Quién diga que Praga, la capital de la República Checa, es una de las ciudades más bonitas de Europa… tiene razón. En invierno, con sus mercadillos de Navidad y ese vino caliente que te deja como nueva, y en primavera aún más, cuando el sol calienta y el río luce en todo su esplendor. Dueña de edificios señoriales y amparada en los vestigios de una historia agridulce (todavía hoy se puede visitar, previa reserva de plaza, el otrora cuartel de la Gestapo), Praga es, en sí misma, un espacio acogedor, llena de turistas pero que, a diferencia de otras capitales europeas como Roma, no agobian ni deslucen los mucho y bueno que hay que ver en la ciudad de los 22 Distritos.
El río Moldava es una de las mayores atracciones de Praga. Con permiso de otras como la ciudad vieja o Staré Mesto. En esa zona y en sus alrededores verás torres y más torres: si buscas las famosas “cien torres de Praga” solo tienes que llegar hasta aquí. En la plaza de la Ciudad Vieja se encuentra la Torre del Reloj, que cuenta con una de las vistas más apabullantes sobre la ciudad. Esos sí, te costará su esfuerzo llegar arriba porque, a pesar de disponer de ascensor, el último tramo es una estrecha escalera de caracol con unos 170 peldaños.
A su lado, la Torre del Ayuntamiento escenifica cada hora el “paseo musical” de los 12 apóstoles, un instante tan concurrido por los turistas como el cambio de guardia de Buckingham Palace. Junto a ella, un edificio curioso, con la imagen de Einstein tallada en la fachada (cuentan que en la planta segunda hubo en sus tiempos un café que solía frecuentar el científico; a los checos les gusta pensar que fue aquí donde Einstein pergeñó su teoría de la relatividad). Y en los aledaños, encontrarás calles muy sugerentes, como la calle Karlova (Carlos en español) donde se distribuyen un gran número de tiendas de souvenirs, restaurantes…; o la calle Liliová, cuya chocolatería Choco Café U Cervené zidle es una de las más exitosa de la ciudad, ideal para familias. También la calle Dlouhá, una de las zonas de “marcha” de Praga, con más de 50 bares (recuerda que está prohibido beber en la calle).
En esta parte de la Ciudad Vieja también se esconden tiendas tan curiosas como Botanicus (Týn 1049/3), un establecimiento de cosmética bio, o Moser, en una de las esquinas de la plaza de la Ciudad Vieja, tienda especializada en cristal de bohemia cuyos sótanos albergan una galería-museo de obras hechas en cristal (la entrada es gratis).
Una de las fotos más bonitas de la ciudad tiene dos escenarios: el puente de Carlos y el castillo. El primero comunica la Ciudad Vieja con Malá Strana (Ciudad Pequeña) y está decorado con 30 imponentes estatuas de santos que fueron esculpidas en torno a 1700. Recorrerlo de noche impresiona, y de día incluso agobia por la cantidad de paseantes que lo cruzan. En Malá Strana, al pie del Barrio del Castillo, descubrirás la iglesia de Santa María de la Victoria y San Antonio de Padua. Cuando entras, a la derecha, verás la figura del Niño Jesús de Praga, curiosamente de origen español. Los habitantes de Praga cuentan que el Niño Jesús hace milagros: eso sí, solo le puedes pedir uno al año (en la bancada encontrarás oraciones en diferentes idiomas para que las recites acompañando a tu petición).
También en el mismo barrio te toparás con la calle más estrecha del mundo y el museo de Kafka. La casa donde vivió el escritor se encuentra al lado del castillo de Praga, en el llamado Callejón del Oro, una sucesión de pintorescas viviendas de un tamaño extraordinariamente reducido, lo que les da la apariencia de casas de cuento.
¿Y el castillo? Pues no es lo que estás acostumbrada a ver. En realidad, se trata de un complejo de edificios históricos. Imprescindible recorrer el Camino Real, la ruta que recorrían los reyes para ser coronados y que empieza en la gótica Torre de la Pólvora para terminar en el castillo. En el complejo del castillo encontrarás la catedral de San Vito, el palacio de Gobierno, donde trabaja, que no reside, el actual presidente de la nación, y otros palacios en los que, antiguamente, vivía la nobleza.
¿Más cosas que ver y hacer? Déjate aconsejar por los guías experimentados y apúntate al tour de la cerveza, un paseo por diferentes establecimientos degustando las jarras de diferentes cervezas. O, algo más “exótico”, al tour de la Praga subterránea para ver las catacumbas y habitaciones soterradas (encontrarás información en cualquier hotel). Y si buscas algo distinto, el centro Laterna Magika (Národní 4) representa, desde hace 40 años, el espectáculo Circo Mágico. Además, no olvides pasarte por el “distrito gay”, Vinohrady, donde encontrarás La Boheme (Sázavská 32), una de las cafeterías más chic de la ciudad, o Pavilon, un antiguo mercado reconvertido en showroom de decoración con obras de los artistas más famosos de la República checa. Alucinarás.
Restaurantes:
Field (U Milosrdných 12). La cocina checa más moderna te sorprenderá gratamente en este restaurante de la Ciudad Vieja que presume de estrella Michelín. No es barato, pero su menú degustación merece muchísmo la pena. Creatividad y calidad en estado puro.
Bohemica Old Town (Celetná 29). Muy cerca de la Plaza Vieja, el hotel Barceló Old Town sorprende con este restaurante que bucea en la tradición de la comida checa. Gran servicio y una excelente selección de vinos. Los viernes y sábado tienen música en directo desde las 20:00.
U Pikansu (Jungmannovo 15/16). Un sitio que respira tradición. El lugar ideal para disfrutar de unas jarras de cerveza mientras degustas platos enormes de salchichas, codillo… Lo más parecido a nuestros bares. Está en el corazón de la Ciudad Vieja, así que es un buen punto de avituallamiento entre visita y visita.
Hotel
Occidental Praha Wilson (Vaclavske 59). Un hotel con una ubicación privilegiada, frente al museo nacional y junto a la plaza Wenceslao. Habitaciones cómodas, buen servicio y con todo lo que necesitas para convertir tu estancia en Praga en memorable. ¡Un excelente centro de operaciones para una escapada de primavera!