Musa de directores y del mismísimo Hubert de Givenchy, Audrey Hepburn murió hace exactamente 25 años (el 20 de enero de 1993) de un terrible cáncer de colon. Ese mismo día, la mismísima Elizabeth Taylor dijo que "Dios estará contento de tener un ángel como Audrey con él". Por eso hoy celebramos que la actriz y bailarina fue mucho más que consejos de estilo lo que nos enseñó y que su legado permanece intacto un cuarto de siglo más tarde. Repasamos su vida y todas las cosas que (aun hoy) amamos de ella.
Aunque la conozcamos como Audrey Hepburn, lo cierto es que la actriz nació llamándose Audrey Kathleen Ruston. Y no solo eso, si no que para ocultar sus orígenes ingleses durante la Segunda Guerra Mundial, su madre la llamaba Edda Van Heemstra (como ella).
La mujer que se convertiría en la "tercera mayor leyenda femenina del cine americano" tuvo que esperar a que finalizara el terrible conflicto bélico para hacer sus primeros pinitos en la televisión holandesa. Más tarde, comenzaría a hacer pequeños papeles y obras teatrales. Pero fue Vacaciones en Roma (11953), junto a Gregory Peck, la película que le dio el impulso estelar. El director, William Wyler, la eligió a ella frente a Elisabeth Taylor porque aseguraba que Audrey tenía todo lo que él buscaba: "encanto, inocencia y talento".
Y así fue desarrollando su vida profesional como una estrella de Hollywood, gracias taquillazos de la talla de Sabrina, Desayuno con diamantes o My fair lady. Una vez retirada de los focos y las cámaras, la actriz se dedicó en cuerpo y alma a labores humanitarias con Unicef. Aunque, hizo una última aparición cinematográfica de la mano de Spielberg en Always (1988), en la que hacía de ángel. Cinco años más tarde, fallecía de una terrible enfermedad y se convertía en un ángel de los de verdad.