Poner distancia con Roma hasta el punto de convertir a esta en un todo. Así ha sido el enfoque de la colección de Alta Costura del invierno de Fendi. París y Kioto emergen y crean un imaginario femenino en el que la naturaleza fragmentaria de las cosas y los retazos de la memoria hacen que conviva presente, pasado y futuro en lo que nos rodea y en una propuesta que ensalza las interacciones más naturales. La Alta Costura permite un diálogo donde los protagonistas son los artesanos que afrontan cada colección. En esta ocasión las transparencias y la tradición del pasado son el pasaporte a un presente en continua evolución hacia el futuro que se desliza entre formas humanas, ligeras y que dejan atrás grandes estructuras asfixiantes para desnudar la anatomía de la mujer dejándola ser por si misma. Simplicidad, lucidez, comodidad y suavidad. Las cuatro claves de la propuesta de Fendi que nace de la tradición textil de las mujeres japonesas y las técnicas de confección históricas de Kioto. Los kimonos del siglo XVIII y sus telas pintadas a través de la técnica kata yuzen que ha sido conservada a lo largo de centenares de años se recortan en siluetas que acaban creando vestidos largos a través del patchwork. Lo femenino y lo masculino tienen lugar en un mismo universo donde tradición y modernidad se abrazan y con ello podemos ver trajes amplios de vicuña de pantalón de sastre con pinzas y americanas clásicas con hombreras protagonistas y otras de corte asimétrico. Estos conjuntos van del minimalismo del monocolor a la riqueza de los bordados decorativos a modo de estampado. Los bordados alcanza su máxima expresión y proliferan sobre vestidos de tul y jaulas de cristal hechas de brillantes que representan la arquitectura parisina y que ponen el cierre a la colección después de haber disfrutado un paralelismo que enfrenta y aúna a la vez la mirada de oriente y occidente hacia el mundo. Y más allá de lo que se ve a simple vista en el desfile, la casa revela detalles que enriquecen las prendas también desde dentro. Los tejidos tradicionales japoneses más allá de lucirse en los largos vestidos de patchwork son también lo que forra el interior de los trajes masculinos a la vez que refuerzan los vestidos. Una lección de sentido que nos recuerda la importancia de entender el todo más allá de las apariencias y de tener una mirada global, plural y única.