Miriam Núñez Del Bosque
El fast fashion es realmente atractivo, no se puede negar, poder comprar ropa y zapatos que son tendencia a precios minúsculos, en comparación con las grandes casas, nos llena de excitación y nos conduce al abismo del consumismo.
Últimamente, cada vez que voy a realizar una compra, me lo pienso dos, tres y hasta ocho veces. Intento analizar y prever si esas piezas en las que voy a gastar mi dinero me van a servir y gustar más allá de las semanas venideras. Pienso en cuántas ocasiones me lo pondría, si les voy a quitar la etiqueta siquiera.
Livia Firth, embajadora de la ONU y cofundadora de Eco Age, tenía toda la razón cuando dijo aquella frase: “La moda rápida es como la comida rápida. Una vez que el azúcar se ha ido, sólo te deja un mal sabor de boca”. Era tan acertada que describió exactamente lo que sentía cuando compraba ropa (de street fashion) a raudales, esas prendas de moda tras un tiempo me parecían insípidas e insustanciales. Algunas se quedaban guardadas en el armario durante meses, esperando que algún día me parecieran interesantes (algo que nunca llegó a ocurrir).
Tras estas adquisiciones impulsivas y poco racionales, llegaba el temido arrepentimiento. Aquella sensación de haber cometido un error conocido y las ganas de no volver a caer en él jamás. En aquel entonces debía haber recordado las palabras del diseñador de moda, Gianni Versace: “No os aferréis a las tendencias. No dejéis que la moda os posea, decidid quiénes sois, lo que expresáis por la forma de vestir y vuestro modo de vivir”. Realmente, es infinitamente más divertido y liberador, llevar aquello que te hace feliz y te representa, sin importar si está de moda o no.
Respecto a esto último, Elizabeth L. Cline, autora de Overdressed: The Shockingly High Cost of Cheap Fashion, decía que las prendas podrían significar más para nosotros y ser más longevas si pensáramos menos en tener la última tendencia barata y desarrolláramos una relación con las cosas que vestimos.
Este verano 2020, en cuanto a calzado, hemos visto el auge de las ugly sandals (sobre todo del modelo de Chanel) y de las sandalias transparentes o "pie descalzo" que engañan a la vista. Y pienso si este tipo de zapatos seguirá vigente el año que viene o se convertirán en un bulto más dentro de una caja de cartón. (Veremos).
Aunque las piezas básicas varíen en cada armario y se adapten al estilo de su dueño, hay prendas, bolsos y zapatos que por su apariencia clásica y atemporal, son considerados un indispensable. En cuanto a calzado, se trata de los elegantes mocasines y las femeninas bailarinas. Ambos cómodos, funcionales y muy versátiles.
Son apropiados para llevar en un ambiente de trabajo (con traje de chaqueta y pantalón, vestidos o vaqueros), sofisticados para llevarlos en una ocasión más distinguida y sencillos y confortables para llevar en el día a día.
Tanto los mocasines como las bailarinas, son un zapato clásico que funciona en multitud de ocasiones como salvavidas, ese calzado al que recurres cuando no sabes qué ponerte o necesitas algo que combine con todo. En esta selección se congregan 31 modelos que puedes comprar hoy y seguir llevando toda la vida.