Entrevista exclusiva
CONTENIDO PATROCINADO

Celebrities Premios

Laura Galán: “Los gordos ahora somos moda y, como tal, algo pasajero. Esa es la sensación que tengo. Pero seguimos luchando: yo y todas”

La actriz, gran revelación (y revolución) del cine español por su papel en Cerdita, nos imparte una masterclass de autoestima, autoafirmación, positivismo y amor propio.

Laura Galán
D.R.

Su papel en Cerdita nos conmocionó. Ella, Laura Galán (Guadalajara, 1986) nos emociona. Por su talento, obviamente, pero también por su optimismo y su visión de la vida. Feliz con lo que esta le regala (además de su éxito cinematográfico y su candidatura a Mejor Actriz Revelación en los Feroz y los Goya, la actriz fue madre hace menos de un año) y a gusto con su cuerpo, su discurso se llena de agradecimiento, aceptación y ciertas dosis de rebeldía.

Lo confesamos: nos hemos hecho muy fans suyos. Y que dure.

Cerdita
D.R.

Laura, después del tsunami Cerdita, ¿en qué andas? La promoción, la temporada de premios y mi hijo (Teo) son los que ocupan mi tiempo ahora mismo. Bueno, tengo algún bolo de teatro con la obra Lectura fácil, pero principalmente estoy centrada en la temporada de premios, con los Feroz y los Goya a la vuelta de la esquina.

Hablando de premios, imagino que lo de los looks de alfombra roja te traen un poco de cabeza. ¿Cuánto de lo que llevas es mérito tuyo y cuánto de tu estilista? Yo creo que es un 50/50. Ella ya me ha pillado el punto. Se llama Antonia Payeras y sabe muy bien lo que me gusta, pero siempre me da un empujoncito para arriesgar en cosas con las que yo nunca hubiese jugado. Es la primera vez que vivo este proceso. En tu cabeza te haces una idea de lo que llevarías, aunque hasta que no te ponen algo delante y te dicen “esto, esto va a ser lo que funcione”, no cambias el chip. Y me estoy dejando aconsejar y fiándome muchísimo de ella, que es la que sabe y para eso está.

También te digo que, por ejemplo, el otro día me enseñó unas cosas que eran geniales, pero yo no las veía y le pedí que bajáramos un poquito. Estamos ahí, trabajando codo con codo. No te voy a decir lo que voy a ponerme para los Goya porque luego pasa como con los trabajos, que se chafa, pero te adelanto que repetiré con alguien que me gustó muchísimo. Todo eso es cosa de la estilista: ella está trabajando y yo aquí tranquilamente, dándole la papilla a mi hijo. Vendrá un día con un montón de cosas, me probaré y decidiremos, pero la mejor decisión que he podido tomar este año es meter en mi vida a Antonia Payeras. 

¿Qué trucos de estilo has aprendido a su lado? Me hace ensayar la foto cuando probamos un estilismo. Posar, llevar… Porque aunque internamente tú creas que eso va a quedar bien, dependiendo de cada estilismo puede ser una cosa o la otra, así que siempre me dice: “vamos, ¡a ensayar!”. Y nos ponemos a ensayar el photocall y es muy divertido. Más que consejos, lo que me hace es arriesgar. Todo lo que podíamos pensar que a lo mejor una persona con mi talla o con mi cuerpo no puede ponerse, lo probamos. Por ejemplo, yo tengo mucha tripa y de motu propio jamás llevaría nada apretado; sin embargo, el primer look que hice con ella me quitó todos los prejuicios. Se trata de jugar, pasármelo bien y siempre me he visto superguapa. Eso en mi caso es importante, porque parece que la gente como yo nos disfrazamos. Con Antonia no me ocurre; siento como si encontrara nuevos rincones de mi personalidad. 

