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El frío y la lluvia, en ocasiones, pueden llegar a ser muy placenteros. Esa idílica estampa otoñal (casi invernal), un sillón de terciopelo verde, como aquel que describía Julio Cortázar en Continuidad de los parques, una simple ventana que da a la calle, árboles que van cambiando de color mientras su hojas caen a manos de un viento sereno, la lluvia que suena contra el alféizar, los ríos de agua que bajan la calle y sus burbujas (preludio de que seguirá lloviendo). Los olores, a chocolate caliente (en taza), a café (con nata) y a madera quemada de las chimeneas. Sin duda, el frío se disfruta fácilmente cuando estamos resguardados de él.
¿Y qué ocurre cuándo a -2ºC deseamos salir a la calle con un vestido? Ya sea por gusto, por dress code, por un evento importante (comida de empresa, por ejemplo), una cena romántica en Monsieur Sushita, una tarde en el ballet (si es ruso, mejor) o merienda en una entrañable cafetería. Da igual que llevemos un LBD de Saint Laurent, el mini vestido verde años 70 con lentejuelas de la última colección de Gucci o uno de los vestidos de punto de Balmain (en blanco y negro), si no se combina como es debido la hipotermia está asegurada.
Ir calentita, cómoda y con estilo es totalmente posible, aunque la prenda principal sea el vestido. Hay muchas opciones para crear un look con el que no sea necesario pasar frío. Los jerséis de punto (por dentro o por fuera), las medias gruesas (o mejor, leotardos), maxi bufandas que pueden llegar a confundirse con una manta o botas de caña alta, estas son algunas de las claves para disfrutar de llevar un vestido en invierno sin sufrir por el frío ni renunciar al buen gusto.
Las 8 claves para llevar vestido en invierno