El sueño de vacacionar en algún lugar lejano, virgen de la mano del hombre, es algo que las películas reflejan de forma muy épica, pero a lo mejor resulta un poco ilusorio en la vida real. Quedan ya pocos paraísos de esos y a los que hay, o cuesta mucho llegar o, cuando llegas, no tienes los mínimos servicios. Que sí, que eso es un sueño cuando lo que una pretende es practicar la aventura en su más amplia acepción, pero puede tornar en pesadilla si lo que buscas es tranquilidad no exenta de comodidad, esto es, escapadas de esas de no tener que hacer nada aunque sin agobios ni multitudes. O, lo que es lo mismo, disfrutar de cierta soledad y paz interior cómo, cuándo y dónde quieres.
Precisamente para eso están los secret places, alojamientos muy poco concurridos y tremendamente especiales que cuentan con todos el comfort que te puedas imaginar pero huyen de la publicidad (al menos excesiva) para garantizar que tu estancia será privada y que desde el mismo momento en que hagas tu reserva, todo va a fluir. Tirando del boca oreja –y de nuestra propia experiencia–, hemos hallado varios lugares a los que, al menos la redacción de InStyle, nos iríamos a la voz de ya. Tenemos un refugio en plena sierra de Huelva (¿creías que ahí todo es playa?; va a ser que no); un palacio gaditano; un distinguido club del mediterráneo con socios de alto copete; una curiosa finca de Madrid donde se organizan bodas pero que también aloja un hotel boutique muy peculiar y un ‘clandestino’ secret place gallego al que puedes conocer solo si antes marcas un número de teléfono.
¿Te pica la curiosidad? Seguro que después de leer este artículo e intuir qué se esconde tras estas propuestas, las ganas de visitarlas no se te irán de la cabeza.