Barcelona me recibió como de costumbre: elegante, enigmática, antigua y en contra de lo que yo esperaba, un poco nublada, ¡mecachis!
En esos días conocería al protagonista de mi pequeña gran historia de amor. Solo sabía que era un actor inglés muy interesante y que había sido elegido entre un buen número de aspirantes.
Nos miramos por primera vez a las 6 de la mañana en una caravana blanca y gigante, como un animal marino estacionado en medio del océano. Él sujetaba un libro enorme, que a mí me suscitó mucha curiosidad, y yo tarareaba una cancioncilla infantil con voz estridente para hacer reír a mis compañeros.
Nos miramos a las 6 de la mañana en aquella caravana y sentí calma inmediatamente. A partir de ahí fue sobre ruedas. Me lancé al improve my english y conectamos muy rápido en el ámbito del amor hacia el reino animal... Me dije ...“¡Uau! Qué ser tan sensible, tan puro...”
Me confesó que era vegetariano y que se entregaba en cuerpo y alma a los personajes. Yo le dije que “era casi vegetariana pero que comía carne, jajjjaja” y él me respondió...: “Es muy lógico, por eso dices casi”. Aunque no compartiéramos la misma lengua materna, no hacía falta explicarle lo que para muchos hispano hablantes son sutilezas del lenguaje o directamente ininteligible.
Y pasamos buenos ratos charlando de nuestro trabajo querido, del paso de los años y del enriquecimiento cultural.
Pensé..... “Mmmmhhh este equipo de Smart tiene ojo”.
La primera vez que le leí la peliculita que íbamos a rodar me sentí seducida sin remedio, quiero decir, no tuve que buscar los puntos positivos, ni oscurecer los menos apetecibles para terminar haciendo una deliberación..... No, caí rendida a sus pies.
Me gustó y me gusta la parte crítica que subyace a esta publicidad.
Un par compuesto por un hombre y una mujer que se piensan formando parte de una trama romántica cuando en realidad están siendo testigos del espectáculo de nuestra sociedad, escenario individualista y egocéntrico. Pero, que para alegría de los que todavía somos soñadores, transcienden esos límites y se encuentran en el ámbito de lo incontrolable: del amor, de la pasión. De lo que te hace elegir algo o alguien sin necesidad de sopesar.
Y supongo que cuando suceden este tipo de cosas, cuando más que elegir parece que uno estuviera siendo elegido: por una casa, una familia, compañeros vitales, una profesión, nuestro coche... entonces yo vuelvo a creer en la Magia.