Después de disfrutar del cuento de hadas de Dior y de la sensualidad en estado puro de Saint Laurent le llega el turno a Lanvin, otra de las firmas emblema de semana de la moda parisina. Toda una oda a la elegancia y el buen gusto que nos ha hecho soñar con un verano femenino y sensual.
Oliver Lapidus se estrena para Lanvin, después de fichar el anterior mes de julio y lo hace por la puerta grande. En su primera colección, después de la era de Bouchra Jarrar, la colección para la próxima temporada primavera-verano 2018 promete vestir a una mujer desde la elegancia y el buen hacer de esta firma francesa.
La delicadeza y el buen gusto se ven representados en las miles de prendas que se suceden, unas tras otras, en uno de los desfiles más esperados de la semana de la moda de París. Simplicidad en las formas, pureza en las líneas y detalles florales que nos dan ese punto romántico que emana dicha colección.
Los colores del desfile han sido bastante marcados: el binomio blanco y negro fue la tónica general de esta colección pero de vez en cuando era roto por el rosa, el azul y el rojo, colores bastante llamativos y que representaban una combinación que Alber Elbaz ya había explotado con notable éxito en el pasado para la casa francesa.
Las prendas siguen siendo fieles al estilo Lanvin: mini vestidos, trajes de chaqueta, abrigos de silueta cocoon y cortes asimétricos en las faldas que le daban ese toque desenfadado, rompiendo con la estética del desfile. El broche final lo han puesto las siluetas de pétalos en 3D que adornaban los hombros de las propuestas más nocturnas y que seguían jugando con este black & white perfecto.