Venga, sé sincera conmigo. Mírame a la pantalla. Léeme estas líneas y dime que no estás procrastinando.
¡Ves! Lo sabía.
Caer en la procrastinación es muy fácil. Cuando menos lo esperas, ¡zas!, estás procrastinando como un nini de pura cepa. En ocasiones lo hacemos con tanto gusto y tan bien que lo convertimos en un arte.
Pero por si te estás haciendo la sueca con el tema y piensas que no sabes de lo que te estoy hablando, te lo voy a explicar. Eso de procrastinar es perder el tiempo. Es demorar las responsabilidades. Es no tachar líneas en la agenda. Pero para dejarlo más claro, invoquemos a la RAE:
procrastinar
1. tr. Diferir, aplazar.
EL AUTÉNTICO ENEMIGO DE LA PRODUCTIVIDAD
El verdadero problema de procrastinar, cuando lo haces en horario de productividad, es que tu rendimiento puede caer en picado. Hay muchas formas de engañarlo. Y el punto de partida para el proceso de engaño es la sinceridad. Ser sincera contigo misma y admitir que lo estás haciendo. Aunque dentro de esa sinceridad te sigas engañando, sobre todo en la prioridad de las tareas que tienes pendientes.
A veces es necesario. Estás en una situación en la que el descanso pleno te va a hacer bien. Déjalo estar. Desconecta. Pero si detectas que lo que no te apetece es enfrentarte a hacer algo en concreto, está claro que va a empezar a convertirse en un problema para ti.
Una de las soluciones más reconocidas es la llamada Procrastinación Estructurada. La ideó un filósofo de Stanford, John Perry, que se autodenominaba como un ‘procrastinador natural’. Su propia naturaleza lo arrastraba a la procrastinación más profunda. Así que tomó una decisión: hacer listas de las tareas en orden de prioridades y engañarse a sí mismo.
Me explico. Como siempre hacía primero las tareas más nimias y que escribía al final de una lista, siempre terminaba dejando las más importantes en la cabeza. Así que vio muy claro lo que tenía que hacer: decidió colocar las tareas verdaderamente relevantes a mitad de la lista. Nunca al final, pero tampoco al principio. De esta forma, las tareas más importantes nunca las volvería a realizar las últimas.
Suena bobo, ¿verdad? Pues es un sistema que le valió a él para superarlo y, con el tiempo, a mucha gente más.
LA PROCRASTINACIÓN POSITIVA
Pero si estás procrastinando y sabes que no vas a ceder. Luchando contra ello, lo único que vas a conseguir es sentirte mal. Probablemente sigas procrastinando con un sentimiento de culpabilidad demoledor.
Por eso, cuando te encuentres en ese momento, abrázate al procrastinar e intenta hacerlo de la forma más positiva posible.
Te dejamos unas ideas.
LEERTE ESTE ARTÍCULO E INFORMARTE UN POCO MÁS SOBRE EL PROCRASTINAR
Una vez que sabes que es lo que está sucediendo y ante la imposibilidad de realizar tareas pendientes, una gran opción sería informarte sobre el asunto. No solo para poner remedio, si no porque en la información está la llave. El saber es poder.
Hasta aquí nuestros consejos. Y ya que has llegado hasta el final, solo me queda decirte que no lo dudes y que te pongas manos a la obra. Ya sea con una tarea o procrastinando lo más positivamente posible.
Que tengas un muy buen día.