Si nos preguntamos de dónde vienen los mocasines o loafers, ese calzado que tanto estamos viendo esta temporada en el street style, hay que remontarse al siglo XVI, viajar al norte de América para ver a una tribu nativa, los Powhatan, usar unos sencillos zapatos de piel sin curtir y sin cierres. Ellos los llamaban makasin en su idioma. Al otro lado del mundo, en Noruega y ya en el siglo XX, marineros y granjeros crearon unos zapatos de trabajo con un tejido duro pero práctico que causó sensación.
Quien se inspiró en ambos modelos para crear el suyo propio fue el señor Nils Gregoriusoon Tveranger. Lo hizo en el año 1926, en su taller de Aurland. Esta pequeña empresa que fundó sigue existiendo en la actualidad, a su diseño con lengüeta longitudinal se le conoce como mocasín Aurland.
Por supuesto, se exportaron al resto de Europa y a Estados Unidos, si bien ahora los consideramos un calzado clásico, en aquella época eran modernos y elegantes, la última moda. La élite literaria de esos años los hizo suyos, podéis encontrar varias fotografías de los años 20 con F. Scott Fitzgerald como protagonista calzando el famoso zapato. Henry Miller o John Dos Passos, también los llevaban en sus salidas diurnas (y nocturnas) por Montmartre, París.
Volviendo a Estados Unidos, un fabricante de New Hampshire hizo su propia versión, un modelo tremendamente fácil de quitar y poner. De ahí que los llamara loaferspues en inglés significa perezoso o vago. Se introdujeron a gran velocidad en los ambientes más cosmopolitas, actores y actrices de Hollywood como Cary Grant o Katherine Hepburn los elegían para el día a día. Si hay algo sorprendente en esta historia es que desde el principio fue un calzado unisex, tanto hombres como mujeres podían llevarlos.
¿Y de dónde vienen las borlas? Pues un actor húngaro (muy estiloso) llamado Paul Lukas, el cual ganó un Oscar en 1943, se compró unos Oxford que tenían borlas al final de los cordones. Este detalle le gustó tanto al galardonado actor que pidió a unos zapateros de Estados Unidos que le fabricaran un nuevo modelo de mocasín, con esas borlas y con un cordón que recorriera el exterior del zapato. Un taller de Nueva Inglaterra fue el encargado de llevarlo a cabo en 1949 y acabó con el nombre de Tassel loafer, en español mocasín con borlas. Comenzaron a comercializarlos al instante y con un gran éxito.
En los años 50 los empezaron a llevar los estudiantes universitarios, fueron pioneros en usarlos sin calcetines (me imago qué dirían sus profesores de eso) y cuentan que se conocen como Penny loafers porque les encantaba llevar un penique metido en el hueco del mocasín. Dicen que servía para llamar de forma precipitada y para pedir socorro en las antiguas cabinas de teléfono.
En los años 60, el mocasín ya era tendencia. Revistas de moda, Esquire en concreto, escribieron sobre este fenómeno universitario que estaba conquistando las calles. Claro que ayudó mucho que estrellas como James Dean o Steve McQueen los lucieran tanto en sus películas como en la vida real. ¿Quién no quería parecerse a ellos en aquella época?
En los 60 y 70 se consolidaron como zapato de oficina, en Japón eran considerados como un calzado formal y apto para el trabajo. Aun así, en esas fechas, en Italia, surgieron nuevos modelos menos rígidos y con una mayor variedad de colores. Se estaba experimentando con el mocasín.
Por último y para acabar con esta pequeña clase de historia, tal vez os preguntéis por qué aquí se conocen también como castellanos. Deciros que todo viene de un pequeño taller artesano de Madrid que se dedicaba a fabricar zapatos a medida. La moda del mocasín había llegado a España desde Estados Unidos y los clientes de alto nivel adquisitivo querían llevar el famoso zapato. El taller, curiosamente o no, se llamaba Castellano.
A día de hoy sigue siendo un calzado estrella, cómodo y tremendamente versátil. Por eso, hemos hecho esta selección de 21 mocasines diferentes que podemos llevar durante 24 horas, sin que se nos caigan los dedos de los pies o gastar una caja entera de tiritas.