“Un perfecto día de verano es cuando el sol está brillando, el viento sopla, los pájaros cantan, y la cortadora de césped se rompe”
James Dent
Parecía que no iba a llegar nunca: las bajas temperaturas para las fechas que estábamos viviendo, el exceso de agua y tormentas… Un verano atípico se vaticinaba. “Dicen que va a ser fresco y muy extraño”, se repetía. Y luego las conversaciones sobre el cambio climático se sucedían en cualquier corro social que se terciara. Lo que es el hablar del tiempo de toda la vida, pero con razones de preocupante peso. Pero nada más lejos de la realidad. Aquí tenemos al estío con sus temperaturas altas y sus desesperantes noches calurosas, insuflando ganas de agua, de costa y de largas siestas de bebé.
Cuando hablamos de verano, son muchos los escenarios que se repiten. En la literatura, contextualizadas las obras en verano, hemos acompañado a nuestros héroes en diversas aventuras de diferente índole.
Claramente la historia que más se ha contado y que todos hemos vivido o ansiado vivir, es el amor de verano. El verano tiene la peculiaridad de regalar situaciones extraordinarias que en otras épocas del año no son tan fáciles de acontecer.
De todo esto la culpa real la tienen las vacaciones. Y los traslados que conllevan. Conocer nuevos lugares y nuevas gentes. El calor… vamos, que el verano está diseñado para que ocurran cosas. Y todos tenemos recuerdos inamovibles de algún verano inolvidable. O de varios. O de muchos.
El caso es que la figura del verano ha estado siempre muy presente en los creadores para desarrollar historias que nos hacen vibrar y disfrutar.
Por cierto, ¿sabéis que en verano es la época en la que más literatura se consume? Próximamente haremos una recomendación de libros para este verano.
Bienvenidas al verano.