Hace unos días que María León (Sevilla 1984) estrenaba la serie Heridas en el prime time de Antena 3. Solo era el aperitivo de lo que está por venir, porque desde el 27 de abril la volvemos a ver, esta vez en Movistar Plus+ capitaneando ese barco que es la miniserie El hijo zurdo. ¿Puntos en común entre un proyecto y en otro? En ambos la actriz aparca la comedia, en las dos está inmensa y en las dos ejerce de madre. María nos habla de ello, pero también de amor, sororidad, clasismo y cuál es su actual estado de ánimo.
Lo tuyo ha sido un curso acelerado de maternidad y lo demás son tonterías. Me están dando por todos lados con la maternidad, sí. Pero fíjate que en las dos series se habla de algo muy necesario: del papel de madre más allá de la idea que hemos tenido siempre, desmontándolo y diciendo claramente que la maternidad son muchas cosas.
El hijo zurdo, que a grandes rasgos trata de la lucha de una madre porque su hijo descarriado vuelva al redil, se basa en un libro de la escritora Rosario Izquierdo. Dicen que autobiográfico… Eso no lo tenemos nadie claro. Yo creo que habla un poco de ella y de su hijo, pero solo es un 50% autobiográfico. A mí me pareció un libro muy bonito porque no solo trata la maternidad, sino otras cosas, por ejemplo la política.
Tú, que eres muy Campanilla, aquí no cambias el rictus. ¿Resultó difícil tanta contención? Como actriz ha sido un ejercicio bastante enriquecedor, porque el personaje no tiene nada que ver conmigo. Yo soy muy expresiva, hago 18 monerías con la cara y no me doy ni cuenta. En El hijo zurdo he estado interpretando con el pensamiento y con el respirar. Transmitir era un reto y comprender a Lola y estar en ella sin más necesidad que contar y vivir lo que le está pasando resultaba complicado. Yo no me llevo los personajes a casa; los acompaño pero luego les doy un besito y los meto en la cama y a dormir. A Lola en cambio fue complicado soltarla, porque constantemente estaba en mis silencios.
Julio VergneMaría León y Hugo Welzel, que interpreta a su hijo en El hijo zurdo.
Difícil no empatizar con una madre que de repente descubre que el niño de sus ojos se ha descarriado y ella ni se había enterado. Cuando Lola se da cuenta de que no conoce al hijo también repara en que ella misma llevaba muerta años. No se ha desarrollado ni como mujer, ni como madre, ni como escritora ni como hija ni como nada. La anulación de ella misma es el comienzo de todo. Su hijo busca la identidad fuera de su casa, busca una pandilla, algo que a él le haga sentir que lo tienen en cuenta. Ahí es cuando Lola tiene que reaccionar, en el momento en que ha de recoger a su hijo en una comisaría y le dicen cómo es él de verdad. Es el chico quien de alguna manera la pone ante un espejo y le muestra que también se puede morir en vida, al igual que su madre.
Con las mujeres de la familia, su madre y su hija principalmente, la relación de Lola tampoco anda fina. Solo cuando conoce a Maru (una estupenda Tamara Casellas), parece entender en qué consiste la sororidad. Exactamente, porque Maru es la única persona que empieza a mirarla, que no le dice que se tome unas pastillas sin saber qué le pasa. Es el único personaje que le pregunta a qué se dedica, el resto no lo hace, no cuentan con ella, hablan por encima de ella y planean el futuro como si no estuviera. Lola empieza a darse cuenta de todo esto a través de Maru, una mujer a la que prejuzga por puro clasismo. Y esa mujer que sale a la calle con zapatillas, que vive en un barrio problemático y cuyo hijo duerme en el sofá, se convierte la única persona que le hace ver lo que ella misma es.
Has hablado del clasismo, otro de los temas que trata la serie (y van) y que nos pone frente a nuestras propias vergüenzas. ¿Vivimos en una sociedad clasista? Sí y no nos damos ni cuenta. Creemos que las cosas tienen que ser de determinada manera, no caemos en que todos somos iguales, que a todos nos duele la barriga de la misma manera y las tripas en el mismo lugar. Nadie es mejor que nadie.
Somos muy de dar nuestra mejor cara mientras escondemos las miserias debajo de la alfombra. Hablamos muy poco de lo que realmente nos pasa. Es que parece que de lo que no se habla no existe. Somos una sociedad que tenemos que escucharnos más, valorar que somos diferentes, pasar del individualismo y esforzarnos en escuchar al otro. Hay mucho ruido y poca tierra.
Julio VergneMaría León y Tamara Casellas (Maru).
