Parece una bendecida por la genética. Pero la ganadora de un Óscar y embajadora de L'Oréal Paris no tiene reparos en reconocer que se guarda unos cuantos ases (de belleza) en la manga.
Lo tuyo con la alfombra roja es un idilio. ¿Te resulta cada vez más fácil prepararte? Sí, porque acaba convirtiéndose en una rutina. Sabes qué ropa vas a llevar y cómo quieres que sean el maquillaje y el pelo. Además, cuentas con la ayuda de profesionales, que hacen que te sientas más segura. Cuando la gente me dice que estoy maravillosa, suelo responder que no es mérito propio y que hay mucho trabajo detrás.
Tu melena siempre está perfecta. ¿Algún secreto? Tiende a encresparse y si la dejo a su aire se convierte en una masa informe. Tras muchos ensayos -y errores- he aprendido que debo secarla si quiero eliminar el encrespamiento. Es mi único truco.
Como pelirroja natural, tendrás tu manera de maquillarte... Pues da la casualidad de que los colores que supuestamente nos favorecen -melocotón, naranja, teja...- no me gustan. Me veo más guapa con tonos rosas, aunque no descubres esto hasta que lo pruebas. Los bronce tampoco me favorecen. Acabo con un color rarísimo.
De adolescente, ¿te sentías a gusto con tu físico? ¡Para nada! Estaba muy delgada, tenía muchas pecas y llevaba unas gafas enormes. Quería estar morena a toda costa y me tostaba al sol aunque odiase el calor. Mi madre me obligaba a retirarme. ¡Ojalá pudiera recuperar cada una de esas horas!
¿Recuerdas alguna otra anécdota beauty? Mis cejas. Comencé a 'mutilarlas' con 13 años. En un momento dado recuerdo verlas y pensar: "¿Pero dónde están?". A mi hija, que justo tiene 13 años, le digo: "Por favor, ni las toques".
No pareces alguien a quien le preocupes demasiado la edad... Solo se vive una vez y la mejor forma de hacerlo es disfrutando el presente, algo imposible si no estás en paz contigo misma.