Hotel Torre del Marqués

La piscina de Torre del Marqués con el hotel al fondo. D.R.

Si piensas en un destino turístico, probablemente Teruel no sea el primer lugar que se te pase por la cabeza. Deberías reconsiderarlo. Por muchos motivos: sus paisajes, que varían según en qué puntos te encuentres con la provincia; los pueblos de aspecto medieval; el buen comer (en esta época Teruel es paraíso de setas y trufas); su calificación como destino seguro y, por supuesto, esos hoteles que mezclan historia y modernidad y que son una maravilla en sí mismos. El que te presentamos es uno de ellos: obedece al nombre de Hotel Torre del Marqués, y es un proyecto personal de su propietario, Óscar García Arano, con solo 18 habitaciones y unas zonas comunes desde las que puedes contemplar buena parte de la comarca del Matarraña (colindante con Castellón) en la que se encuentra, una de las que más está haciendo para fomentar el ecoturismo y el turismo histórico, con pueblos salpicados de vestigios medievales esmeradamente cuidados caso de Valderrobres o Calaceitie, por mencionar los dos con más habitantes de la zona. Y no solo eso, porque Torre del Marqués se halla muy, muy cera de la Sierra de la Molinera, en cuya ladera tuvo lugar la batalla de Tévar con dos contendientes de excepción, El Cid y Berenguer Ramón II, conde de Barcelona.

Hotel Torre del Marqués

Una de las habitaciones del hotel. D.R.

Pero, volviendo al hotel que nos ocupa y hemos tenido la suerte de visitar, la filosofía de Torre del Marqués es combinar sostenibilidad con lujo (de hecho, pertenece al sello Small Luxury Hotels). Con la categoría de cinco estrellas por delante, lo cual ya te indica que lo que vas a encontrar aquí va a ser bueno, la propiedad pretende que el cliente desconecte del estrés del día a día. Óscar ha desarrollado la mayor parte de su vida laboral en Madrid –fue directivo de una empresa de telecomunicaciones– y sabe muy bien de lo que habla. Se ha empeñado, por ejemplo, en que ninguna de las habitaciones del hotel disponga de televisor “para no distraernos de la maravilla de paisaje que tenemos fuera”; quien quiera disfrutar del audiovisual deberá pedir en recepción una tablet habilitada o conectarse a sus propios dispositivos a través de WiFi. Asimismo, las camas son de una comodidad extrema y todos los baños cuentan con lavabos artesanos y bañera con vistas, de tal forma que muy cerca de ti habrá siempre una ventana que se asome al Matarraña. Y sí, tiene spa. Pequeño pero acogedor. En resumen, un interior muy moderno y en tonos suaves que ya nos indica que aquí se ha hecho una encomiable labor de restauración. Preguntamos y nos cuentan que el establecimiento se levanta sobre una masía del siglo XVIII otrora propiedad del marqués de Santa Coloma y que fue utilizada como residencia de verano por sus descendientes. Sabían lo que hacían. A partir de ahí, la aportación de Óscar, gran apasionado de la historia del lugar, es realizar mejoras siempre preservando la arquitectura del entorno en el que se asienta. ¿Un ejemplo? Los muros de una parte del hotel se construyeron empleando argamasa de tierra y paja de la finca que lo rodea, con un resultado estupendo a la hora de refrescar en verano y conservar el calor en invierno. Por cierto, hablando de calor, las calderas de biomasa –que se extrae de los pinares de la finca– se encargan de la calefacción, aunque en el tema energético también encontramos placas solares para cumplir con todos los mandamientos de sostenibilidad.

Hotel Torre del Marqués

El restaurante de Torre del Marqués, con vistas a la finca y a la comarca del Matarraña. D.R.

Ya fuera del edificio, la vista se pierde a lo largo y ancho de una finca que supera las 150 hectáreas y en la que no faltan los viñedos o los olivos (muy cerca, en el pueblo de Cretas, se encuentran los olivares donde se produce el reputado aceite Diezdedos que surte al hotel). Desde los grandes ventanales del restaurante ya intuyes que este lugar es una maravilla con la que quedarse extasiado, pero salir a los jardines que son casi atalayas, habilitados con mesas y sillas para tomarte una aperitivo o un vino, o pasear por la piscina, te permite apreciar que de verdad te encuentras en un paraje excepcional.

¿Qué más te podemos contar? Pues que Torre del Marqués tiene su propio huerto, que ahora mismo no es muy grande, pero atesora la vocación de ir sumando productos a medida que el proyecto vaya avanzando, que lo hará, ya que el propietario pretende construir nuevas habitaciones próximas convirtiendo el hotel en una suerte de complejo ecosostenible. Y que no se nos olvide: el restaurante guarda una magnífica bodega convenientemente surtida de vinos de la zona. En realidad, su objetivo es abastecerse de productos locales, no solo para practicar la cocina de proximidad, sino para darle el reconocimiento que merecen a agricultores o ganaderos en los que hasta ahora, a lo mejor, pocos habían reparado. Una pena, porque si en otra cosa destaca Teruel es en que aquí se come excepcionalmente bien.

Sí, puede ocurrir que te canses de desconectar (difícil, pero no imposible). Insistimos: la visita a los pueblos de alrededor es una de las actividades más interesantes, así como practicar el shopping de productos de la zona –apunta ya en la lista quesos y embutidos–. También hay rutas de senderismo más o menos largas, a gusto del visitante, y las playas del Delta del Ebro se encuentran a una hora en coche, más o menos. Pero esto no es todo, porque con el objetivo de promover las bondades de la zona, Óscar Gracia ya ‘trama’ nuevas actividades que seguro te gustarán: catas de aceites donde podrás descubrir las distintas variedades de aceitunas; cenas maridadas con los excepcionales vinos de la bodega Altavins, que está haciendo un ímprobo esfuerzo por recuperar la garnacha, visitas guiadas… Si vas, querrás volver.

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