Hoy en día, los que vemos alejarse cada vez más la adolescencia alucinamos con la evolución de los iconos para los jóvenes. La mayoría son instagramers o youtubers, y solamente algunos cantantes, actores y futbolistas resisten el empuje de estos jóvenes que han sabido explotar como una mina de oro las redes sociales. En los 90, la cosa era bien diferente. No existía Instagram, ni tampoco estábamos permanentemente conectados a un smartphone. Seguramente por eso, los iconos eran figuras mucho más aspiracionales; menos 'terrenales' que ahora. Eso sí, fue sin duda alguna una década en la que todo empezó a cambiar.
Se pasó de la era de las top model(Cindy Crawford, Claudia Schiffer, Elle Macpherson, Linda Evangelista, Naomi Campbell y Stephanie Seymour), que lo acaparaban todo a comienzos de la década, a la explosión de las parejas mediáticas. Seguro que tu mente piensa inmediatamente en Victoria y David Beckham, que se casaron en pleno boom de las Spice Girls. Pero en el mismo año en el que contrajeron matrimonio, allá por 1999, otra pareja se permitía el lujo de codearse con ellos a nivel mediático: Mark Vanderloo y Esther Cañadas.
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ESTHER CAÑADAS Y MARC VANDERLOO, LA PAREJA CON MILLONARIO CONTRATO PUBLICITARIO
Si eres joven o no conoces su relación, probablemente te parecerá exagerado haberles comparado con los Beckham, pero a finales del siglo pasado las cosas no eran como ahora -sí, millenials, nosotros también envejecemos…-. Dos décadas después, el matrimonio inglés sigue acumulando presencia en los medios y pelea por el podio con otras parejas como Beyoncé y Jay Z o Ryan Reynolds y Blake Lively, por ejemplo. Nunca sabremos si hoy podríamos estar diciendo lo mismo de Vanderloo y Cañadas si las cosas hubiesen sido distintas, pero te aseguramos que en el año 1999 sí jugaban en en esta exclusiva liga.
A ello contribuyó de forma decisiva un contrato de publicidad que ambos compartían con la misma marca: Donna Karan. Hasta tal punto fue productiva dicha campaña, que podríamos hablar casi de un triángulo amoroso. Fue un absoluto éxito para las tres partes, e incluso se les llegó a acusar de ser una relación basada en los intereses comerciales, como en su momento se dijo también de Cristiano Ronaldo e Irina Shayk o de los propios Beckham.
Aunque para los tres activos fue un acuerdo muy fructuoso, hay que reconocer que Mark Vanderloo, considerado el primer supermodelo masculino de la historia, ya era una estrella en ciernes en el momento de firmarlo. En 1994 había rodado un anuncio de Peugeot que le convirtió en icono y objeto de deseo, y solamente un año después recibió el premio al modelo masculino del año.
En cualquier caso, la campaña junto a Donna Karan multiplicó su tirón, a la vez que hizo de trampolín para la carrera de Esther Cañadas. Pero además de ser decisiva en lo profesional para ambos, también lo fue en lo personal. Y es que, según contó la prensa especializada en aquel momento, el amor surgió entre Cañadas y Vanderloo en la sesión de fotos para la colección otoño invierno de 1998, la cual tuvo lugar el año anterior en Nueva York.
GtresMarc Vanderloo y Esther Cañadas junto a Donna Karan.
El amor creció muy rápido entre los dos modelos, y los medios empezaron a hacerse eco enseguida, puesto que la relación lo tenía todo para interesar a la opinión pública: dos famosos guapos, que estaban de moda, se habían enamorado y compartían éxito y trabajo. La guinda de todo aquello fue la boda, celebrada en la Toscana en 1999. Curiosamente, pese al enorme interés que generaban los dos protagonistas, de aquel enlace poco trascendió. Los novios fletaron sendos aviones para que sus allegados acudieran desde sus países natales a acompañarles en un día tan especial.
EL FINAL DEL MATRIMONIO 16 MESES DESPUÉS
Poco después, una todavía recién casada Cañadas confesaba al diario El Mundo que ella siempre había creído en los cuentos de hadas. “Le he pedido a Dios lo que todas las novias: que sea para siempre…", añadió en dicha entrevista la modelo. Quizá Dios no estaba escuchando aquel día, es posible incluso que aquello sí tuviera algo de marketing detrás, o simplemente la cosa no funcionó entre ellos. Pero, en definitiva, el deseo de Cañadas no se cumplió.
De hecho, el matrimonio duró muy poco. La top española se quedó sin su príncipe azul -siempre dijo ser una romántica a la que gustaba esa historia repetida hasta la saciedad en los cuentos antiguos- en noviembre del año 2000. Apenas 16 meses después, aquella romántica boda en Italia ya era historia.
Dado que Vanderloo es el único de los dos que sigue ligado al mundo de la publicidad en la actualidad, las pocas declaraciones de ambos en las que se refieren el uno al otro son todas de él. En general, siempre ha hablado con mucho respeto y cariño de Esther Cañadas, aunque en alguna ocasión ha dejado caer dudas acerca del comportamiento de su exmujer. Sirva como ejemplo una entrevista concedida al diario ABC en la que confesó que la top española “se hizo daño algunas veces”.
La verdad es que después de su ruptura, que también coincidió más o menos con el fin de su relación comercial con Donna Karan, las vidas de ambos tomaron caminos diferentes que no han dejado de alejarse.
Cañadas tuvo todavía unos años de bastante visibilidad en la crónica social, ya que mantuvo una relación amorosa que terminó en boda (y segunda separación) con el motorista Sete Gibernau. En aquel momento -estamos hablando del segundo lustro de la década del 2000-, el piloto era un deportista muy mediático, y Esther le acompañaba allí donde se celebrara una carrera. Sin embargo, su carrera se fue apagando a la misma velocidad a la que la de su novio de entonces pilotaba su moto, hasta el punto de que en la última década ha vivido con un perfil muy poco mediático. Se sabe que fue madre en el año 2014 -una niña, Gala- y que tampoco tuvo suerte en su última relación con el empresario Vikram Chatwal, con el que incluso llegó a comprometerse, algo que nunca se cumplió.
Vanderloo, por su parte, se mantiene en forma a nivel profesional, aunque su carrera como modelo, una vez pasados los 50 años, no es tan activa como hace 25. Curiosamente, pese a su ruptura con Cañadas, nunca se desligó del todo de nuestro país, puesto que vivió durante muchos años en Ibiza con su segunda esposa, la también modelo Robin Van der Meer, y sus dos hijos. Actualmente ya no reside en la isla pitiusa, pero sí que suele acudir de vacaciones a ella a menudo.