MB: Y lo bueno que tienes es que te ríes de ti misma la primera siempre. En el libro queda demostrado.
NV: Eso es fundamental. Con sentido del humor ves los problemas de otra forma. Si no te ríes de ti misma en primer lugar, es imposible afrontar ciertas cosas.
MB: Lo que dices en el libro: la actitud, la actitud lo es todo. Es lo más importante.
NV: Lo vemos en muchísimas personas, que tienen una actitud positiva ante la vida. Porque todos vamos a tener problemas, eso nonos lo quita nadie. Y vamos a vivir dificultades, pero hay que superarlas.
MB: Hablas sin tapujos de todo (incluida la menopausia). Y cuando digo de todo es 'de todo' sin cortarte. Enhorabuena por contar verdades como puños. ¿No te da miedo que la gente pueda sentirse incómoda o quieres sacar a las mojigatas de su zona de confort?
NV: Espero que nadie lo pase mal leyéndolo. El primero que se ha sentido incómodo ha sido mi marido (risas). Le enseñaba un capítulo y decía: "¡Ay, por Dios! Pero como vas a contar eso... ¡Qué vergüenza!". Yo espero que si alguien se siente violento al menos se ría. Y que diga: "¡Es que está contando verdades!". Creo que no hay que enmascarar las cosas. Cuando las cuentas tal cual son, no hay problema. En capítulos como la menopausia...
MB: Bueno, bueno, más adelante hablaremos de eso...
NV: ¡Es que es la vida!
MB: ¿Sabes a quién puedes ayudar? A todas esas personas cerradas de mente. Porque eso es lo más terrible: gente que se pierde cosas en la vida por los prejuicios. Pero, volviendo al libro, en un capítulo de los muchos que encontramos en él, hablas de algo tremendo que te pasó en la vida, lo peor que le puede ocurrir a una madre (Natalia perdió, por muerte súbita, a su hijo Gonzalo, de diez meses). Creo que ayudaría a mucha gente que haya pasado por momentos trágicos saber que la actitud lo es todo en la vida, a pesar del dolor.
NV: Y es que eso es verdad. Es algo que no vas a olvidar nunca. Yo a mi hijo le tengo a día de hoy presente constantemente -y hace ya veintisiete años que pasó-. Hago hasta locuras, que no recuerdo si he contado en el libro o no. De repente no encuentro aparcamiento en un sitio, tengo prisa y le ruego: "¡Ay, Gon! Por favor, ayúdame". Carlos, mi marido, me mira de una forma... Está curado de espanto con todo esto. Me dice: "Ay Nat...". Pero es que es así como soy yo. Siempre le meto una pizca de humor a todo. Cuando hablo de ciertas situaciones en el libro he tratado de introducir humor, porque creo que si lo haces así, cambias todo, hasta lo malo. Espero poder ayudar a mucha gente, porque a lo largo de mi vida he visto a amigas y personas muy cercanas a las que les ha pasado algo parecido y no han salido adelante. A día de hoy las ves y piensas: "¡Qué pena..." Al final hay que salir.