El diseñador neoyorquino Ralph Lauren, a sus 78 años, ha tenido la destreza de llevarnos a la playa con maestría. Lo ha hecho por medio de un desfile que abría con modelos descalzas luciendo largos vestidos de seda y algodón en un blanco y azul fluido que hacía las veces de la brisa del mar. El artista del Bronx se ha inspirado en Jamaica y confirma que su intención con esta colección de primavera no es otra sino la de ofrecernos la posibilidad de evocarnos a un lugar en el que huir del día a día. La música de apertura no podía recordar sino al maestro Bob.
Sobre una pasarela azul y un backgroud que simulaba una casa de verano con sillones de mimbre y rústicos espejos, las modelos han llevado blusas y faldas midi y vaporosos vestidos largos con aberturas. Hemos visto todo tipo de escotes: con tirante fino o palabra de honor.
Cuando la noche llegó a la pasarela, la música aceleró su tempo y las prendas se tiñeron de un azul más marino que añil. Entonces las modelos desfilaron con manoletinas. Los tacones, sencillos, llegaron en tercer lugar para dar paso a las inclemencias del tiempo. Botas de agua y shorts de charol abrían paso al que se puede considerar el segundo bloque de la colección. Ese en el que se evidencia claramente cuál ha sido la inspiración del diseñador.
Los colores de la bandera jamaicana tomaban protagonismo y los looks marineros para él y para ella dejaban paso a brillantes chaquetas, boinas y pantalones de inspiración deportiva. El mood que el diseñador ha logrado transmitirnos no ha podido ser más positivo. Hemos viajado a una isla paradisiaca, sentido su aroma, su melodía y su vitalidad.