La pizza celebra su día grande el 9 de febrero. Y, más que una cuestión de simple marketing, es un derecho adquirido porque, por si no lo sabes, este ‘invento’ italiano obstenta el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad (otorgado por la UNESCO) desde el año 2017.
Y ya iba siendo hora, teniendo en cuenta que los orígenes de la pizza se remontan a muchos años antes de Cristo, cuando los ejércitos y pueblos del Mediterráneo y algunas regiones de Asia, se alimentaban con panes planos a los que, literalmente, les echaban cosas –quien dice cosas dice carne, pescado, legumbres y/o verduras– por encima. Tal y como hoy la conocemos, tiene sus orígenes en Nápoles, siendo la primera pizza en alcanzar fama (y fortuna) la llamada Margarita en honor de la reina del mismo nombre. O eso cuenta la leyenda.
A partir de ahí, la receta se convirtió en plato tremendamente popular, tanto que fue adaptado por diferentes países, que lo versionaron a su modo. Ninguno puede emular al original, pero hay algunos que, como mínimo, son bastantes decentes. O al menos, muy originales. Entre ellos, el Okonomiyaki, una versión japonesa que empareja camarones y carne, o la Zapiekanka polaca, que se puede degustar en muchos mercadillos del país y que emula el modelo más sencillo de pizza: pan pasado por el horno bien acompañado de champiñones, queso y jamón.
Y, por cierto, aunque el 9 de febrero es así, a grosso modo, el día de la pizza (en Estados Unidos, que son unos adelantados, ya se celebraba años ha por mandato del congreso) hay variantes que tienen su propia jornada; sin ir más lejos, las pizzas de queso y pepperoni celebran sus gran fiesta en septiembre. Mientras llega, nosotros a lo nuestro, a ponernos hasta las trancas con algunas de las mejores pizzas que nuestros paladares han tenido el gusto –y el honor– de probar.