¿Te atreves con colores llamativos? Normalmente soy muy de negro, también porque muchas veces he ido de negro por trabajo (sobre todo en en teatro) y por esa cosa del estilismo de las gordas, que parece que el negro nos favorece. Al menos eso es lo que se dice. A mí el negro me gusta porque es muy fondo de armario, así que tiro de él. Lo combino con labios rojos y el resultado me gusta mucho pero, de repente, en estos últimos meses he aprendido que hay que jugar también al color y al brillo. De hecho, mi look favorito es uno que llevé a Sitges y que era en amarillo. Nunca hubiese pensado que me iba a poner un amarillo para una alfombra roja. Era un abrigo de Marina Rinaldi, como un plumas hasta el suelo, que usé como vestido. De repente piensas, “pues mira, el color está bien”. Ya te digo que no hay nada como jugar.

Pues sigamos jugando. ¿Eres muy de accesorios? En general, los anillos y los pendientes me gustan mucho. No podría salir de casa sin pendientes. Aunque a veces llevo looks que ya tienen mucha feria y digo, ni un brillo más. Pero siempre intento ponerme pendientes. El collar de Andrés Gallardo que llevé a La Resistencia me encantó. Tenía un anillo a juego y me enamoré profundamente de ambos. Era una pasada. Pero resumiendo, que anillo y pendientes me pongo siempre. 

¿Qué tal llevas la presión de estar estupendísima en la alfombra roja? No siento presión por los demás, sino porque yo quiero ir muy guay. Igual que todas y todos (risas). Aunque sí es verdad que cuando empezó este proceso de premios, alfombras rojas, estrenos etc, quería demostrar que con mi talla se puede ir estupendo. Es verdad que no estamos acostumbrados a ver gente de tallas grandes sobre las red carpets y precisamente por eso me digo que lo tengo que hacer superbien. Nadie me ha dado lecciones, que conste, pero de motu propio creo que hay que hacerlo divertido, hay que estar muy, muy bien, muy guapa.

Laura Galán
Gtresonline

¿Te han rechazado en algún casting por tu físico? Bueno, no ha sido tanto rechazo sino que las excusas que he recibido han sido extrañas. Me han dicho cosas por ejemplo como “es que eres muy guapa para ser la amiga de la prota”. O sea, eres gorda, te cogemos por gorda, pero no tienes que ser una gorda poderosa. Debido a los prejuicios tienes que hacer un personaje inseguro, que no sea guapo, que no ligue… Eso sí que me ha pasado. Sobre todo en cine y tele; sin embargo, en teatro me han dado papeles diferentes. Pero es cierto que en cine he oído aquello de no te cogemos porque eres guapa. No sé si tomármelo como un piropo… (risas).

Se habla mucho de la inclusividad en lo audiovisual. Sin embargo, utilizar dicho concepto tácitamente implica que estamos calificando a ciertos cuerpos, identidades sexuales, razas etc, como no normativos. Hay dualidad, hay conflicto. Yo lo que pienso es que, ostras, ahora somos moda. Somos una moda que puede pasar, en plan, vaya, ya no se llevan los cuerpos diferentes, qué le vamos a hacer. Como que hay algo de pasajero en ello. Esa es la sensación, aunque no sé si es lo real. El otro día lo comentaba con Coria Castillo, que es una actriz maravillosa que ha hecho la serie Frágiles y la han tirado de castings por cosas como “eres muy alta para ser gorda”. Hablábamos mucho de si es real la inclusión. En cualquier caso, seguiremos luchando, yo y todas.

¿Crees que en las adolescentes está volviendo a calar aquella moda de finales de los 90 con modelos delgadísimas tipo Kate Moss? Pues mira, el otro día leí una cosa que dije, anda, es verdad. Lo curvy está bien, gente como la modelo Lorena Durán, que es un espectáculo de belleza, me parece una maravilla. Pero leí que Kim Kardashian estaba adelgazando y me dio la impresión de que íbamos hacia atrás. Es un referente de lo que va a ocurrir: si Kim Kardashian adelgaza así es porque vuelve el ser delgada. Y a mí me da un poco de horror y de espanto. No podemos culpar a las adolescentes, porque se lo está dando la sociedad, la televisión, el cine. Es muy difícil. Aunque también te digo que hay una conciencia de los cuerpos no normativos que en los 90 no había así, qué bueno, intentaremos ser la resistencia (risas). 

