Menorca
Basta un fin de semana para enamorarse de la tranquilidad de Menorca, de sus playas, de su cultura y de lo “fácil” (y agradable) que es vivir con el “modo isleño on”. Una carretera (la que va de Mahón a Ciudadela, 44 kilómetros aproximadamente) ejerce de columna vertebral de un territorio pequeño en superficie pero rico en cultura y ocio. Entre sus joyas más señeras, la propia Ciudadela, situada en el extremo oeste de la isla. Una ciudad típicamente mediterránea con sus calles empedradas, su bullicioso mercado, su catedral o esos palacios, algunos aún en manos de la aristocracia isleña, contruidos con marés, el material que proporciona el característico color salmón a los edificios menorquines. Y sí, también es un lugar ideal para ir de compras y completar tu maleta de verano con un par de abarcas o alguna pieza de moda adlib.
De camino hacia Mahón, a la altura de Ferrerías, encontrarás el desvío a Cala Galdana, un pequeño y tranquilo enclave costero desde el que podrás realizar excursiones marítimas, aprender a navegar en kayak o entregarte al senderismo. Volviendo a la carretera principal, probablemente te toparás con alguno de los cerca de 1.500 talayots que pueblan la isla. Los identificarás por su apariencia, unas ruinas de piedra (mejor o peor conservadas), algunas de las cuales tienen forma de pirámide. Y si bordeas la isla es muy posible que te encuentres con algún faro. Nuestro favorito es el de Cavalleria, con unas vistas magníficas a la Illa des Porros.
En la capital
Ya en Mahón, su enorme puerto (y las terrazas de la orilla) te atraerá cual imán. Después, apunta en tu itinerario un imprescincible: desviarte hacia el sur, a Binibeca (cerca de 20 minutos por carretera). Se trata de un típico pueblo de pescadores de casitas blancas, el lugar ideal para hacer un parada técnica y degustar la“adictiva” pomada, una mezcla de ginebra con refresco de limón que te cargará de energía.
Ibiza
Música, fiesta, diversión 24 horas… La fama de Ibiza como templo de las noches locas la precede. Y, sí, la isla cumple lo que promete con conciertos non stop y discotecas abiertas hasta el amanecer. Pero también existe la otra cara de Ibiza, la tranquila, la familiar, la de días de playa y noches de terraza.
Pero, al igual que la belleza, en este caso la calma está en el interior. Concretamente en pueblos como Santa Gertrudis, cuya vida gira en torno a una iglesia del siglo XVIII. En sus restaurantes, donde se come y cena a precios bastante más asequibles que en la costa, o en su huella cultural, cortesía de la gente del mundo del arte que ha recalado en este pequeño lugar del interior (tienes que pasarte por el Bar Costa, en la plaza de la Iglesia, y contemplar sus paredes llenas de pinturas).
Idéntica tranquilidad se respira en San Carles de Peralta, parte de ese triángulo 100% ibicenco cuyos otros vértices son Sant Joan y Santa Eulalia. Como Santa Gertrudis, San Carles también tiene su bar, en este caso Bar Anita, cuya terraza ejerce de punto de encuentro en los días de verano. Además, el paseo a San Carles tiene premio, porque en las afueras se encuentra el mercadillo de Las Dalias, sin duda el más popular de la isla, que atrae a miles de visitantes de día (y de noche) por sus creaciones de insipiración hippie.
La Ibiza más “fiestera” se articula en otro triángulo iluminado por las luces de neón de las tres grandes discotecas, Pachá, Ushuaïa y Amnesia, sin descartar a sus “damas de honor” (Privilege, Sankeys, Es Paradis, Eden, DC-10 y Benimussa Park). Si quieres saber cuándo y dónde se hacen las mejores fiestas, consulta el calendario en ibiza-spotlight.es.
Efectivamente, salir de noche es una de las aspiraciones que mueve al ingente número de turistas que se desplaza a Ibiza cada verano. Sin embargo, no solo de clubbing vive el visitante. Contemplar la puesta de sol en el ya mítico Café del Mar de San Antonio; ir de compras por alguno de los puestos ubicados en el puerto de la capital; cenar en un restaurante de Dalt Vila; disfrutar de las fiestas populares (muchas y variadas) o tomarte una copa en el Bora-Bora, el famoso club de playa, son alternativas muy apetecibles. ¡Pruébalas!