Cofundadora de dos de los proyectos más originales de la moda actual –la firma La Veste (lavetelaveste.com) y Vasquiat (vasquiat.com), una plataforma de preventa de marcas nicho–, Blanca Miró (Barcelona, 1992) se dio a conocer a través de Instagram y ahora se ha convertido, por derecho propio, en una de las voces con criterio de la industria, amén de empresaria inquieta y polifacética. “Invierto en todos mis trabajos el mismo cariño, pero sí es verdad que La Veste fue una marca que creé junto a mi socia, María de La Orden, y que comenzamos un poco a lo loco, sin saber dónde íbamos a llegar. Luego resultó que lo que parecía un juego acabó convirtiéndose en algo serio”, se congratula. En estas páginas, Blanca nos presenta la colección primavera-verano de Louis Vuitton, firma con la que mantiene una relación especial (es fija en sus front rows): “Fueron los primeros en elevar el logo a la categoría de tendencia. Recuerdo tanto a mi madre como a mi abuela llevando bolsos de la firma, piezas que ahora yo he heredado. En mi opinión, Vuitton representa a una mujer fuerte y con actitud”, cuenta. Para nuestra protagonista, “la moda tiene que ser divertida; me gusta mezclar cosas diferentes y muy locas”. Y precisamente de eso, de mezclas y libertad creativa, va la colección SS21 de la maison, donde el género no existe (hay piezas híbridas tanto masculinas y femeninas) y a la que Nicolas Ghesquière, director creativo de la firma, describe como enérgica, atrevida, radical y neutral.
Con tanta moda en tu vida, ¿crees que has desarrollado un don para anticipar las tendencias que vendrán? No soy alguien que se dedique a analizar cuáles pueden ser las futuras tendencias, para nada. En mi día a día absorbo mucho, me fijo en todo; incluso la esquina más cutre me despierta algo. Siempre veo la belleza en cualquier lugar. Mi cerebro lo retiene y creo mi propia tendencia en base a ello. No me gusta seguir reglas; en este sentido siempre he sido un poco rebelde y me ha gustado llevar la contraria, no como forma de rebeldía gamberra, sino como manera de expresarme.
Viajera como eres, ¿hay algún lugar del planeta que te haya sorprendido por su sentido de la moda? Me cautiva muchísimo Londres. Hay una mezcla increíble de culturas. A nadie le importa cómo vas vestida por la calle; nadie piensa que le van a mirar por ponerse algo en concreto. Eso en España no pasa. En Londres me siento libre y sé que nadie me va a juzgar. Fue allí donde me autodescubrí. Pero también me gusta París. Cuando voy, me alucina ver a la gente porque tienen una exquisitez y una elegancia que no encuentras en ningún otro lado. Londres y París son mis dos tops, tal vez porque me gusta mucho esa mezcla de locura y elegancia.
Dices que eres incapaz de planear hoy lo que te pondrás mañana. Nunca lo pienso. Igual me despierto de un mood y al día siguiente de otro. Es impredecible. Lo mismo me apetece ir de colores oscuros que ponerme algo amarillo porque me transmite poder. Depende de cómo me levante.
En tu búsqueda de nuevas marcas por las que apostar, ¿has encontrado algún diamante en bruto? Hay una chica en Barcelona que hace cosas increíbles en punto. Se llama Carlota Cahis. Me gusta mucho apoyar a diseñadores emergentes y creo que ella tiene mucho potencial. Me enorgullece que además sea de mi ciudad, Barcelona.
¿Y un icono de estilo? Chloë Sevigny. Me encanta. También Lou Dillon, la hija de Jane Birkin. Tiene rollazo.
La pandemia obligó a las grandes firmas a organizar pasarelas virtuales. ¿Deseando que regresen los desfiles en vivo? Te confieso que me cuestan mucho los desfiles digitales, no los vivo nada. Falta eso de casi tocar la ropa, de sentirla, emocionarte y decir aquello de “qué pasada esto que han montado” o “qué música tan increíble han elegido”. Tal como está ahora no emociona tanto, pero volveremos.
Algunos agoreros planifican ya la decadencia de Instagram. ¿Cuál sería tu diagnóstico? Yo creo que sigue funcionando mucho y a las marcas les interesa. Sí es cierto que el mundo digital va tan rápido que quizás mañana veamos otra cosa, nos reinventemos y nos adaptemos. Pero yo sí le veo futuro a Instagram y gente que sabe más que yo de esto me ha dicho que seguirá siendo una herramienta importante. Lo que sí es verdad es que a mí también me cansa el tema de las redes. Soy consciente de que tengo que estar agradecida, porque son una herramienta que me ha dado a conocer y me ha permitido lanzar mis proyectos. Aun así, he de decir que es un mundo un poco superficial. Si eres consciente de ello, lo llevarás bien. Yo siempre me lo he tomado de una manera natural; no he sentido que sea algo superimportante en mi día a día aunque lo parezca. Tengo mi vida íntima que prefiero no mostrar. No estoy enganchada las 24 horas ni obsesionada con los followers; en caso contrario, me volvería loca.
Tu madre es decoradora de interiores y con tu marca La Veste has sacado varios objetos de decoración. ¿Vas a seguir en esta senda? Lanzamos una colección de lámparas con Gropius Lamps y tambén cerámica, pero nuestra intención es ir consolidando colaboraciones. No queremos hacer algo una vez y no darle continuidad. Por ejemplo, acabamos de sacar una segunda colección de lámparas, también con Gropius, y en verano lanzaremos modelos hechos con telas de hamaca. Con la marca de sombreros Pardo Hat tuvimos una colección de boinas en invierno y ahora hemos ideado una de turbantes, cintas con flores... Y ya como La Veste estamos trabajando en manteles individuales.
¿Hasta dónde llega ese espíritu multitask que hay en ti? Me gustan muchas cosas. La decoración me viene de mi madre, pero los coches me encantan porque mi padre estuvo metido toda su vida en el mundo del motor. También soy muy deportista y me fascina viajar. Ah, y monto servicios de mesas desde hace tiempo. A mi madre siempre le ha encantado y yo, desde pequeña, veía que sobre la mesa todo debía estar perfecto. Me gusta tener invitados solo por organizarlo. Cocinar en cambio, ya no se me da tan bien (risas).