Hay marcas que parecen querer apostar por tallas más grandes, aunque en muchos casos se queda en algo aspiracional. Es muy fuerte. Muchas veces una marca hacía publicidad con una modelo más grande y luego entrabas a la tienda y era todo mentira. No existía. Por eso digo que es moda dentro de moda, es decir, contamos que vendemos talla grandes para hacernos publicidad aunque luego no sea cierto. Y además leía por ahí otro artículo que afirmaba que antes las firmas nos decían que no podían producir tallas grandes porque ello implicaba mayores costes. Pero las gordas y los gordos no queremos que nos hagan una marca especial para nosotros; queremos poder ir a cualquier tienda o y acceder a esa prenda. Nos han dicho que eso sería muy caro y no se podría asumir, aunque luego resulta que cuando está la moda del oversized, de llevarlo todo más grande, parece que con el oversized sí que nos podemos vestir, porque el oversized es nuestra talla; antes no. O sea, que lo que no quieren es a las gordas. Tengo un poco de cabreo, la verdad.

¿Y qué hay de eso de que te ven gordo y automáticamente piensan que eres un zampabollos? Algunas de las personas más ágiles que he conocido en mi vida no tenían un peso precisamente normativo. Es el prejuicio, el estigma. Resulta agotador tener que estar todo el día sacando la analítica. Oye, que yo me hago analíticas y está todo bien. O veo a Itziar Castro, que me parece divina, maravillosa, abriéndose de piernas porque ella es bailarina, cabaretera y lo hace todo, y la gente se queda asombrada. Hay mucho, mucho prejuicio. Los demás no saben lo que yo como; esa asociación me parece muy fuerte. Invasivo y también osado. Yo no puedo aludir a la salud de una persona sin saber lo que come o lo que no… Por ejemplo, con el tabaco no hay este machaque, está asumidísimo y el tabaco es algo horroroso. Con los fumadores solo nos metemos porque siempre está el puntito de “me preocupo por tu salud”. Déjalo, que por mi salud ya me preocupo yo. Aunque no estuviera sana, sigue siendo mi problema personal y la gente no tiene derecho a meterse en mi salud más allá de mi médico y yo. Es un tema difícil que me parece injusto. Lo coloreamos todo, pero al final son nuestros físicos los que están siendo juzgados. 

Hace unos años, en las películas el gordito siempre era el personaje bonachón y simpaticote. Hemos cumplido el papel bufón y lo hemos hecho muy bien. Lo que pasa es que luego eso se traslada a la vida real y se intentan reír de nosotros por la calle, en nuestros trabajos, en los colegios… Hay que tener cuidado con esos mensajes. Se tiene que poner una antena de alerta cuando vemos ese tipo de cosas. Luego se presupone que, como belleza no tienes, has de compensarlo por otros lados, como ser muy, muy simpático. Yo intento ser simpática y maja independientemente de lo que pese (risas). Todo es así, un cliché.

¿Te costó mucho recuperarte tras el parto de tu hijo, Teo? La verdad es que no. Lo que más me costó fue recuperarme de la cicatriz que me hicieron, aunque me la hicieron muy bien. Tardó en cerrarse. Respecto a peso y demás no, porque además yo no engordé mucho. La gente se pensaba que engordaría y me decían que tuviera cuidado, aunque yo seguí con mi alimentación normal y cuidándome como toda mujer que se embaraza. De hecho, me recuperé superrápido; me quedé como antes. Es cierto que las hormonas tardan como un año o así en equilibrarse, pero de peso y físico fue muy rápido.

