Fuego fueguito. Que no me toquen que se queman (risas).

Tengo una pregunta obligada: ¿Qué hace esa madre tuya cuando ve entrar por la puerta Ricardo Darín, su consuegro?

¡Pero si ya se conocen! Mis padres lo admiran muchísimo, al igual que yo. Lo que ocurre es que ahora somos familia. Y eso lo cambia todo.

Maquillaje y peluquería

Iván Gómez para Chanel y Shu Uemura.

Manicura

Vanesa Juez.

Asistente de estilismo

Piluca Valverde.

Asistente de fotografía

Enrique Escandell.