Hay toda una teoría que explica que el aspecto de tu cara puede cambiar 180 grados según los colores que pongas cerca de ella. Es decir, accesorios del pelo y pendientes juegan un papel fundamental.
Y en cuanto a ropa, las partes superiores como blusas y jerséis también son clave. La teoría de la colorimetría explica por qué con un jersey naranja, según el tono de tu piel, puedes verte apagada, con ojeras y piel cetrina y con uno fucias, iluminada, rejuvenecida y con las arrugas suavizadas.
Por el mismo motivo, los tonos claros, ejercen un efecto rejuvenecedor en la piel. Alisan visualmente las arrugas, contraen las bolsas de debajo de los ojos e iluminan la mirada. Sabiendo esto, jamás volverás a descartar un jersey blanco, por pensar que este color solo es para verano, porque tan solo basta ponerte por encima una prenda de este tono, a la altura de la cara, para demostrarte a ti misma que no es así.
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Pero los tonos que proyectan luminosidad en el rostro van mucho más allá del blanco inmaculado. Dentro de la gama de los blancos, existen muchas versiones, desde este tono en su faceta más pura, hasta los beis más tostados que casi enlazan con el marrón. Todo dependerá de varios factores para elegir el blanco perfecto para ti.
En primer lugar, de aquello con lo que te sientas cómoda. Y es que por mucho que las reglas de la colorimetría digan que el tuyo en un blanco puro, si no lo has llevado nunca y te hace sentir insegura, no estarás proyectando tu mejor versión.
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Y en segundo lugar, ahora sí, lo que marcan las reglas de esta teoría, que por lo general dice que a las pieles frías les sientan mejor los tonos puros y las cálidas, los que tiran a beis. Además de todos estos blancos, los tonos luminosos como los colores pastel y los grises claros también se pueden convertir en grandes aliados.
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