En uno de los episodios Maru dice que ella tiene que creer a su hijo porque lo quiere. El amor es eso, querer a la gente como es, aceptarla como es; no podemos pretender que solo porque yo te quiera tú tengas que ser un modelo a seguir. Eso es el amor verdadero. Te quiero con lo bueno y con lo malo. Y te quiero acompañar, cuando te equivocas y cuando tienes éxito; imposible obsesionarnos con que el otro sea lo que a ti te gustaría que fuera. Y entiendo que eso es difícil, porque al final todos buscamos tener enfrente a alguien en el que nos gustaría vernos reflejados, pero ahí es donde se se desdibuja el amor. Yo a la gente que más quiero en este mundo siempre se lo recuerdo: si creo que estás haciendo algo de una manera incorrecta, te voy a decir que no me parece bien, pero no te voy a dejar de querer por ello. Una cosa no quita la otra.
¿Y cuántos componentes tiene ese círculo de personas a las que más quieres? Pocos, fíjate. Con la edad han ido siendo menos. Soy una persona que mantiene muchísimo las relaciones desde que tenía 12 años y por suerte he forjado una familia personal y profesional bastante bonita y donde lo que prima es el respeto. Pero para poder amar a esas personas incondicionalmente hay que elegir muy bien. Mi madre, Carmina, siempre nos ha dado muchísimo amor incondicional, nos ha respetado y no nos ha juzgado por cómo somos o qué somos; ha estado ahí para decirnos esto no me parece bien y esto sí, aunque la elección es tuya. El respeto que ella nos ha hecho sentir ha logrado que seamos más responsables de lo que yo pudiera imaginar. Porque mi madre me ha dado la posibilidad de elegir y me ha hecho ser consciente de mi individualidad.
Los prontos de Carmina tienen que ser terribles. No te creas. Ella es mucho más efectiva: te lo dice una vez y con dos palabras y ya. Cuando no está de acuerdo con algo no se altera, te lo suelta y eso se te queda clavado en el corazón. Y tú dices: “çómo lo ha conseguido la hijaputa”. Tiene mucha sabiduría la tía.
Julio VergneMaría León y Hugo Welzel.
Hemos sido testigos de tu elección de personajes cada vez más maduros y es obvio que tú también has cambiado como persona. ¿Te has dejado algo en el camino?Supongo que la efervescencia del amor. Conforme pasa el tiempo uno va tomando más tierra y yo soy una persona muy pasional, me dedico al arte, necesito la creatividad porque la creatividad te da mucho aire. Con el tiempo y con la edad adulta buscas la serenidad. Por otro lado, yo antes necesitaba muchas más cosas para vivir; ahora, muy poquito. Soy feliz con muy poco, con las tres cosas que necesito y estoy tranquila así. Antes sentía muchas necesidad de curiosear, de verlo todo y dicha curiosidad ha disminuido en varios aspectos. Digamos que me la despiertan otras cosas porque estoy colocada en un lugar diferente.
¿Cómo te enfrentas durante las promociones a las preguntas acerca de aquel altercado con la policía que se produjo precisamente tras la fiesta de fin de rodaje de El hijo zurdo? Yo siempre he dicho las cosas como son; nunca he tenido nada que ocultar y por suerte creo que eso juega a mi favor: estoy tranquila y me muestro tal cual soy. Sé que tengo una posición de personaje público que lleva 15 años trabajando, y por eso mismo me hago responsable de quien soy. El problema es cuando uno tiene algo que ocultar o defender, que no está tranquilo. Comprendo que me quieran preguntar y espero que, de la misma manera, se entienda mi posición ante este episodio, que no es fácil. No es un tema que me inquiete porque entiendo que nadie me quiere hacer preguntas por hacerme daño sino porque está haciendo su trabajo, y acepto la responsabilidad de ser una persona conocida. Con todo el amor del mundo agradezco que sientan curiosidad y por eso desde aquí transmito mi tranquilidad y mi honestidad, porque de verdad que estoy muy tranquila conmigo misma. Si no lo estuviera, te aseguro que sufriría mucho con esta situación, pero como no es el caso, me encuentro bien.
¿En estos meses te ha llegado el cariño de la gente? Sí. De alguna manera, la honestidad y la verdad prevalecen. Con el tiempo, lo que tú metes debajo de la tierra acaba oliendo, no vale la pena esconderlo. Noto que se me trata con mucho respeto y se me mira de verdad. Con eso yo me siento la mujer más feliz del mundo, de un mundo que de verdad no creo que esté tan loco ni tan estropeado.
Sin hacer spoilers y poniéndonos a fabular, ¿qué crees que le pasará a Lola tras lo que se cuenta en la serie? ¿Sonreirá alguna vez? Yo lo que espero es que haya una segunda temporada, porque me he quedado con ganas de saber más cosas de ella. Le pido al universo que me dé la oportunidad de poder contar y descifrar a Lola y ver cómo se construye. Creo que cualquier mujer que viva un proceso de desintegración, si acaba tomando sus propias decisiones y haciéndose responsable de ella misma puede formarse como un ser maravilloso e increíble. Una se tiene que dar la oportunidad y ser valiente, porque si tú te haces fuerte la vida te reconforta y te da muchas cosas. Podemos estar en un lugar muy triste, pero la responsabilidad de buscar tu propia felicidad la tenemos cada uno individualmente.