Creciste en Inglaterra, pero también has vivido en Nueva York. ¿Qué diferencia el enfoque de belleza británico del americano?
Creo que los británicos somos de muy bajo mantenimiento. Para bien o para mal, raramente caminas por Nueva York o Los Ángeles y ves mujeres tan grunge como puedes ver en Londres. En Estados Unidos siempre llevan el pelo y las uñas perfectos, algo que no se ve tanto en Inglaterra. No soy una persona pulcra en ningún sentido; si lo fuera, sentiría que estoy fingiendo.
¿De adolescente te gustaba el maquillaje?
Llevaba 'eyeliner' negro muy manchado y no cuidaba nada mi piel hasta que empecé a tener acné. Entonces probé un millón de productos, pero ninguno funcionaba. He tenido mal la piel hasta los 25, cuando aprendí que era más debido a la dieta y a los vaivenes hormonales.
¿En qué aspectos ha cambiado tu rutina ahora que eres madre?
Mi pelo natural es rizado y desde que he tenido al bebé, es diez veces más grueso, lo que implica que ahora se me hacen muchos nudos. Mi piel se ha vuelto bastante más seca con la edad, así que la hidrato con cosméticos y procuro beber tanta agua como sea posible. Además, mis dientes siempre están bien cepillados y uso bastante bálsamo labial. Mi nueva filosofía es: “Haz lo que recuerdes, y no te preocupes demasiado”.
¿Cuál ha sido el mayor riesgo que has tomado con tus looks durante estos años?
He teñido mi pelo de todos los colores imaginables para distintas películas. Fue horrible, ¡el pelo literalmente se me caía a mechones! Así que durante los últimos cinco años he usado pelucas, que han sido el mejor remedio para recuperar mi cabello.
¿Cuál es el mejor consejo de belleza que has recibido?
Muy al principio de mi carrera me dijeron que si un maquillador intenta depilarte las cejas, significa que es poco profesional.