Eventos como la Barcelona Yoga Conference de Barcelona son una fórmula infalible para lograr ese objetivo y renovar la inspiración.
Solo pude disfrutarla un día pero mereció la pena y le saqué jugo hasta el último segundo. Ante un programa abrumador de entre siete y ocho clases por franja horaria, hay que sentarse con calma para escoger.
Enfundada en mi outfit de @Shambhalabarcelona, al final me decidí por un taller de estilo Ashtanga para prevenir lesiones con Santiago Pinto Doublet (100% recomendable), otro de Rocket Yoga con Nina Adams (perfecto para mover hasta el último músculo de tu cuerpo) y cerré la jornada con una clase de Jivamukti impartida por Heeke Park (yoga y sentimiento); te animo a visitar sus redes sociales, son todos unos profesores fantásticos.
Algo genial que tiene el yoga es que invita a salir de la red social virtual y dar el salto al encuentro presencial de manera muy natural, así que daba por sentado que vería caras conocidas y así fue.
La primera sorpresa fue toparme con Irene @livinglavidayoga en el baño y nos fuimos juntas al mismo, taller donde además también coincidimos con Xuan Lan @xuanlan_yoga. Abrazos, sonrisas y una buena sesión cañera de asanas que nos puso a todos a sudar de lo lindo.
@carlamasqueyoga & @livinlavidayoga
En esta foto de grupo, momentazo “encuentro de yoginis” llenas de buena energía gracias a Nina y su clase dinámica.
Con toda la pena del mundo tuve que renunciar al workshop de la hora de comer, mi estómago estaba cantando la Traviata y sucumbí al hambre y a la tentación de disfrutar los conciertos de Kirtan que había en el patio central durante todo el día. Fue un descanso ideal y un acierto. He de decir que la oferta gastronómica me encantó. Todo sano y sabroso, aunque quizá demasiado tentador para combinarlo con ejercicio, ¡me lo quería comer todo!
La tercera práctica y última del día fue un regalo cargado de inspiración. Volví a coincidir con Xuan y nos tocó formar pareja durante toda la clase, una oportunidad para conocernos mejor y compartir la gran pasión que nos une. Cerramos con mucha emoción, agradecimiento y un fuerte abrazo.
Feliz como una niña, cansada, con un pronóstico de agujetas bastante alto y hambrienta otra vez, me lancé a los puestos de comida cuando comenzó el diluvio final. Una intensa tormenta de verano daba por clausurada la BYC; yo lo celebré comiéndome una pizza vegetariana mientras veía llover y escuchaba a un chico cantando con un ukelele. Sencillamente genial.
Muy agradecida a la organización por invitarme a este increíble evento y a Irene por sus preciosas fotos, no dejéis de visitar su web irenealda.com. ¡Namaste!