Hoy, 27 de febrero, Elizabeth Taylor cumpliría un año más, si no fuese porque ya ha dejado de estar entre nosotros. Aunque es difícil olvidar a una de las últimas estrellas del Hollywood dorado de los años 50. La actriz fue una de las mujeres con más éxito en el cine desde su infancia y una ferviente activista de las causas benéficas. Repasamos su vida y su trabajo para recordar a la "diva de los ojos violetas".

Elizabeth Rosemond Taylor nació en Londres, hija de inmigrantes estadounidenses, pero el estallido de la II Guerra Mundial les obligaron a volver a Los Ángeles. Conoció el éxito como estrella infantil de cine en muchas películas, como Lassie y National Velvet. Tras ellas llegarían papeles más maduros como Quo Vadis (1951), de LeRoy o Ivanhoe (1952), de Richard Thorpe.

Un hito en su carrera lo marcó Cleopatra (1963), de Joseph L. Mankiewicz, y su relación con Richard Burton, (a quien conoció en el rodaje). Taylor interpretó a la reina de Egipto a cambio de un millón de dólares, cifra astronómica para una actriz en aquellos años. Su papel en ¿Quién teme a Virginia Woolf? (1966), de Mike Nichols, le valió su segundo Óscar (conseguiría el tercero por su labor solidaria) y fue el detonante de un cambio radical en su carrera.

Tras seguir cosechando éxitos en la década de los 70 en el cine, se subió a las tablas de Broadway en 1981 con la obra La loba, un debut con el que consiguió numerosas alabanzas. Durante sus últimos años intervino en programas y en episodios de series de televisión a la vez que desarrolló una importante actividad en la lucha y concienciación del SIDA, enfermedad por la que había muerto su gran amigo (coprotagonista en Gigante) Rock Hudson. Una labor benéfica por la que fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1992.

Más allá de su labor profesional, Elizabeth Taylor tuvo ocho bodas, (aunque siete maridos, porque se casó dos veces con el también actor Richard Burton) y declaró que solo se había acostado con los hombres con los que se había casado. Tuvo cuatro hijos y en el momento de su muerte ya tenía diez nietos y cuatros bisnietos. Su afición por las joyas le hizo dueña de una gran colección de piezas que ella misma compraba, aunque una de sus joyas más especiales fue un regalo de Burton. La Perla Peregrina, que perteneció al rey Felipe II (reproducida por Velázquez en varios retratos reales) es un diamante de 69 quilates. Fue comprada en 1969 por 1,2 millones de dólares por el actor y en los años ochenta Liz Taylor lo revendió por el triple para destinar los beneficios a su labor solidaria en África.

Además, la actriz fue una gran amiga de sus amigos, entre ellos, Michael Jackson, a quién ella misma bautizó durante una entrega de premios como "el rey del pop". Descubre mucho más sobre este gran mito en nuestra galería.