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8 cosas (muy guays) que hacer en Funchal, capital de Madeira

Eterno buen tiempo, paisajes maravillosos, gastronomía sorprendente... Si lo quieres todo, lo tienes en Funchal, capital de Madeira.

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Recorrer el centro

No, Madeira no está tan lejos como puedes pensar. Y te lo vamos a demostrar. Para empezar, TAP Portugal (flyptap.com) tiene varios vuelos diarios a Lisboa, a 1 hora de Madrid y hora y media de Barcelona. De ahí, el vuelo a Funchal, la capital de Madeira, dura apenas hora y media. La isla, con un clima muy benévolo durante todo el año (más o menos como en Canarias, para que te vayas haciendo una idea) sorprende por su acogedora capital y sus maravillosos alrededores, perfectos para hacer senderismo (las populares rutas conocidas como levadas). Pero antes de irte más lejos, lo ideal es que conozcas lo mucho y bueno que puedes ver en Funchal. Empezando por las pintorescas calles que componen su centro, bordeadas por un enjambre de casitas (ojo, el pavimento está adoquinado, así que lleva zapatos cómodos). Una de las ruas más bonitas es la de Santa María, repleta de restaurantes, tiendas y con una peculiaridad muy llamativa: varias de las puertas de las casas que aquí verás están pintadas, a modo mural, por artistas locales. Todo un lujo para los sentidos. Otra que no te puedes perder es Fernao de Ornelas, donde están todas las grandes tiendas, las de lujo, pero también otros establecimientos no menos interesantes. Aquí podrás llevarte los mejores recuerdos, como las telas bordadas a mano, o degustar el omnipresente bolo do caco, un pan riquísimo, untando con mantequilla de ajo y perejil, que es el aperitivo por antonomasia de la isla.
Apunta también en tu agenda la Avenida Arriaga, un paseo entre edificios antiguos (algunos decorados con los azulejos que verás a lo largo y ancho de la isla), y donde está, por ejemplo, el banco de Portugal, cuya sede es un pintoresco edificio histórico. Si sigues andando acabarás topándote con la catedral, de estilo gótico y con cinco siglos de antigüedad. Saca la cámara porque es parada obligada.

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Subirte al funicular

Ten en cuenta que Funchal se extiende por la ladera de la montaña hacia el mar. Abajo, están la mayor parte de los hoteles y, por lo tanto, tu centro de operaciones, pero seguro que querrás subir hasta lo más alto, la zona conocida como Monte. Allí encontrarás el Jardín Botánico, la iglesia de Nuestra Señora del Monte… Mucho que ver. Abrígate, porque hace más frío que en la parte baja. Y sí, lo mejor de todo esto es que para subir tendrás que coger el funicular (debes ir hasta el Parque Almirante Reis, junto al Museo de Energía), un trayecto de 15 minutos que te llevará partiendo del mar hasta lo más alto del Funchal, con unas vistas impresionantes sobre la ciudad, lo que te permitrá hacer algunas de las fotos más instagrameables de todo el viaje.

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Bajar cuestas con los carreiros

Vale. Ya estás arriba. Ahora toca bajar. Puedes hacerlo de nuevo subiéndote al funicular o entregarte a las mieles de la adrenalina gracias a los famosos carreiros, una de las estampas más exportadas de Funchal. En realidad son cestos de mimbre donde se suben los turistas a razón de dos por cestas. Hasta ahí todo tranquilo. La emoción llega con los conductores, dos señores, ataviados con gorro y zapatillas con suela neumática, que te llevarán ladera abajo. Como de un trineo se tratara, los expertos manejadores corren y empujan los “vehículos” entre curvas y cruces donde sí, pasan coches y hasta autobuses. No te llevan hasta el puerto sino que te dejan a mitad de camino, pero dese ahí llegas al centro de Funchal andando (unos 30 minutos que se pasarán volando).

