Para los que somos fans y consumimos sin parangón este formato, el regalo de esta etapa tan fructífera de las series, nos viene caído del cielo de los audiovisuales. Primero las productoras metieron más dinero e inmediatamente comenzaron a copiar al cine. De seguido una serie de tránsfugas de la tele comenzaron a poblar la gran pantalla. Inmediatamente después, los grandes del cine comenzaron a darle a la televisión el valor que se merece.
No vamos a hacer un análisis exhaustivo de cómo llegó esta etapa tan salubre de las series, ni siquiera el párrafo de arriba es correcto al cien por cien. Lo que queremos decir es que todo ha sucedido, ni tan siquiera, muy rápido. Antes se tendía a diferenciar mucho entre las dos pantallas: el cine era EL CINE, y la tele una especie de sucedáneo come-mentes infravalorado por el starsistem. Había actores de televisión y de cine; también esto pasaba con los directores; y con los guionistas; y con los TODOS.
Gracias a un compendio de cosas terribles, que también traen sus cosas buenas, esa brecha entre pantallas se ha difuminado a niveles gloriosos y, ahora, podemos disfrutar de una Nicole Kidman en una serie de televisión. O de guionistas como Alan Ball, que lo mismo te hace un American Beauty que nos intriga con ese Rigth and Now que está por llegar y del que os hemos hablado en la galería.
Sea como fuere, es lo que nos está tocando vivir. Cada año salen decenas de series nuevas y algunas de las que ya empezaron continúan. Esto es un no parar de consumir. ¡Menos mal que no engordan! Disfrutad de todo lo que estar venir y que tengáis un más que feliz año nuevo (plagado de grandes series, como las mejores que hemos visto en 2017).
AVISO: próximamente hablaremos de las series que tienes que seguir viendo/consumiendo en 2018.