Si entráramos en la casa de Matilda Djerf nos encontraríamos paredes blancas con molduras, techos altos y grandes ventanales, puertas francesas que dan a un dormitorio de ensueño, suelos claros de madera, una mesita de Gustaf Westman, un candelabro dorado de Pols Potten, esculturas por encargo de Indira (una artista sueca), un cuadro abstracto de Cream Imperial Art y, tal vez, si es por la mañana y hace sol, sobre la mesa del comedor, unos panecillos recién sacados del horno, mantequilla y un tarro de mermelada de higos.
Su cachorro, Rufus, estaría dormido sobre el nuevo sofá blanco (y aparentemente muy cómodo) de Furninova AB, a su lado Matilda, con una diadema en el pelo y el ordenador sobre sus piernas, llevaría un chándal rosa de Heavy Manners (si es lunes), uno violeta de esa misma marca (si es jueves) o uno gris azulado de Ragdoll LA (si es viernes).
En su casa de Ámsterdam veríamos a Negin Mirsalehi cocinar avena (con mucha leche y canela) con unos joggers de color rosa de Brandy Melville. A Emma Rose observar cómo se pone el sol en su apartamento de Vancouver con un chándal de Tea You y un coletero de Chanel. A Anna Astrup la encontraríamos, sin ninguna duda, en su casa de Vejby Beach con alguno de los modelos deportivos de su marca My Comfy Wear. Y Hanna Schönberg estaría tumbada en la cama, con unos pantalones grises, una sudadera oversized y unas zapatillas New Balance.
Y nada de esto me extrañaría, pues sería difícil encontrar a alguien en casa, en estos tiempos que corren, con unos vaqueros (por muy Levi's que sean), una blusa romántica (tan de moda ahora) o un vestido corto primaveral (por muchas ganas de vacaciones que haya).
Si la tendencia sporty ya estaba al alza y podíamos ver en el street style de las semanas de la moda, calcetines blancos de Nike, deportivas o leggings, con el confinamiento se ha catapultado. Sudaderas oversized y de aire vintage al estilo Lady Di, conjuntos monocolor, joggers dos tallas más grandes, gomas y elásticos en vez de cremalleras o botones.
Es difícil no caer en esta nueva tendencia tan repentina e insospechada, la comodidad parece embaucarnos como lo hace una cerveza fresca en verano (a 40ºC). Aún así, me parece más difícil que esta tendencia no se traslade a la calle una vez finalizada la situación y nos acompañe en junio, julio o agosto.
De momento, #yomequedoencasa.