"Sin stock, sin congelar, sin precocinar, sin preparaciones externas".
La comida sana y saludable tiene una alta demanda en este momento. El siglo XXI ha venido dispuesto a demostrar que el ser humano sabe aprovechar su inteligencia y cuidar tanto su interior como su exterior, a la vez que mantener el planeta a salvo. Los restaurantes y tiendas bio se multiplican día a día. Lo ecológico es al fin importante, aunque no lo suficiente todavía.
Uno de los movimientos que acompaña esta tendencia es el Slow Food. Pero en realidad sabemos poco de este movimiento. Un movimiento que cada vez suena más pero que lleva dando guerra desde 1986 y que es originario de Italia. Pero empecemos por el principio.
El origen del movimiento Slow Food
Aunque ahora se entiende como un movimiento internacional (no hay un rincón del mundo que no se haga cargo de él), ya que es un movimiento que opera en todos los continentes del planeta, nació en Italia.
Se trataba de una asociación que nacía en Bra, allá por 1986 de las manos de Carlo Petrini. Pero en un principio no se llamó así, al principio esta asociación viviría bajo el nombre de ArciGola.
Hoy día, solo en Italia, tiene más de 35 mil personas inscritas en más de 300 sedes locales. Slow Food está presente en más 150 países y el movimiento sigue creciendo.
Los objetivos del movimiento alimentario
En los estatutos de Slow Food hay diferentes objetivos que describen claramente el movimiento. Como por ejemplo el de “otorgar dignidad cultural a las temáticas relacionadas con la comida y la alimentación”.
O el que sería uno de los más representativos e importantes: “Individualizar los productos alimenticios y las modalidades de producción ligados a un territorio, en una óptica de salvaguardia de la biodiversidad, promoviendo su categorización y protección en tanto que bienes culturales”.
Otro de sus objetivos sería: "Promover la práctica de una calidad de vida distinta, basada en el respeto al ritmo y tiempo naturales, al ambiente y la salud de los consumidores”.