¿Qué es lo que peor llevas de la maternidad? Separarme me cuesta muchísimo, y más ahora que tengo tanto jaleo, su padre también trabaja… Estoy aprendiendo que la conciliación son los abuelos (risas). Ellos encantados, porque además es el único nieto, un regalo de la casa, pero hay que depender de ayuda y un bebé da mucho trabajo. Cuando te dicen aquello de “¡pero si estás todo el día en casa con el bebé!” Puede ser un día agotador. Es maravilloso, me encanta jugar con él, me encanta todo con él, pero, claro, es cansadísimo. Dejárselo a mis padres para que lo cuiden me sabe mal. El otro día me fui de bolo tres días y esos tres días se me hicieron un mundo porque las prioridades cambian y yo lo que quiero es estar en casa con Teo. Bueno, en cualquier sitio pero con Teo (risas).

Cuando pase el tiempo te preguntarás aquello de, ¿cómo podía hacerlo yo? Ahora, por ejemplo, Teo se despierta solo una vez por la noche. Tiene ya 9 meses, pero recuerdo al principio cuando me levantaba tres veces y, claro, la sensación es que en ese momento de la noche en la que le estás dando el pecho o el biberón no estás cansada. Si lo pienso más adelante seguro que digo, madre mía qué cansancio y yo sin darme cuenta. 

Cerdita
D.R

Cerdita es una peli de terror. ¿Eres fan del género? Te tengo que ser sincera porque los verdaderos fans se lo merecen: no, pero me encantaría. Me da miedo, lo paso fatal. Siento envidia de esas personas como la directora, que ven películas de terror todo el rato. Para mí eso supone no dormir en dos semanas. Recuerdo más joven, con amigos en plan, bueno, vamos a ver esta película… y eso, no dormir en quince días. No me lo puedo permitir (risas).

¿Te viste en la película y te gustaste? El primer visionado era un poco a ver qué va a pasar. Porque yo como actriz me juzgo siempre. Me cuesta verme, igual que me cuesta verme rodando. Ahora, por ejemplo, tengo que visionar otra peli mía y lo voy posponiendo porque como que me da mucha vergüenza. Con Cerdita pasó que la vi ya embarazada; me quedé embarazada justo después del rodaje. Yo era otra persona; no sé cómo explicarlo. En Cerdita hacía de adolescente que obviamente no soy, y de repente en pantalla vi a una niña pequeña mientras yo ya estaba transformándome en otra persona; me estaba convirtiendo en madre, con lo cual me conseguí separar mucho y ver al personaje. Y eso es una suerte, una felicidad, porque insisto en que me da angustia verme.

¿Y cómo se plantea el futuro? Tengo que acabar la gira, unos bolos de Lectura fácil, que la dirige Alberto San Juan, cosa que me hace mucha ilusión porque Alberto y yo somos amigos desde hace un montón de años pero es la primera vez que me dirige. Me quedan esos bolitos y luego nada, a buscar trabajo y sobrevivir como hemos ido haciendo tantos años. Ahora estoy viviendo un proceso muy bonito con la moda, los photocalls… Pero la realidad es que hay que buscar y cruzar mucho los dedos. Cada trabajo que hago lo intento asumir como una inversión para los próximos.

No nos queremos despedir sin que compartas con nosotros el mejor consejo que te han dado. En la profesión fue Javi Gutiérrez quien me dijo, “tú tienes que explotar tu particularidad, que es tu físico; eres así y es maravilloso, así que abraza eso”. Y pensé: “¡pues claro!”. Y de la vida, mi madre, que es una sabia, siempre me dice que el tiempo lo pone todo en su lugar y que lo importante es ser buena persona (es un tópico, pero yo es lo que deseo para mi hijo es eso, que sea buena persona) y luego lo demás se irá luchando.

Loading...

¿Deseas dejar de recibir las noticias más destacadas de InStyle?