Teñir, cortar, peinar... Todas modificamos algo nuestro pelo para que nos guste más, pero muchas veces este cambio se convierte en una especie de obsesión relacionada al rechazo completo por nuestra forma o textura.
¿Qué tiene de malo tu pelo?
Primero deberíamos analizar si realmente no nos gusta o no no hemos dado con los productos adecuados que sepan sacar toda la vida que alberga. A veces, lo tenemos rizado y usamos planchas a diario que terminan destrozándolo, o es muy fino y lo ensuciamos con texturizadores para que tengan más cuerpo y, a la larga, nos pasa factura.
El primer paso es aceptar el cabello que tenemos, ¿el segundo? ponernos manos a la obra.
A veces, la solución está en el corte
Siendo consecuentes con el tipo de pelo que nos han dado los genes, elegir el corte es básico para sentirnos favorecidas. Un gesto mucho más sano que el abuso de tintes o productos inadecuados. Lo mejor para ello es ir a tu peluquero de confianza y dejarte aconsejar (ellos siempre saben mejor lo que nos sienta bien).
Hay productos para todo
Afortunadamente el mercado pone a nuestra disposición todo tipo de champús, mascarillas o aceites y encontrar el que más se adapta a ti es sólo cuestión de buscar. Un consejo: no uses más de tres meses el mismo tratamiento, está comprobado que la efectividad se reduce mucho después de ese tiempo e incluso puedes provocar que se caiga más de lo normal.
Acepta lo que tienes
Un pelo rizado, liso u ondulado en sí jamás es feo, solamente tienes que potenciar su condición (y su punto débil) para hacer que tenga más vida que nunca. Te recomendamos unos productos que van a sacarte todo el partido.