Un escenario futurista, luces en tonos morados, azules y rosas y una gran pantalla al fondo que sumergía a los asistentes en un videojuego del que parecían escapar las modelos que desfilaban por la pasarela. Esta era la puesta en escena de Dolce&Gabanna para presentar una colección en la que el negro se convertía en el protagonista por excelencia, así como las hombreras escultóricas y los abrigos extra largos en pelo de colores.