Tamara Falcó chica no para. Desde que fuera proclamada (¿inesperada?) ganadora de su edición en MasterChef Celebrity, la marquesa de Griñón no ha cesado de acaparar titulares, programas y portadas. Convertida ya en reclamo publicitario de primer orden, lo cierto es que la única hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó ha vivido ante las cámaras desde su nacimiento, en noviembre del 81.
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A partir de entonces, los medios le declararon fidelidad absoluta. A Tamara la hemos visto crecer, hacer declaraciones surrealistas nivel on, profesar su amor a Dios e incluso estrellar su coche recién sacado el carnet de conducir. Y lo que en otros nos hubiera parecido hasta reprobable, en ella producía ternurita. Porque Tamara lo hacía –o deshacía, que también– todo con una sonrisa, con una actitud de “yo soy así, hay que quererme”. Y, claro, había que quererla. Luego vino lo de MasterChef, que, al margen del estereotipo de niña pija desocupada (debemos decir que se lo había trabajado), la penúltima hija de Isabel Preysler se nos reveló como una mujer constante y hasta curranta. Entró en las casas de España y España la acogió como a la hija que regresa después de estudiar en el extranjero y pasárselo pipa.

Ahora, después de años en la que nos parecía que jugaba en otra liga y su reino no era de este mundo, nuestra niña se ha hecho mujer (perdón por esta expresión tan Chabeli): además de la cocina, con 40 años cumplidos, Tamara es tertuliana, diseñadora y se ha enamorado de un chico guapo y algo canalla que le ha hecho olvidar aquella peregrina sugerencia de abrazar los hábitos que alguien entendió como vocación. Una aristócrata con mucho y muy aprovechado potencial a la que Netflix le ha echado el ojo y la cámara. El 4 de agosto, la plataforma estrena Tamara Falcó: la marquesa, reality al estilo de Soy Georgina (ambos comparten creadores) que sigue a nuestra socialité de cabecera en su día a día. Así que prepárate para verla interactuando con su familia, conocer a sus amigos y descubrir cómo es ella cuando se encuentra en compañía de Íñigo, su pareja.
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Además, hay reto incluido: Tamara quiere montar su propio restaurante y deberá convencer a su entorno de que puede hacerlo y hacerlo bien. Mientras, tendremos posados, tendremos viajes y, seguro, tendremos risas.