En medio de la más absoluta oscuridad aparecía la primera modelo del desfile de Dior en la Semana de la Moda de París. No le hicieron falta focos para hacerse ver y es que la prenda que lucía se trataba de un mono ceñido con neones luminosos que dibujaban sinuosas formas sobre el cuerpo. Después de esta, se hacía la luz y se descubría una gran sala de exposiciones en terciopelo rojo y grandes cuadros dorados que resaltaban las recreaciones de cuadros históricos en blanco y negro.
Lo que veíamos a continuación era una mezcla de dos mundos que parecían no tener nada que ver en la teoría pero que sobre la pasarela convivían y, sorprendentemente, encajaban. Peinados victorianos, finos encajes, vestidos de tul, trajes sastre con aire retro… ¡y guantes largos de estética motorista! También chaquetas de este estilo e incluso un mono en marrón chocolate que contrastaba con las faldas más lady de la colección.
La sorpresa no quedaba ahí, por si este mix distópico no fuese suficiente, Maria Grazia Chiuri le daba una vuelta inesperada al concepto low rise y lejos de aceptar la tendencia de los 2000 tal y como viene dada, jugaba visualmente con esta y aunque baja la cintura de los pantalones, le añadía a estos una especie de corsé en el mismo tejido que elevaba el tiro real hasta debajo del pecho, ¿quién dijo que un vaquero low rise no era cómodo y favorecedor?
Y cuando creíamos haberlo visto todo, la directora creativa de Dior aún guardaba dos ases más bajo la manga. El primero, llegaba en forma de complemento que se repetía en varios de los looks del desfile: un corsé negro con grabados (de cierto aire motero) que marca la cintura dándole forma de reloj de arena al cuerpo, estructura que hemos visto también en chaquetas entalladas.
El segundo as lo reservaba y con él ponía el broche de oro de este particular universo que viajaba del pasado al futuro en cada propuesta. Esta última carta era el que podemos bautizar como el vestido de novia perfecto. De un minimalismo pasmoso, después de haber visto el resto de la colección podríamos haber esperado cualquier otra cosa, en blanco natural, cuello halter, corte evasé y decorado únicamente por un cuello joya en oro y perlas que simulaba ser un adorno de encaje. El claro ejemplo de que en ciertas ocasiones, menos es más y que también que para ganar en la moda, hay que arriesgar.