 

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Visitar el mercado de Lavradores

Uno de los más coloridos que habrás visto jamás en Europa. Está situado en pleno centro del casco antiguo (en Latino Coelho 38) y sus puestos de frutas te dejarán con los sentidos descolocados. Maracuyá de distintos sabores (sí, existen) que, por supuesto, puedes probar, y diferentes especies exóticas “posan” sobre mesas en torno a las cuales pasean mujeres ataviadas con el traje típico. Todo un espectáculo. Al otro lado del mercado está la lonja, un auténtico escaparate de los mejores manjares que el mar “regala” a los isleños. Querrás llevártelo y cocinarlo todo. ¡Ah! Y para rematar la visita, pide una poncha en alguna de las tascas típicas del mercado, que también las hay. Esta bebida, a base de aguardiente de caña de azúcar, miel y zumo de frutas, engancha a locales y turistas. Su preparación es toda una fiesta, así que si tienes la suerte de ver al coctelero con las manos en la masa (literalmente), no te resistas a grabarle.

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Tomar el té en el Beldmond Reid’s Palace Hotel

Uno de los hoteles más señoriales de Funchal. En él se han alojado políticos, actores y grandes figuras de la vida pública internacional. Entrar por su puerta es como cambiar de época, así que hazlo y vete directamente a la terraza donde por la tarde tiene lugar la ceremoniosa hora del té. Diferentes mezclas de hierbas (incluida una del propio hotel, suave y peculiar) se sirven acompañadas de deliciosos sandwiches, un surtido de pastas y pasteles y los británicos scones. Todo hecho en la cocina del hotel, incluidas mantequilla y mermelada. Te tratarán como una reina y te sentirás como tal (Estrada Monumental 139).

 

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Comer en Fajä dos Padres

Si el funicular del que te hablábamos al principio te ha sabido a poco, te proponemos una nueva aventura: coger otro teleférico, en este caso totalmente vertical, que te lleva a uno de los rincones con más encanto de Funchal, una playa de piedras negras volcánicas (la isla tiene otra como esta más otras dos artificiales) donde se levanta un restaurante ideal para probar la comida típica de Madeira (recuerda: que nunca falte el pescado). Lo bueno es que nada más dejar el teleférico, y de camino al restaurante, atravesarás un auténtico jardín tropical repleto de árboles frutales y plantas. Un lugar paradisiaco y completamente desestresante del que no querrás irte.

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Cenar en Nini Design Center

En el puerto de Funchal, al lado de donde se coge el ferry a Porto Santo, isla eminentemente turística muy cerca de Madeira, se alza la antigua fortaleza de Nosa Senhora de Conceiçao, hoy reconvertida en uno de los restaurantes y galerías más chic de todo Funchal. Aquí se encuentra el “reino” de Nini Andrade Silva, una diseñadora de interiores con  fuerte vinculación con el océano. Entre las paredes del antiguo fuerte se alojan piezas emblemáticas de la colección privada de Nini, así como galardones que Andrade ha recibido a lo largo de su carrera. También encontrarás la tienda y, sobre todo, el restaurante, donde la comida se hace arte. Una decoración excepcional y un buen gusto a prueba de paladares exigentes son su carta de presentación.

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Comprar y dormir

Dos actividades imprescindibles en todo viaje que se precie. Para llevar tienes varias opciones, a cual más apetecible: desde vino de Madeira (visita las adegas de Sao Francisco, en la avenida Arriaga 28) hasta la mítica poncha pasando por el bolo de mel (el pastel emblema de la isla; en la Fábrica Santo Antonio –travesía do Forno 27-29- lo hacen de muerte), las galletas de hinojo o ecucalipto y, por supuesto, los tejidos bordados a mano, auténticas joyas de los souvenirs más codiciados.
En cuanto a los hoteles, hay una zona de resorts un poco alejada del centro, así que si quieres pernoctar en todo el meollo, te recomendamos  The Vine Hotel, en rua dos Aranhas 27. Habitaciones de diseño, un spa con tratamientos con el vino como protagonista… Merece mucho pena quedarse en él. Además, en la planta baja del edificio encontrarás uno de los centros comerciales más importantes de la ciudad. Si quieres rematar tus compras, este es el lugar.

Más información sobre Funchal y la isla de Madeira en visitmadeira.pt y madeiraallyear.com

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